martes, 18 de febrero de 2014

Activar alertas

 DIARIO CÓRDOBA/EDUCACIÓN

 19/02/201



Los niños/ niñas sienten gran curiosidad por lo desconocido    


Es curioso observar la habilidad de los chicos para manejar el mouse de un PC. Parece como si éste hubiera nacido con ellos. Internet le ofrece todo tipo de páginas de contenido tan sumamente atractivo que es casi imposible resistirse a ellas. Pero en medio de la maraña de buenas páginas, la Web, como tela de araña, también teje hilos ocultos, negros. 

No hay que esforzarse mucho para descubrir con cuánta facilidad personas anónimas con ideas perversas pueden estar manejando los finos hilos de la sensibilidad de nuestros alumnos, incluso en el aula, con apariencias de estudio y junto a los maestros que, confiados, a veces, olvidan los graves problemas en los que pueden andar de forma camuflada los alumnos. 

Y no son historias que nos cuenta la tele cada día o que leamos y creamos como sucesos lejanos, no; yo misma he comprobado, con inmenso dolor, los cómodos caminos que proporcionan acceso y comunicación con niños desde los seis años. Sí, basta entrar en canales del chat para los más pequeños y, pasando por uno de ellos, obtener conversaciones sexuales, intercambio de fotos -engañosas por parte de los mayores- e incluso buscar encuentros cara a cara con chicos ajenos al riesgo que se exponen. 

Mi indignación y mi súplica no son otras que incitar a maestros y padres, primero y principal, a informar a los pequeños, incluso con ejemplos prácticos, lo fácil que resultan los engaños en la Web. En segundo lugar, con discreción, y de forma que no resulte un asalto despiadado a la privacidad, vigilar qué páginas son favoritas para nuestros alumnos e hijos, porque si este tipo de engaños nos suceden a los adultos, podremos digerirlos más o menos, pero cuando la presa es un niño, el daño físico y moral puede ser irreparable, y no solo en la Web, sino que idéntico peligro corren tras las brumosas aguas de los constantes e incontrolables whatsapp. 
Activar alertas, pues.



lunes, 10 de febrero de 2014

Subir como la espuma


DIARIO CÓDOBA / OPINÓN
ISABEL Agüera 11/02/2014

Estos días con tantas noticias sobre olas y espumas me han llevado al dicho popular "subir como la espuma", porque ¡hay que ver cómo trepaban las olas y se quedaban hasta pronto volver a su origen, a su normal posición de agua sin más! Pero, claro, tenían su momento de gloria, su momento de protagonismo. 
Y de las olas, las espumas y todo eso, me he extrapolado a la cotidianidad que hoy día nos deja perplejos: de la noche a la mañana, fulanito, menganito, como por arte de magia, del anonimato pasa a hacerse visible, actor de primera fila, presencia aquí y allá y más allá. 
Y ahora viene la pregunta: ¿y cómo se consigue eso? Cuentan que el Duque de Saboya usaba un jubón --chaqueta para entendernos-- de color rojo por un lado y blanco, del otro. Así el jubón alternaba color según conveniencias. ¿Y esto a dónde nos lleva? Pues, eso, que si con en esta marea de olas, espumas, famas repentinas y jubones bicolor, agitamos un poco la coctelera obtenemos el obsceno cóctel, con agrio sabor a cambio de chaqueta. 
O sea, hoy soy, ayer, fui, mañana, ya veremos. Tránsfuga se le llama en el argot político al que cambia de chaqueta y ¡hala a subir como la espuma! Pues de igual manera y para obtener mercedes, tanto culturales como profesionales, etcétera, hoy día lo tenemos fácil: nos colocamos una cazadora --queda mejor-- tecnicolor o montamos un tollo de mil demonios. 
Pero no todo vale a la hora de hacerse una persona conocida, porque hay que diferenciar entre ser "conocido" y famoso, y ser "querido" y famoso. 
Hay famosillos que los hemos oído miles de veces pronunciarse al revés, ayer, y hoy al derecho y viceversa. --¡madre mía qué mal queda esto!--, pero tan a gusto que viven en su momento de espuma y olvidan que la memoria de los amigos es tan larga que no solo recordarán al personajillo que quiso "bailar y pagó al músico", sino que perderán a los amigos
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