martes, 29 de octubre de 2013

Compañeros, más que maestros


DIARIO CÓRDOBA / EDUCACIÓN
ISABEL AGÜERA 30/10/2013


    
 Cada alumno/a es un misterio, una esperanza, un sueño.
                      Luego no tratemos de convertirlos en sumandos.                   

Sabido es por todos como al empezar el curso y recibir alumnos nuevos damos por hecho que traen el bagaje de conocimientos que les corresponden y nos limitamos a llevar a cabo el nuevo programa de temas. 
Pero he aquí que tropezamos con una realidad que, al reconocerla, culpamos a los compañeros que nos han precedido: no siempre ni todos los alumnos han alcanzado el nivel que deducimos por edad, curso, etc. ¿Qué hacer, pues? Por lo general, tras ese primer reprobar al profesorado antecesor, y así excusarnos de responsabilidades futuras que nos corresponden, un suma y sigue sin más que antes o después terminará en un rotundo fracaso. 
Tendríamos que rotularnos en oro la siguiente obviedad: no se puede edificar una segunda planta sin que haya una primera. Luego, antes de impartir nuevos conocimientos, habría que saber si hay base para sustentarlos. Y no importa que tengamos que descender y construir dicha base, asegurándonos, así, de que nuestra siembra va a estar bien abonada y, por consiguiente, nos dará el fruto deseado que no importará tanto su dimensión como su degustación que será siempre individualizada o lo que es igual, a medida de cada capacidad o talento. 
Yo no soy un maestro -dice Bernard Shaw-, solo un compañero de viaje al cual has preguntado el camino. Yo te señalé más allá, más allá de mí y de ti mismo.
 Y el camino que debemos señalar a cada alumno tiene que ser apto para la medida de sus pies. Café para todos no vale en educación. 
De ahí, que la enseñanza sea algo tan complejo que no se soluciona con cambios sobre cambios de sistemas, aireadas estadísticas, acusaciones políticas, etc. Hay que de una vez entender, y procurar los medios, para que entre otras cosas, la enseñanza sea   personalizada, porque no todos los alumnos aprenden lo mismo, ni siguen el mismo ritmo,  ni cuentan con los mismos medios. ni tienen el mismo grado de inteligencia. ¿Por qué, pues, medir con la misma vara?



jueves, 24 de octubre de 2013

lunes, 21 de octubre de 2013

Cuatro cosas


DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN 

ISABEL Agüera 22/10/2013

Prepara --me decía mi hija-- cuatro cosas que nos vamos a la playa a pasar el fin de semana! Y, ea, maletín que, con la boca abierta, parecía decirme: que soy muy pequeñito, que tus cuatro cosas no entran en mí. 
¡Madre mía que "batiburrillo"! ¡Llevaba razón mi maletín! Cámara de fotos, iPad, cámara de video, móvil y, ¡claro! sus correspondientes cargadores y descargadores. Y mi cabeza, como una agenda hablante, recordándome sin cesar más imprescindibles: la radio, el despertador, el MP3, las patillitas, las cremitas, las ropitas... Cuatro cosas que, sinceramente, eran un agobio. Mejor que dos días de playa, dejar de remover artilugios, pero he aquí que, sentada ante el maletín de la boca, que diga de la tapa abierta, me dije: ¡todo fuera, que dos días se pasan en un plis, plas! 
Pero, ¡qué va!,  fue que no, que todo se me hacía indispensable y es que hemos llegado a una forma de vida en la que en lugar de tener espacio para, relajadamente inspirar, espirar la brisa del mar, el aire puro de los campos o, sencillamente, respirar, convivir con nuestros familiares y amigos, pasear, etcétera, la hemos convertido en una talla barroca en la que los wasap nos comen sin pudor a cualquier hora del día o de la noche y que nos da igual estar en público que en privado. Las redes sociales, los blogs, los diarios mails, los podcasts --¡dichosos archivos que me traen de cabeza!--, lo nuevo de cada día por aquello que se decía de cómo quedarse parado es ir para atrás, pero yo creo que corremos más que el tío de la lista.
Personalmente creo haber llegado al límite, porque, en mi deseo de rozar la nada, espero, ansío  la noche, la oscuridad, los silencios de todo. 
Menos es más --dijo el precursor del minimalismo--. Y estoy convencida de que es así: nos sobra de todo y no obstante nos falta espacio vacío para vivir en plenitud los dos telediarios que nos puedan quedar.
Y la luna que se despedía porque iba de eclipse-


sábado, 19 de octubre de 2013

MUJER MALTRATADA

Mucho más que un cuento

     Corrían malos años aquellos primeros de mi magisterio.
  Mi residencia, una habitación en casa de vecinos. Permanecí en ella un curso, pero jamás podré olvidar a María. 
Ella, pequeñita, silenciosa, trabajadora, pareja del dueño de aquella fría, incómoda y destartalada vivienda, con cuatro hijos pequeños, de sol a sol, prestaba servicio a todos: limpieza, cocina, ropas…  Y en sus labios siempre una palabra amable, una sonrisa, un gesto humilde. 
No obstante en su rostro azulado podía adivinarse el sabor de muchas lágrimas calladas, de muchos miedos soportados, de una inmensa marea de interrogantes que le reventaban el alma sin respuestas.
Una noche y otra, yo la escuchaba, a través de las paredes, suplicando, llorando… ¡No me pegues, no me pegues! Y escuchaba golpes acompañados de  voces brutales de aquel hombre que, celoso y medio borracho, la agredía, la humillaba, la maltrataba.
Recuerdo que, me tapaba la cabeza con aquellas sábanas de lienzo moreno, como si me protegieran de  tamaña barbarie, pero mis noches se tornaban horas de  insomnio en las que mi corazón estallaba en fuertes latidos  de  rabia, impotencia… dolor.
Yo casi una niña sin recursos, denuncié, pero todo fueron oídos sordos. ¡Maldita sea!  Corrían otros tiempos.
Blanca paloma herida que mis manos trataban de acariciar

