martes, 20 de noviembre de 2012

Lo más importante para niños/as

EDUCACIÓN/DIARIO CÓRDOBA
  21/11/2012 I. AGÜERA


En una ocasión me preguntó un niño: Maestra, ¿qué es lo más importante para ti? Sin pensarlo, y porque era verdad, le contesté: Ahora, y aquí, lo más importante eres tú; fuera de aquí, sigues siendo importante pero hay más cosas, ¿y para ti qué es lo más importante? Sin dudarlo, exclamo: ¡Tú, tú eres lo más importante aquí y fuera de aquí!
Conmovida por tan generosa y tierna respuesta, y con gran curiosidad, volví a preguntarle: ¿Y por qué soy yo tan importante para ti? ¡Ea! --exclamó de nuevo--. Porque me juegas y me enseñas.
Jamás las palabras de los niños han caído, para mí, en saco roto, sino que, por el contrario, me han servido, sobre todo, para aprender. Pero el saber qué y por qué era lo más importante para aquel niño, y posiblemente para otros muchos,  me llevó a reflexionar acerca de cómo a veces asistimos a clase casi por rutina, porque es nuestra forma de ganar un sueldo, etc.
Y seguro que nuestras preocupaciones, que sin duda las tenemos todos, nos llevan a un estado de inercia tal que las horas de clase se traducen en horas de mirar el reloj y soportar a los alumnos que, prácticamente, se nos tornan casi invisibles en lo que a sus sentimientos, preocupaciones, que también las tienen, e incluso depresiones, se refiere.
No obstante, basta mirarles detenidamente a los ojos para ver y entender cómo en ellos chispean los sueños y cómo bastaría un poco de atención y amor para ganar por completo su corazón, para convertirnos en lo más importante de sus vidas.
Me juegas y me enseñas --decía el pequeño--. ¡Qué gran responsabilidad! Y sí, la lúdica pedagógica ha sido siempre mi principio metodológico por excelencia. Jugar, crear, aprender...   Etiquetas que deberían enarbolarse en la mente de todos los maestros, porque seguro inundarán las mentes de todos los alumnos.
Un niño --escribí-- es un sueño.
Un maestro, la almohada donde conciliarlo.







lunes, 12 de noviembre de 2012

Día Internacional del Hombre

OPINIÓN / DIARIO CÓRODA
Agüera 13/11/2012

   
Al lado de mi cabaña
tengo una huerta y un madroñal
con mi cabaña y mi huerta, lere,
y mis madroños, lere,
que quiero más.

(Mi padre cantaba esta canción, y hoy la canto yo y  le digo:  También yo, papá, tengo cabaña y madroñal. Y algo de "huerta" Por eso, como tú, no quiero más.)
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Un día más de los muchos internacionales a lo largo del año: el 19 de noviembre, con todo un lujo de objetivos, Día Internacional del Hombre, que es lo suyo.
Para colaborar en la celebración de este día voy a referirme al gran hombre que fue mi padre y el de seis hermanos más y cuyo aniversario es hoy, diez de noviembre, cuando escribo este artículo.
Y es que por más que lo intento no logro olvidarme de aquella madrugada cuando la vida a mi alrededor seguía en rutinas y vulgaridades, y yo, que desde niña lloraba imaginando aquel momento, caí en la cuenta de que algo de mí había muerto también para siempre.
Delante de mí, una última fotografía y en ella su rostro es una mueca de tristeza, ausencia, lejanía en el que no obstante, siguen frescos, vivos, aquellos rasgos de hombre elegante, digno, sabio, bueno, por los que yo me sentía subyugada en mis años de niña, de joven y de adulta. Son muchos los objetivos diseñados para la celebración de este día, si bien para mí, en estos tiempos, destacaría la honradez por encima de todos, pilar este que soporta una gran cadena de valores como la justicia, tolerancia, igualdad, etc.
Dondequiera que trabajéis --nos decía mi padre-- hacedlo con honradez. Dondequiera que pongáis vuestras manos, dejad huellas de personas educadas, responsables, sinceras...
¿Qué más se podría desear y pedir en un día como este? Montos que andan por los suelos, que no hay llave que pueda cerrar manos prestas a sacar del cajón lo que puedan, que no hay reparo en ajustarse al poder caiga quien caiga, que el estraperlo de todo tipo se ha legalizado sin triquiñuelas, que, en definitiva, ya no hay que tirarse con el tren en marcha.
Para mi padre, en este día, las medallas de la honradez, trabajo, educación...
Medallas que reivindico para todos los hombres que, como él, izan valores para lograr un mundo mejor.



martes, 6 de noviembre de 2012

Los niños ante la muerte

EDUCACIÓN/ DIARIO CÓRDOBA
7/11/2012



Mentir a uni niño/a es cerrarle la puerta
de todas las  `posibles verdades.

Un niño de siete años llegó una mañana a clase con los ojos rojos de haber llorado. Mi abuelo se ha muerto --me dijo--, y dice mi madre que se ha dormido, pero yo lo que sé es que el cura se lo ha llevado al cementerio. Tratando de consolarlo, le dije: Es que en el cementerio se guardan todos los abuelitos dormidos... Muy resuelto, y yo diría que indignado, el pequeño exclamó: En el cementerio se guardan los muertos, y si mi abuelo está dormido, mejor que mi madre lo guarde en mi casa.
Avergonzada por mi torpeza reflexioné y me dije: Decirle la verdad es siempre el mejor remedio que podemos ofrecer a un niño. Una tontería para salir del paso puede resultar una mentira capaz de borrar todas las verdades que le queden por aprender en la vida.
Solo han pasado unas fechas del Día de los Difuntos y me parece, por tanto, recurrente el tema de la muerte, que en mucho sigue siendo tabú para la gran mayoría de padres y maestros. Por lo general, hasta los cinco años, los pequeños creen que la muerte no es algo definitivo e irreparable, sino que lo entienden como algo provisional y reversible.
Entre los 6 y 8 años, los niños comienzan a desarrollar un entendimiento más realista sobre la naturaleza y consecuencias de la muerte. Y no podemos evitarlo por mucho que queramos inventar mágicas historias que los alejen de la realidad: Si mi abuela está en el cielo --me decía otra pequeña--, ¿por qué no cae, cuando llueve? Tratar de protegerlos con explicaciones vagas o inexactas puede crearle ansiedad, confusión y desconfianza.
Yo creo que, cuanto antes, debemos educarlos en una aceptación serena de la realidad que es la vida y la muerte como proceso natural en todos los seres vivos.
Las explicaciones como "se fue al cielo" ó "está dormido" crean grandes interrogantes sin respuesta. Abrir, sin miedo, la puerta de la verdad debe ser lo primero siempre.