lunes, 28 de abril de 2014

Resucitemos cada día

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN

         Bellezas del cielo  que cada día lucen para nuestra contemplación 
DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
Es inenarrable el sentimiento de emoción que me embarga cada año cuando amanece el Domingo de Resurrección, entre olores de azahar, celindas, lirios... flores nuevas, en definitiva, tras la fría y larga noche de Viernes Santo. Es algo así como si, izándome de la tierra, me elevara a la búsqueda de un eterno abrazo con el universo infinito.
¡Qué paz! ¡Qué amor! ¡Qué misterio! A veces casi reclamamos, exigimos pruebas a Dios para medio creer en El, y las hay, sólo que necesitamos, eso, elevarnos por encima de lo material para descubrirlas, porque están ahí, rodeando nuestro cuello como abrazo de apasionado amante, y están ahí, tan pegadas a nuestras vidas que ni siquiera las reconocemos. Sucede que nos cegamos en la inútil espera de sucesos extraordinarios que podamos interpretar como llovidos del cielo y en respuestas a nuestros divinos desafíos. 
Todo en torno mío duerme.Es la madrugada del Domingo de Resurrección, y una especie de plegaria me escucho en los adentros. Gracias, Dios por haberme dado capacidad de renacer en los difíciles momentos de mi vida y así poder continuar contemplando las estrellas, la Osa Mayor, aquel "carro" que papá me señalaba en las negras noches del jardín de casa. Gracias por resucitar en mí cada mañana la capacidad de amar las mil cosas sencillas que descubro en los días. La vida no es fácil. Las más de las veces, una pesada y punzante cuesta arriba. De ahí que cada día vayamos muriendo un poco, pero de ahí, sobre todo, que cada día tengamos que beber, sorbo a sorbo, el divino elixir del amor y la esperanza, y resucitar, como resucita la primavera, como resucitan los pájaros cada año en sus nidos.
Y termino con versos de un querido amigo R.M. Navarrete: Quiero que existas, Dios / porque si Tú existes en algún lado / se detendrá el reloj en la hora de siempre / y daremos de nuevo cuerda al corazón parado.

martes, 22 de abril de 2014

Día del libro


EN EL DÍA DEL LIBRO, UN BESO Y UN FRAGMENTO POETICO DE MI OBRA INÉDITA: “RECUERDOS”


                         Precioso  Puente Romano de mi pueblo, casi único tal cual. Maravilloso.

Atardeceres de mi pueblo en primavera. Calles largas de sol, poseídas ya por generosa floración de geranios y gitanillas, algarabía de chiquillos en horas de recreo, piar de pájaros que sobrevuelan árboles y  tejados, bandadas de vencejos en sonora algarabía por los campanarios y  un verde en los campos crecidos en lluvia y soles.
Como los trigos, las cigüeñas, las amapolas, llegaban  también, cada año, con la primavera, los gitanos. Y llegaban con sus canastillas de mimbre y graciosas  “enjugaderas”, con sus cacharros de hojalata y cargados de churumbeles  que, medio en cueros, corrían por las calles  en creativos bailoteos, agradecioendo la caridad de la gente.
Y recuerdo una tarde, casi única en mi vida. El sol en anaranjado crepúsculo declinaba dorando las piedras del viejo puente romano. El cementerio, crecido en cipreses que  zigzagueaba en sombra por el río. Las  calles, las plazoletas, balcones y ventanas lentamente abandonaban el  silencio negro, misterio, miedo, secuelas trágicas en aquellos años de la posguerra. Los religiosos toques del Ángelus irrumpían como halo de paz y oración.
Y yo, niña de cuentos, juegos, niña de sueños, desafiando encantamientos y maleficios, me acerqué al mísero y humeante campamento gitano, aparcado bajo nuestro singular puente romano, dibujo del más bello de mis mágicos sueños.
Y allí, una burra seca que se revolcaba en el tierno verde de la hierba, y canalillos de agua que corrían por entre los pies descalzos de los gitanos,  y canciones, palmas y zapateados, y allí, fuego, mantas por los suelos, ramos de jazmines, garrafas de agua...Y allí mi más insólito descubrimiento, un indescriptible olor, mezcla de paja, pringue, humo, caminos, conjuros, magias… historias.
Daban las doce campanadas de la noche en el reloj del Ayuntamiento. Por mi balcón una luna llena que me arrebataba en precoces éxtasis de nostalgia. Imaginaba al campamento gitano tendido en el suelo, bajo las estrellas, canto precoz de grillos, aire mago de la noche en sus rostros.
 Y aquella niña de diez años escribió en la tela de su almohada, una singular frase: Quiero ser gitana.

