lunes, 27 de enero de 2014

¿Por qué será?


DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
ISABEL Agüera 28/01/2014

Sí, eso, por qué será que llevo días con una musiquilla dentro de mí que repite aquello de la "rampa de Jalisco, que diga la raspa". Y claro, yo me pregunto: ¿Por qué será que confundo rampa con raspa? A lo mejor es porque oigo mucho más hablar de subida o bajada de una  rampa, que nada me importa, que de la justicia que tanto me importa. ¿Por qué será que las grandes audiencias de televisión se las apuntan los programas del corazón? A lo mejor es porque la gente lleva una vida monótona y sin alicientes, o por qué está cansada de escuchar temas de corrupción, política, mentiras y más mentiras o porque no hay mejores opciones televisivas y el cotilleo puede ser una vía de escape. ¿Por qué será que vivimos a mil por hora y nos come el estrés? A lo mejor es porque a los muchos problemas personales se suman las constantes y amenazadoras noticias: la gripe A, la B, la mortalidad, el IVA, la luz, esto y lo otro que sube, los sueldos que bajan, los amenazantes despidos… ¿Y por qué será que los ricos suben y los pobres también? ¿Y por qué será que me creo más y mejor las mentiras que yo me cuento, y creo menos, ¡mucho menos! las verdades que me cuentan los demás? A lo mejor es por aquello que decía Larra: "El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer".
Lo cierto es, y me duele, que, a pasos gigantes, retrocedemos en cultura, en educación y que a nuestra escala de valores morales, humamos y hasta divinos le hemos echado el cerrojo y por la puerta falsa se nos están colando la mala educación, el ningún respeto, el incorrecto hablar y escribir, la violencia, agresión, libertinaje, corrupción, el carpen diem, el no a las creencias, a la familia, a la honradez, a la bondad, etc. y claro, de la abundancia del corazón habla la boca y así llamamos tonto requetetonto  al bueno, honrado, prudente, cumplidor y responsable. ¿Por qué será? A lo mejor… No sé, no sé.
  Maestra y escritora 

martes, 21 de enero de 2014

Taller de socialización

Diario Córdoba/ Educación
22/1/2014

                             Trabajar en grupos es necesario para la socialización


Coincidieron en su opinión la mayoría de mis alumnos, tras terminar un proyecto de investigación que estaba concebido, en primer lugar, para promover el trabajo de grupos: Lo que más nos ha gustado del trabajo -decían- ha sido conocer las casas de nuestros amigos, conocer a sus familias, ver sus fotografías y también que, al terminar, aunque nos hemos peleado muchas veces, somos mejores amigos.
La socialización es el proceso que transforma al individuo biológico en individuo social por medio de la transmisión y el aprendizaje de la cultura de su sociedad. Con la socialización el individuo adquiere las capacidades que le permiten participar como miembro efectivo de los grupos y de la sociedad global.
Las principales agencias de la socialización son la familia, la escuela, el grupo de compañeros, el trabajo, los medios de comunicación, y hoy, con gran fuerza, las nuevas tecnologías. Pero he aquí que los educadores, por lo general, nos olvidamos por completo de que la educación es, en definitiva, un hecho social y que, como tal, las relaciones humanas se deben promover, incitar, activar..., sin tregua posible y mediante las estrategias que más convengan, dada la edad y circunstancias psico-evolutivas de los alumnos.
Pero nuestros métodos -justo salvar excepciones-, son estáticos, están estancados en el inmovilismo, hasta el punto de que, con nuestro ancestral concepto de la disciplina, obstaculizamos cualquier tipo de relación espontánea que pueda surgir, y esto lo hacemos en aras a la buena marcha de una clase que, sin saberlo, estará, posiblemente levantando entre los alumnos barreras infranqueables, con las cuales irán tropezando, en una absoluta inadaptación social, el resto de sus vidas.
El hombre debe hacerse, y en esta importante tarea a la escuela le toca un gran papel, pero esta maravilla no se logra practicando la individualidad social, imponiendo silencio absoluto en todo y para todo, basándonos en conductas  que aíslan, bloquean y cierran puertas.

lunes, 13 de enero de 2014

Banco de Medicamentos


OPNIÓN / DIARIO CÓRDOBA
BANCO DE MEDICAMENTOS
ISABEL Agüera 14/01/2014

Arrastrando un ictus llegaba a la farmacia un hombre de avanzada edad. En un trozo de sobre llevaba escrito el nombre de un medicamento. Sin mediar palabras lo puso en manos de una amable chica que, tras perderse unos instantes, regresó con él en la mano. Son 15 euros -dijo. De espaldas y con grandes dificultades de movimiento, contó y recontó un puñado de monedas que llevaba en el bolsillo. 
No, no le alcanzaban los 15 euros ni tan siquiera aproximadamente, por lo que dándose la vuelta, exclamó: lo siento; me lo llevaré otro día. Por supuesto no se fue sin aquel medicamento necesario para una pertinaz y bronca tos que mal disimulaba. 
Sinceramente sentí indignación, vergüenza, como ser humano que deseo ser ante todo, de que sucedan estas cosas. ¿Cómo es posible que tanto dinero se tire o como mínimo, se gaste en mil cosas innecesarias y no se le pueda recetar a un jubilado, enfermo, el medicamento que precisa? ¿Con 500 euros, por decir algo, que en muchos casos es bastante menos, se pueden cubrir gastos mínimamente básicos? Se los daría a este gobierno o al otro, que me da exactamente igual, a ver cómo vivían. 
Toda una vida de trabajo, cotizando y cumpliendo para aterrizar en tierra de nadie en la que ni tan siquiera la enfermedad merece un respeto! 
En estos días hemos visto en la tele grandes bancos de alimentos en los que la generosidad de la gente, que no es precisamente quien debe remediar los problemas generados por otros, llenaba las cestas de Navidad, pero yo hoy me pregunto: ¿hay bancos de medicamentos? La verdad es que no lo sé pero si es que no  habría que crearlos y así poder dar cobertura a tantos medicamentos retirados, apelando de nuevo a la ciudadanía, a la compasión y solidaridad. O sea, a la humillación que conlleva la caridad de otros tiempos, cuando se atenta a un derecho más que  ganado.

