martes, 18 de agosto de 2009

MIL LEYES

> Opinión
18/08/2009
Mil leyes o mas
18/08/2009 ISABEL Agüera
No viene mal recordar aquello de Gibrán, que cuenta cómo un rey bueno quiso redactar leyes para su pueblo y encargó tal cometido a mil sabios de mil tribus que, tras un tiempo, le presentaron mil leyes. ¿Qué barbaridad es esta? --dijo el rey, echándose las manos a la cabeza--. Y, bueno, logró que el escriba le dictara seis o siete.
Los sabios, con un cabreo de miedo, se fueron con ellas para aplicarlas a sus respectivas tribus. ¿Resultado? Un gran país pero tiene mil cárceles y están a tope de mujeres y hombres infractores de mil leyes.
¿Y a qué viene esto con el calor que hace? --se preguntará más de uno--. Y la respuesta anda de veraneo por los despachos de los políticos: reforma de la ley para castigar a los menores. Por supuesto que no se pueden consentir atropellos como los actuales venga de la edad que vengan pero es lo que yo me digo: ¿No habría que hacer menos leyes y hacerlas cumplir mejor? ¿Acaso el menor nace delincuente, violador, asesino? ¿Está la solución en llenar prisiones de niños y niñas de diez, doce, trece años? ¿Qué hacemos con los padres permisivos y hedonistas que se lavan las manos en la educación de sus hijos? ¿Qué hacemos con una sociedad maestra del proceder a la buena de Dios? ¿Y qué hacemos con unos medios como la televisión que, nada de subliminalmente sino a toda pastilla, promueve la discordia, violencia, atropellos del lenguaje, de la ética?
Alucinante detenerse a contemplar el panorama educativo que rodea a los pequeños. ¡Ah, bueno! Y que nadie los mire, que nadie los toque porque ¡vaya si saben los peques del teléfono del defensor del menor! ¡Ya bien que no saben cómo amenzar a padres y maestros!
De tal palo, tal astilla. Desde chiquito se cría el arbolito... Dichos de siempre que no hay que echar en el cajón del olvido, porque la astilla y el arbolito son, hoy más que nunca, alumnos, hijos de muchas escuelas, disparatadas, contradictorias... ¿No habría que "castigar", mejor, al tal palo y al tal "arbolero"? Son obra de todos y ahora entre todos cunde el pánico, el deseo de que nuevas leyes los protejan de los supuestos monstruos.

miércoles, 5 de agosto de 2009

PRIMERA CARTA




04/08/2009 ISABEL Agüera
Y en esta hora de calor asfixiante de la tarde y en la esperanza de un más suave amanecer, que ya se conmueve, te veo, mi querido chiquitín, por fin, en este mundo de luz del que tú ya formas parte, como una sonrisa que se dibuja en el aire e ilumina el camino crepuscular de mis sueños, rotos mil veces y recompuestos otras tantas por el hechizo creador que es la vida.

Te veo como el mejor beso que puede llegar a mis mejillas, como la orilla verde y fresca donde mis mejores alas podrán plegarse y entonar, una vez más, el maravilloso Himno de la Alegría. Tú, mi niño, casi de agua, ya tienes rostro, nombre en el archivo de mis grandes amores. Tú, que nunca sabrás cuánto te hemos deseado, cuánto soñado, cuánto sufrido, llegaste a la vida porque así lo quisieron dos seres humanos que, al amarse, te soñaron y, desde el mismo instante que supieron de ti, contaron las horas con una extraña ilusión que a todos nos transmitían, como pequeñita ola que nos refrescaba en esperanzas la rutina de los días.
¡Sí, sí; eras tú!, que, desde la otra más allá, te erigías en guía de nuestros vacilantes pasos.

Quiero que sepas que entre lágrimas de alegría, de agradecimiento, de no sé cuántas y extrañas emociones, una vez más, con ese tu primer sollozo que, a pie de quirófano, pude escuchar, me has hecho revivir la magia, el milagro de la existencia.


Y en esta primera carta que te dedico, entre miles de textos más, quiero verter mi primer beso, y no solo para ti sino para todos los bebés que nacen, que viven y también para los que mueren, víctimas, ¡maldita sea!, sobre todo del desamor. El medio mejor para hacer buenos a los niños --dice O. Wilde-- es hacerlos felices, pero tú, mi chiquitín, eres el gran protagonista de mi felicidad, hoy, y es por eso que me ha crecido la bondad.

Sí, el alba. En este día, no solo me trae un nuevo sol, sino que me ha regalado un nuevo nieto.
* Maestra y escritora