martes, 26 de mayo de 2009

MENSAJE A GARCÍA

No era nadie mi padre! Diligencia, honradez, creatividad... Solía recordarnos la anécdota del mensaje a García , ejemplo de cómo ser y actuar. ¿Qué ni idea de dicho mensaje? Pues, nada, cuenta la historia que cuando comenzó la guerra entre España y los Estados Unidos era muy necesario comunicarse rápidamente con el líder de los insurgentes, García, que estaba en algún sitio de las densas montañas cubanas, pero nadie sabía dónde. Ni correo ni teléfono. Nada. ¿Qué se podía hacer? Buscar a alguien que llevara el mensaje a mano. Y tras muchos voluntarios, que precisaban toda clase de referencias, uno, al fin, se limitó a decir: ¿Dónde está la carta? Y sin más cumplió la compleja misiva.
Y en estos tiempos, en los que la situación mundial y nacional andan tan enmarañadas, tan oscuras, resulta, y me hace un montón de gracia, que todos y cada uno de los ciudadanos, cuarenta y tantos millones, tenemos en la chistera la solución, hasta el punto de que una llega a pensar que los únicos torpes, absurdos e inútiles son los políticos de todo color. Ellos, todos, los que no ven, no quieren, no saben...
Y claro, me viene a la memoria lo del mensaje a García porque mucho bla, bla, bla, que si esto se arreglaba así, que si esto se arreglaba asá, pero ¡qué bien se trilla fuera de la parva! Otra cosa bien distinta debe ser enfrentarse a los rigores del sol, del polvo, de la trilla en la era. Engrandecerás a tu pueblo --Epicteto -- no elevando los tejados de sus viviendas, sino las almas de sus habitantes. Y aquí, y ahora, las almas andan por los suelos porque lo necesario, lo urgente para hacerlas crecer, sería abonarlas, regarlas, con la boquita cerrada, mojándonos hasta las trancas y caminando a ciegas, sí, hasta encontrar al dichoso "destinatario del mensaje", porque opinar, criticar, ¿quién no sabe? Y los tejados, ¡venga crecer y crecer, entre tanto! Y los jaramagos también.

miércoles, 20 de mayo de 2009

SABER UN POCO DE TODO

13/05/2009 ISABEL AG ERA
En una ocasión le propuse a mis alumnos que hiciesen por escrito una relación de las habilidades de cualquier orden que ellos pensaran tenían de cara a un futuro en el mundo laboral. Me llamó la atención la respuesta de un chaval de once años: Me parece -escribió- que yo podría hacer un poco de todo.
La verdad es que nunca antes me había cuestionado una tercera opción a las posibilidades académicamente reconocidas: Bachiller o Formación Profesional.
Sí, este alumno apuntaba hacia una nueva elección: la de ´manitas´. Y hoy rememoro, como ilustrativa y necesaria, la vocación y propuesta de un niño de once años, porque todos somos conscientes, por un lado, de la crisis que está afectando al trabajo y por otro, cómo a pesar de ello nos vemos y deseamos para que nos atienda un profesional de cualquier especialidad, amén de cómo se cotizan: electricistas, fontaneros, herreros, carpinteros, etc. Y si osamos tocar el mundo de las Nuevas Tecnologías, ya podemos preparar el bolsillo y que tengamos suerte porque, si es cierto que proliferan los informáticos, talleres de reparación, etc. no lo es menos que lo más probable sea que nuestro PC o nuestro móvil siga igual o peor tras pasar por las manos del supuesto profesional.
Hay centenares de pequeñas cosas que surgen cada día en nuestros hogares y que afectan a la necesaria rutina de nuestras vidas y que un ´manitas´, un profesional de ´Un poco de todo´, nos podría resolver sin mayores problemas. Sucede, no obstante, que se le presta en educación, poca o ninguna atención a esta personalidad de funciones múltiples, salida que sería para tantos alumnos/as y tan provechosa para la sociedad.

Unos cuantos cacharros viejos en un rincón del aula, la posibilidad de acceder a ellos para intentar repararlos y la actitud creativa de un maestro o maestra podría ser el mejor futuro para muchos alumnos y alumnas.

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martes, 12 de mayo de 2009

YO SOY LA TIERRA

Yo soy la tierra
12/05/2009 ISABEL Agüera
El gran poeta fallecido Cristóbal Vega Alvarez dice en uno de su poemas: Yo soy la tierra: En mí encontrarás el árbol / que cobija tu siesta / y el trinar de las aves / en madrugadas bellas. En mí encontrarás siempre / piso para tus sendas / premio para tu esfuerzo / y el pan que te sustenta. / Y cuando, al fin, arribes / a la postrera meta / en mí encontrarás tu último lecho. ¡Yo soy la tierra!
Lo que más me ha impactado -decía nuestro compatriota astronauta al regresar del espacio- ha sido contemplar nuestra tierra. Era como una sensación de casa común de todos los terrícolas, difícil de entender tan fragmentada y tan injustamente distribuida. Estas palabras no solo me conmovieron en su día sino que las rememoro constantemente a la vista de cómo nos olvidamos de esta gran comunidad de la casa tierra y cerramos puertas a cal y canto para defender lo que consideramos legítima propiedad.
No, aquí, el pan solo es sustento para unos y hambre para otros. No, aquí, los caminos están divididos en tantos compartimentos que, en la casa grande que debería ser techo para todos, hemos levantado barreras, hemos construido casilleros, alacenas, estanterías y hasta rinconeras. No, aquí, solo se premia el esfuerzo cuando sobre él puede auparse, arroparse y dar brillo al poderoso.
Aquí, tan solo con papeles bajo el brazo somos legales. Vega, poeta de miles de versos esparcidos por el mundo, hombre de libertades, de amor a la humanidad, hombre que sin pelos en la lengua reivindicó siempre paz y justicia, pagando por ello el alto precio de veinticinco años en prisión, hoy, desconocido en esta su tierra y desde su último lecho, la tierra, sigue vivo, y a dúo con sus versos, repito: yo quiero ser tierra donde puedan convivir los árboles y el césped, las águilas y los gorriones, la noche y el día, porque no somos ni tenemos más que un puñado de tierra.
* Maestra y escritora