miércoles, 25 de febrero de 2009

EL PENSAR CREATIVO

Publicado por Isabel Aguera Espejo-Saavedra a las 11:32
DIARIO CÓRDOBA

25 -2- 2009
Corren tiempos en los que es necesario cambiar el sentido de la gran aventura que es el vivir, rompiendo linealidades que nos dominan y excavando fisuras por las que asome la novedad. Nuestro tiempo puede presentarse crítico, y en esa medida dador de situaciones que favorecen el surgimiento de un pensamiento rupturista y de nuevas y creativas proposiciones.
Tal aventura de vivir nos lleva a caminos del pensamiento y del conocimiento, ya recorridos por gentes que saben de sueños y que nos invitan a caminarlos. Grandes pensadores de distintos aires, años, colores, lenguas, paisajes…, entrelazados en un mismo sueño y esfuerzo, quieren que este mundo celebre la vida, y niños y niñas tengan la certeza de que su humano futuro existe. Sin duda estamos hablando de una reforma del pensamiento que permita una verdadera revolución curricular, que enseñe, aprenda y viva el pensar creativo y razonable, aquel que considera dimensiones éticas, cognitivas y estéticas.
Pensar es comprender, es captar el significado de lo que se lee y se escucha. Pensar es reflexionar, considerar nuevo o detenidamente un asunto desde diferentes puntos de vista. Pensar creativo, reflexionar es colocarse en situación de duda o admiración ante una realidad que el pensamiento no ha conquistado todavía e ilusionarse con ella.. Lo fundamental es que los niños/as se desarrollen como seres humanos, es decir, que aprendan a pensar.
Padres y maestros deben trabajar para que hijos, alumnos, con calma, se planteen la vida como una gran interrogante. En definitiva, lo más revolucionario es el hecho de pensar, pero en realidad, el pensar creativo es lo que tiene mayor capacidad transformadora, y el ejercicio del pensamiento y su extensión, a través del diálogo y la comunicación, puede ser desencadenante de posibilidades a una vida plena, a una vida feliz.
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miércoles, 18 de febrero de 2009

PADRES LECTORES

PADRES LECTORES
Hace unas fechas hemos celebrado el Día Internacional de la Literatura Infantil, y es por eso que no puedo dejar de referirme, una vez más a la importancia de la lectura. Incontables veces, desde estas mismas páginas, he insistido en algo altamente sabido: las primeras experiencias de la vida son definitivas para la formación de hábitos, valores y actitudes.
Así, las vivencias que experimentan los niños en estos años, respecto al lenguaje y al libro, incidirán de manera definitiva en su formación como futuros lectores. No obstante, hay que tener claro, y ser muy conscientes de ello, que la lectura no consiste solamente en saber qué dice en determinado texto, sino ante todo el libro debe convertirse para el niño en el gran placer de descubrir el contenido, el valor de las palabras, las respuestas a sus muchas interrogantes, el libro, aún sin que el niño sepa leer, debe ser evocador de belleza y desencadenante de un gran deseo: qué dicen sus páginas.
De ahí que la importancia de la lectura debe empezar en el hogar. Sí, los padres deben convertir el hogar en espacio desde el cual los libros tengan lugar preferente de forma que los niños no sólo los vean como objeto decorativo sino que oigan hablar de ellos, puedan hojearlos, contemplar sus ilustraciones, adivinar sus contenidos e incluso imaginarlos y narrarlos.
Y no basta con mandar leer. Hay que leer con los hijos, compartir sus libros, comentarlos, transcenderlos a la vida real para censurar, aplaudir, opinar, etc. tanto acerca de su contenido como del proceder de sus personajes.
En una retrospección veo a mi padre con el Quijote entre las manos, y a mi madre con Las Mil y unas Noches... Estos fueron mis primeros libros cuando aún sólo sabía deletrear.
Seamos padres lectores para que nuestros hijos, libremente, sin mandatos expresos, lo sean.
La lectura hace al hombre completo; la conversación lo hace ágil, el escribir lo hace preciso. Bacon. Luego la importancia de la lectura merece que empecemos a fraguar hogares donde padres e hijos caminen de cara a los libros. Resultado: hombres, mujeres completos.
Un libro me hace libre/ me pone alas /soledades me quita / cárcel me arranca. M. Hernández.

sábado, 14 de febrero de 2009

MENSAJES DEL TÚ


Portada > Educación
11/02/2009 VALORES
Mensajes del tú
11/02/2009 ISABEL AGÜERA
Son muchas las veces que a lo largo de estos años he podido repetir que en educación las teorías valen en razón de cómo las entendamos y cómo las apliquemos porque nada hay más práctico que saber manejar una buena teoría.
Hoy quiero referirme a la técnica que denomina Thomas Gordon ´mensajes del tú´, práctica muy frecuente cuando tratamos de corregir o evaluar conflictos, mensajes con los cuales acusamos y provocamos en los alumnos, en los hijos, una reacción defensiva que impide que podamos ser escuchados.

Jamás un maestro/a, padre/madre deberían, ante unas malas calificaciones, por ejemplo, emplear expresiones como éstas: Eres un desastre; todo lo haces mal, etc. -mensajes del tú-, sino que por el contrario, estimularían, provocarían el diálogo, si dijesen: Esto lo puedes superar; tú eres bueno y lo demostrarás con un poco de esfuerzo, etc. -mensajes del yo.
Con ´mensajes yo´, la otra persona no se siente atacada y no tiene necesidad de defenderse y ello conlleva que pueda escuchar sin absurdas justificaciones. A través de este tipo de mensaje personal, compartimos nuestra experiencia, fortaleza y esperanza.
Por el contrario, los mensajes censurables referidos a segunda persona, tú, la imagen negativa se crea o refuerza y la reacción inconsciente es la de ser coherente, e identificarse y hacer gala de ´personaje´ que se le ha adjudicado.
De ahí que encontremos alumnos, hijos sordos y pasivos a nuestras largas retahílas de reproches a los cuales ya se han habituado con notable impotencia para superarlos, convencidos de que no lograrán satisfacer nuestras expectativas. Antes de acusar, demos la oportunidad de rectificar, antes de censurar, mensajes alentadores de lo que confiamos y esperamos.
En la mirada de un niño puede haber odio, amor o indiferencia. Depende, ante todo, de lo que haya en la nuestra.