lunes, 22 de agosto de 2011

Familia en vacaciones




DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
ISABEL Agüera 23/08/2011

Son muchas las veces que he tenido que escuchar en boca de padres idéntica cantinela: menos vacaciones para los hijos, porque, entre otras razones, aludían, pierden el hábito al trabajo y es demasiado el tiempo que pasan sin esforzarse.

¡Claro, una escucha y no puede hablar en el momento que lo desea!, pero, tamaña barbaridad bien se merece este artículo como remota respuesta para todos aquellos padres que, más o menos, piensen y se pronuncian en la misma dirección, ante la realidad de las vacaciones.

Para sintetizar apunto reflexiones de un libro del que soy autora. Referente a la familia se pueden leer cosas como éstas: ser padres es algo más que "sembrar" un hijo y dejarlo crecer a merced de una despiadada intemperie. Un hijo debe ser obra maestra. A ella deben dedicar los padres atención, tiempo, ¡mucho amor!, porque el descuido, la indiferencia, el delegar responsabilidades son plantas que florecen a orillas de las tumbas.

Pero este razonamiento, que puede resultar más bien poético, está más que avalado por las muchas carencias de padres que durante el curso sufren los hijos: reuniones, trabajos, horas extras, descanso, etcétera. La escuela, sin duda, ayuda pero ese cálido recuerdo que debe germinar como antorcha de luz perenne se enciende, o se apaga para siempre, en la familia, en el aula maravillosa del hogar.

Los hijos nacen con una carpeta de derechos debajo del brazo: derecho a la vida, a la educación, derecho a un hogar, derecho al amor. ¡Qué tiempo tan feliz viven los padres cuando los hijos sólo son juego, gracias y poco más.

Pero resulta que los niños, para ser alguien, necesitan testigos, y los padres deberían serlo y estar a la mano para favorecer sus exigencias psico-evolutivas.  Ellos crecen en nosotros y con nosotros. Buen tiempo, pues, el de vacaciones para estar cerca de ellos, vivirlos, escucharlos...
* Maestra y escritora

 

sábado, 13 de agosto de 2011

Manos libres

ISABEL Agüera 10/08/2011 (Diario Córdoba)

 
Un solo dedo que tengamos changado y lo inútiles que nos sentimos. Así que el invento de manos libres para casi todo es como decir: ¡Viva la Pepa! Con mis manos llego aquí y allí, luego no hay mordaza que me impida ir tan campante por la vida, porque como reza en un dicho, todo lo que es hecho, todo lo humano de la Tierra es hecho por manos.
Resulta que estos días pasados en un servicio público, el señor conductor hacía espléndido uso de su privilegio de manos libres, pero- ¡Cómo hacía extensiva esta prerrogativa a su lengua! Todo el recorrido, que fue largo, sin cesar de hablar por el susodicho prodigio con otro conductor que al igual que él hacía uso de "sus manitas libres".
Y en una absurda y personal conversación, ¡kilómetros y kilómetros! La verdad es que no me llegaba la ropa al cuerpo que, por cierto, era como un silencioso altavoz (¡vaya! me salió un oxímoron) que clamaba: "¡Frena, que nos matamos!" Semáforo, paso de peatones, etc.
Las cadenas de la esclavitud --dice una famosa frase-- solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo. Es decir, si la mente la tenemos ocupada en lindezas como las que yo escuchaba aquel día, ¿conducían las manos libres o la mente ocupada de aquel irresponsable conductor?
Me multaron una vez por creer que hablaba por teléfono cuando lo que hacía era sujetarme un pendiente, pero, claro está, no es lo mismo que conduzca yo que un profesional que se supone que, si se ve moviendo los labios es por obligados gajes del oficio; pero es que, por si fuera poco, libertad de lengua y manos que se iban y venían a un micro, de forma que la conducción se reducía a una sola mano y musarañas al canto. Digo yo que, lo de prohibido hablar al conductor, ¿cómo se casa? Manos y mente bien concentrada, por favor, que en un tris se nos fastidia la vida.

martes, 2 de agosto de 2011

Creativos que somows

Qué insustanciales y absurdos me resultan, los anuncios, eslóganes, afirmaciones, frases, etc. sobre creatividad! Los jóvenes sacan la creatividad a la calle, En mi aula se hace creatividad los viernes. Primero, innovación y emprendedurismo (¡vaya tela!), después. Bueno, cosas así por aquí y por allí. Recuerdo una escuela de verano donde participaba con un curso de Creatividad y Lenguaje. De cara a la clausura, se organizó una gran fiesta en la que cada grupo participaría de forma significativa. Música, dibujo, creatividad y lenguaje se aunaron, con el calificativo de creativos, para sorprender en el evento. Y las propuestas todas iban encaminadas a desfilar ante los demás, vestidos, literalmente, de mamarrachos puesto que éramos los creativos.
Por supuesto no participé y sentí auténtica pena al comprobar lo poco o nada que habían servido aquellos cursos. Ser creativo, siempre desde mi punto de vista, no consiste en llevar coleta, los hombres, por ejemplo, diez pendientes, veinte pin up, tatuajes hasta en los pies y vestimentas estrafalarias.
La creatividad es ante todo una forma de entender el mundo y es una forma de vivir. Seamos fundadores de nuestra propia religión personal, dice una famosa frase, y eso equivale a no permitir que el conformismo por todo y para todo nos invada. ¡Claro que es cómoda y potente puerta de escape para eludir responsabilidades! La excusa está servida: No soy creativo. Y ahí queda aparcada la capacidad de crear como si nacer, por ejemplo con nariz, fuera un privilegio. Sucede, eso sí, que hay narices más largas o más chatas, pero hasta eso tiene solución. Suelo decir que vale más, mucho más, el peor original que la mejor fotocopia.
Yo creo que la mayor creatividad radica en tratar de añadir o borrar una simple pincelada torcida que descubramos en el gran tapiz de la vida. Y dar cuerda cada día a la ilusión.
* Maestra y escritora