miércoles, 21 de diciembre de 2011

Regalar Navidad

 OPINIÓN/DIARIO CÓRDOBA

Agüera 21/12/2011




Después de tantos años vividos, esta madrugada, como un nuevo aldabonazo, ha llegado a mí la Navidad.
¡Pues nada más y nada menos que en una macetita de regalo en manos de un asiduo a la cafetería y a la hora! A las seis de la mañana de cada día mi compromiso presencial con el amanecer, con los silenciosos cómplices de ese primer café, mi compromiso con el índice de recuerdos en el que los nombres de familiares y amigos desfilan en la caricia de música que solo yo escucho pero que me habla de la fragilidad humana de todos, me habla de pobres y enfermos que a esas horas, y a todas, sufren, música que me habla del misterio de la vida, que me habla, sobre todo del amor que nos debemos unos a otros, pero hoy, cuando este compañero de hora y silencios, me llegó con tan importante obsequio, por mi cabeza la Navidad en persona llegaba a mí.
Eso es, porque yo me decía: hubo ayer un momento del día que esta persona se acordó de mí. Sinceramente no tengo palabras para expresar mi emoción y agradecimiento, pero sí mi reflexión y compromiso con días que materializamos comiendo, bebiendo, gastando y quejándonos de la crisis que, no obstante, se esconde en fiestas porque, un día y otro día, al final es un día.
Así que mi mensaje de Navidad (¡ni que fuera el rey!) es a un tiempo tan pequeño y tan grande como mi macetita de este amanecer porque regalar Navidad puede ser algo tan sencillo como una visita, a ese solitario y triste mayor, una sonrisa al que sufre, una palabra, un silencio, un beso, un gesto, una mirada.  Que alguien sepa, que por alguna razón, en un momento, lo hemos recordado. Nos sentimos a veces tan olvidados.
Regalar Navidad es regalar ilusión entonando un singular villancico sin dejar de mirar a los ojos del mundo: Mi verdad eres tú, mi realidad es tu vida, mi sueño tu felicidad y mi ilusión tu sonrisa.

Queridos amigos: Mi recuerdo y mi cariño como mejor obsequio. Que seáis felices, pero sobre todo que hagáis felices a los demás




miércoles, 14 de diciembre de 2011

Cuento de Navidad

DIARIO CÓRDOBA/ EDUCACIÓN
14/12/2011

Próxima la Navidad, mi recuerdo y cariño a todos los niños del mundo pero, en especial, a los que año tras año fueron pasando por mis aulas, dejando en mí la más preciada estela que haya podido brillar por el firmamento de mi vida. Por eso, va por ellos este cuento.

En un pueblecito lejano vivía un hombre mago que ayudaba, con su magia, a resolver los problemas de sus vecinos. Un día les dijo: Para la Navidad he sembrado un arbolito en el jardín, pero precisa para crecer que lo reguéis con vuestros deseos. Así, cuando nazca Jesús lo llevaremos al Portal.

A partir de aquel día, la gente acudía al jardín y colocándose al lado del arbolito formulaba su deseo: poder para tener a mis vecinos doblegados -dijo el alcalde-. Y yo campanas potentes para que la gente vaya a misa -dijo el cura-.Y yo belleza para seducir a los hombres -dijo una mujer-. Mejores leyes para que aprendan mis alumnos -dijo un maestro-. Premios para que me lean y ser famoso -dijo el escritor-. Más recetas y menos enfermos -dijo el médico-. Precisamos -decían unos y otros- dinero y felicidad.

Así, fue pasando el tiempo y, a pesar de la riega de deseos, el arbolito no crecía.

La gente empezó a clamar: el sabio nos ha engañado. Entonces el sabio los reunió ante el arbolito y dijo: todavía faltan los deseos de un niño y de un anciano. Veamos qué desean: Yo quiero jugar -dijo el niño-. Y yo que no me falte el pan -dijo el anciano-.

En unos instantes el arbolito empezó a crecer. El mago dijo: vuestros deseos eran solo alimento para vuestra vanidad y gloria. A nadie más podían alimentar. El niño y el anciano pidieron lo justo y necesario. Si todos os hubierais limitado a eso, el arbolito hubiera crecido mucho más rápido y copioso, pero está listo para la Navidad.