miércoles, 8 de enero de 2014

Carta a los niños/as


DIARIO CÓRDOBA/EDUCACIÓN
8/1/2014


Sois, queridos niños y niñas, como blancas palomitas en manos de vuestros educadores.
Dejaos acariciar por sus enseñanzas.

En el blog que dedico a mis nietos/as les escribo una carta que  hoy hago extensiva a todos los niños y niñas
Mis queridos niños: Se acabaron las vacaciones, y no lo bueno, como suele decir mucha gente cuando regresa al trabajo. Volver al trabajo, a las clases, al encuentro con antiguos y nuevos compañeros y maestros, al encuentro con vuestros libros y lo más importante: retomar la gran aventura de aprender, es el proyecto que hoy por hoy os toca vivir.
Me imagino que no estáis de acuerdo con todo lo que os digo, pero pensad por un momento cuántos niños, por muchas causas, como enfermedades, medios económicos, etcétera, no tienen la suerte de asistir a un colegio. ¡Qué no darían por madrugar, cargar su cartera y corred a la escuela!
Sois afortunados, aunque no lo veáis así ahora. Los seres humanos somos como vasijas vacías que precisan llenarse para valer algo.
A medida que vamos dando pasos en el saber es como si abriéramos el grifo y nuestra vasija se fuera llenando poquito a poco.
Tenéis que verlo así y tratar de que no solo sean conocimientos, sino también valores como el amor, respeto, responsabilidad, solidaridad...
¡Uf, qué montón de cosas os esperan además de la mochila nueva, el estuche y todos esos regalos de Reyes! Esta maestra, que tanto os quiere, os pide que penséis unos momentos en todo esto.
Estoy segura de que vuestras vidas serán maravillosas, lo cual no quiere decir que no encontraréis grandes y muchas dificultades en el camino, pero os ayudará la conciencia de haber ido llenando cada etapa de vuestras vidas sin dejar páginas en blanco en el almanaque que empezáis hoy mismo.
¡Ojalá seáis como antorchas encendidas que os iluminen e iluminen a los demás!, pero el saber, el comprender serán vuestros mejores aliados y en aprenderlos estáis hoy.




miércoles, 1 de enero de 2014

Palabra clave para el nuevo año, ilusión


              ¿Acaso no es ilusionante contemplar 
             esta maravillosa puesta de sol?

Ahora anochece. Ahora toca escribir. Ahora, cuando elijo tema, mis ojos se van al almanaque: último día del año. ¡UF, cómo pasa el tiempo! Por unos momentos siento que una sutil sombra depresiva avanza hacia mí con su carga de recuerdos y nostalgias. ¡Qué tiempo tan feliz aquel y el otro! 
Absorta en ilusiones pasadas, me salta a la memoria  palabras de A. Maurois: una ilusión eterna, o que por lo menos renazca en el alma de vez en cuando, no sólo está muy cerca de
 la realidad, sino que sin esa realidad no se puede vivir. 
Y ya sé algo: no son las fiestas, los regalos, las explosivas alegrías las que provocan bellos e ilusionantes días a los seres humanos. No, a pesar de la tremenda desgana de vivir que a 
veces nos invade, siempre podemos renacer con alguna pequeña ilusión que inventemos y hagamos realidad. 
Y sí, hay que poblar la vida de ilusiones. Hoy estoy convencida de que los sueños, casi siempre, hay que crearlos. La vida es un zigzag de altos y bajos que nos vapulean de un momento a otro sin intermedios. El almanaque dice que se acaba el año y que el tiempo se nos va liquidando. Yo me digo que el invento no puede conmigo. ¡Que no!, que no me asusta este fantasma don tiempo que parece devorarnos en fechas, urgencias, noches viejas, días nuevos.
Hagámonos felices, considerando que la ilusión procede de un  manantial interior del que podemos beber siempre. Si lo ignoramos, llegará a ser pozo  seco, montón de ruinas.
Un pequeño esfuerzo, amigos: ¡mirad al cielo y comprobad que ahí siguen las estrellas, juguetes eternos de nuestros ilusionados sueños! Nos toca transmitirlos, pero si nos perdemos en nuestros ya manidos recuerdos, estaremos haciendo de las ilusiones más jóvenes, flores marchitas.
Ahora que todo se etiqueta con palabras clave, expreso la mía favorita para el próximo año, no solo para mí sino para el mundo entero, en una palabra:  ilusión.