domingo, 13 de octubre de 2013

Por si le interesa a alguien


Queridos amigos/as_ Puede que alguno conozcáis ya el Blog que dedico a mis nietos y nietas, pero por si acaso no es así y os interesa, repito el enlace
Este curso, algunos de mis nietos y nietas han empezado a estudiar Filosofía y, como me pasaba a mí, cuando por primera vez cayó en mis manos un libro de texto de Filosofía. ¡Pues que no entienden ni palabra!
¿Solución? Preguntar a la abuela.
Y esta abuela trata, de forma lo más sencilla posible, de ayudarles en todo. Así que ahí estamos y es por eso que tal vez os guste conocer el siguiente enlace dedicado a ellos, a sus problemas, fiestas, etc.
...Ver más

jueves, 10 de octubre de 2013

MIEDO A PROTESTAR, RECLAMAR...


DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
8/ 10/2013

Suele decirse aquello de que la fuerza se nos va por la boca y como otros muchos dichos los repetimos sin caer en la cuenta de su verdadero significado. Una frase de Voltaire me hizo pensar, años ya, en el por qué somos tan dados a ser protestones, refunfuñones, gruñones de pasillo, de escalera y, no obstante, nos volvemos sepulcros a la hora de hablar, reclamar, protestar- dónde, cuándo y cómo debemos hacerlo. 
¡Los prejuicios, el miedo --dice el filósofo--, es la razón de los tontos! Y la razón de los listos --digo yo--, la razón y la fuerza es hacer oídos sordos a la minoría que osa alzar la voz y de paso descalificarla, anatematizarla y si fuera posible llevarla al cadalso. 
¡Bueno, bueno! Así nos van las cosas a todos los niveles. Sí no doblamos la espalda nadie nos montará encima. 
Sinceramente siento no solo pena sino repulsa, indignación, rabia cuando gente a la que he escuchado en la "antesala" quejarse hasta del color del pelo del "doctor", cuando lo tienen delante, cuando hay que dar un paso al frente, cuando una justa protesta se puede verbalizar, agachan la cabeza, cierran la boca y se conforman con cualquier diagnóstico por injusto y distante de lo correcto que sea. 
Por ahí se dice que tenemos libertad de expresión, pero nada más lejos de esa aireada libertad que nos enmudece ante el miedo a que nos señalen con el dedo --cosa que ocurre--, miedo a que tomen represalias --cosa que ocurre--. Miedo, tengo miedo, mucho miedo...
 Me decía una mujer no hace mucho: ¡Chica, es que tengo miedo tal y como están las cosas, cualquiera habla! ¿Miedo a qué? --le contesté--. Nacimos solos, moriremos solos, sufriremos, enfermaremos solos. ¿Miedo a que nos puedan llamar protestones? ¡Si lo somos! Pero, claro, la fuerza se nos va por la boca en los cruces, en las esquinas, ascensores, etcétera. 
Sinceramente, solo le tengo miedo a mi conciencia. Fin de la cita.

miércoles, 2 de octubre de 2013

MINI CUENTO EN EL DÍA DEL MAYOR

El pasado día uno se celebró el Día del mayor. Hoy con todo mi cariño escribo este sencillo relato que llevo grabado en el alma.




El señor del Jardín
Él, con sus pies torpes, sus infinitos achaques, sus noventa años, sus ojos pequeñitos, ensombrecidos por impenetrables cataratas, era, porque a mí así me lo parecía, el Señor del Jardín. 
Aristócrata de gestos, de palabras borradas  por un evidente párkinson, colgado de una descomunal pipa, a todas horas y por cualquier atajo del jardín, aparecía   
Mi nada, destinataria de sus torpes reverencias, lo saludaba, mitigando así la fatiga de sus  ojos turbios, donde siempre rutilaba una lágrima, y con los míos pegados a los suyos como  único horizonte de la hora, lo escuchaba.
Sí, entre temblores, trataba de contarme su honorable pasado. 
Un día, el Señor del Jardín, se fue para siempre. Alguien que paseaba, me miró y exclamó: Ya entregó la cuchara.
Era otoño. Los trenes, en trepidante zigzag cruzaban irreverentes el silencio del jardín. Un niño paseaba en bicicleta por el albero. El señor del jardín se fue y mis paseos se tornaron hojas secas bajo mis pies, revoleteo de papeles, despedida de pájaros emigrantes.
En el majestuoso tronco de una palmera escribí su nombre: Mariano.
Y en mi alma, una vez más:
                                       ¡Hasta luego, amigo!