Y esta madrugada dos deseos. Para mí, ser siempre un poco niña. Para todos, el mejor fertilizante para crecer y hacer crecer: AMOR.





martes, 13 de diciembre de 2011

NAVIDAD EN UNA COMUNIDAD

CÓRDOBA/ CARTA ILUSTARADA
 /13/12/2011





Como ecos de tiempos muy remotos, hoy han regresado a mí imágenes, esencias, ambientes que no han lugar, por lo general, en nuestro mundo de hoy, en el que todo, llegadas estas fiestas, se reduce a comprar, viajar, comer y beber.

Hubo un tiempo en el que las familias, vecinos, amigos, etc., se daban cita para cantar, bailar y poco más en torno a belenes, carentes de todo, pero sobrados de ilusión y amor. Para los niños aquellas vivencias de hermandad y sueños compartidos marcaban pinceladas en el índice de nuestras vidas que ningún aire podría borrar.

Y es por eso que hoy he sentido renacer aquellos días inolvidables de mi infancia. Sí, una comunidad, la de Plaza Escultor Ruiz Olmos y tras días de trabajos, esfuerzos, búsqueda de recursos, voluntad y valores, no muy comunes, ha inaugurado su gran belén, en el salón social de su comunidad.

Un sin fin de niños, jóvenes, adultos mayores, todos a una, han colaborado en este singular y bello proyecto que ha abierto sus puertas entre chocolatada, dulces de todas clases, panderetas, zambombas y villancicos.

Un ejemplo a seguir porque, entre otras muchas cosas, es pedagogía que, aún en los rigores de una crisis, sacando aliento y entusiasmo, transmite, sobre todo a los más pequeños, a los adolescentes y a los jóvenes, la alegría de saberse acompañados, cómplices y autores de este creativo y fantástico sueño.

Una pandereta suena, y yo sí sé de dónde vendrá: de la Plaza Escultor Ruiz Olmos, que sus vecinos celebran la Navidad.

 
Isabel Agüera Espejo Saavedra



lunes, 5 de diciembre de 2011

Partir de cero

OPINÓN/ DIARIO CÓRDOBA
Agüera 06/12/2011



El, escuálido, enfermo, con deslucido uniforme de soldado, abrazando a un tiempo a mujer y cuatro hijos, empuja con rabia contenida una puerta y exclama: ¡Al fin estamos en nuestra casa! Ella, cobijada en el abrazo, casi niña de un día, vivido en los horrores de una guerra, lloraba y repetía: Se lo han llevado todo; no tenemos nada.
Pero él, con los soliviantos de bombas y trincheras golpeando todavía sus sienes, levantó la vista al cielo y exclamó: ¡Pero estamos vivos! Demos gracias a Dios. Tendremos que partir de cero. Y un rosal de exuberantes rosas amarillas, una mesa, un aparador, hierba crecida y nada. La vida por delante y la fe como bandera.

Se trata, sí, de un relato de una de mis obras, pero es real y no con intención de juzgar el pasado que como dijo Churchill sería perder el futuro, sino como dijo otro premio Nobel, Anatole France, solo con el pasado se forma el porvenir. Y por aproximarnos a citas más vivas y actuales, el artículo del pasado sábado de nuestro ilustre catedrático don Manuel Cuenca Toribio: Super adversa augere . Es decir: Hay que sobreponerse siempre a las dificultades. Y todo esto me viene dado por las fechas que celebramos y precisamente en tiempos de grandes dificultades: paro, desahucios, recortes, etcétera.

Cunde el desánimo y, por supuesto, me duele en el alma la situación de crisis mundial que atravesamos, pero mi canto a la esperanza fue la gran lección de mi padre, cuando mirando al cielo exclamó: ¡Pero estamos vivos! Partiremos de cero. No obstante, hoy el cero es más pequeñito que en años de la posguerra.

No dejemos, pues, que la hierba nos crezca y nos coma por los tejados de nuestras casas.
Salgamos a encontrar, a ganar el pan, pro pane lucrando , por seguir con Vicens Vives, y salgamos con esperanza, aunque sea partiendo de cero.



* Maestra y escritora