miércoles, 16 de abril de 2014

Día del Amor Fraterno




Cuando mi voz calle, mi corazón seguirá hablando de  amor-
               Para mis amigos/as con amor.   Córdoba 17 / 4/ 2014  
u
 Necesito el amor de una madre que me cuide, que me abrace, que me repita: te quiero mucho, mucho, mucho.., que me llame reina, cielo, vida, ángel ... Una madre que me adivine, que me acompañe, que no me ponga excusas… sí; necesito una madre que me repita: te quiero más que a mi vida.
Necesito el amor de un padre que me dé seguridad, que me proteja, que me haga sentir importante, que me llame, mi niña linda, preciosa, mi niña lista Un padre, que me hable de estrellas, que me cuente cuentos…, sí necesito a     un padre.
Necesito el amor de amigos y amigas que no me juzguen, que no me exijan, que no me abandonen, que sepan de mí sin condiciones, que me llamen por teléfono, que me escriban... Que me consideren, simplemente, amiga. Amigos/as, sí, los necesito.
Necesito el amor de un compañero para compartir mares y montañas, amaneceres y crespúsculos, para compartir almohada y paseos, felicidad y lágrimas, para que me dedique un verso, para que me invite a   café... Para seguir sintiéndome joven y guapa... Sí, necesito el amor de un compañero que acepte caminar conmigo en la misma dirección, mirando al mismo horizonte, pero no con los mismos ojos.
Necesito el amor de los niños para que me den paz, alegría, ilusión, inocencia , juegos, magia ... Para que me pregunten, para que me respondan, para que me digan: maestra, un cuento. Sí, necesito el amor de los niños
  Necesito el amor de mis nietos para que me digan, abuela, natillas, abuela chocolate, abuela, una chuche, abuela eres la mejor abuela del mundo… Si, necesito el amor de mis nietos para que me repitan: abuela guapa,  te quiero mucho.
Sí, necesito el amor, que tengo, de mis hijos y familia pero ...
¿Qué necesitarán los demás? Puede que lo sepa. ¡Sí que lo sé!: Lo mismo, lo mismito que yo. Entonces ...Entonces no hay margarita que deshojar. Digo, definitivamente, sí al amor que todos necesitamos y que, desde mí, quiero repartir generosamente, como madre, como amiga, como padre, como niña...
Ahí va una preciosa rosa, amigo, amiga, la prueba de mi decisión a amar en la medida que deseo ser amada








viernes, 11 de abril de 2014

Nazareno con temblor de cirios


Hoy, viernes de Dolores es día de pregones en los pueblos y ciudades. Con gran emoción fui, hace unos años, pregonera de la Semana Santa de mi querido pueblo, Villa del Río. Y como homenaje a mis paisanos, amigos y familiares, un resumen de aquel pregón inolvidable.      

    
"Lágrimas hay en el aire / reflejos de luna verde / mi Dios con temblor de cirios / por la calle viene"

NAZARENO CON TEMBLOR DE CIRIOS                                          
Tañe la campana del convento, y en las calles, en las casas, en las puertas... la tenue luz del alba comienza a desbaratar el sutil halo de la madrugada. Es Viernes Santo. Ya Jesús ha sido azotado, coronado de espinas, condenado... Ya,  nazareno que camina roto bajo el peso de la cruz, es sólo mirada que nos sale al paso en agonía y nos lacera el alma y nos silencia en palabras que se tornan suspiros y soledad en el esplendor  de luces en primavera. ¡Qué solos nos sentimos los hombres! ¡Qué grande Jesús Nazareno!
"¿Cómo a los hombres, Señor, sonríes / mientras sollozan tus sentidos / y te azotan los lívidos silbidos / que estampan la columna de rubí..? / ¿Cómo es posible que tu amor confíes / a los hombres, Señor, endurecidos Y cómo de tus labios doloridos / el ámbar dulce del perdón deslíes..?"
Nuestro Padre Jesús se dirige a la plaza. Allí la tradición y la historia  petrificadas en un ancestral castillo, allí, a mano de su túnica morada, las viejas aceñas del río, los “tamujares” del puente romano, los chispeantes murmullos de los modernos surtidores, allí, ante su Nazareno, puede escucharse  el sobrecogedor silencio de un pueblo  que suspira, que, año tras año, espera expectante el encuentro con el apóstol amado, Juan, el encuentro con la mujer pecadora, María Magdalena, el encuentro, dolor y angustia, con su madre, Nuestra Señora de la Soledad.
Y cuántas lágrimas derramadas al repique del tambor! Son los recuerdos de otros tiempos, y son los años vividos en tradiciones que nos hicieron crecer en amor a nuestro pueblo, y son ausencias de seres  queridos que nos precedieron y que otros Viernes Santo, presencia viva, estaban allí, como están los naranjos, las cigüeñas, como sigue, y nos embriaga, el azahar en primavera.
"Lágrimas hay en el aire / reflejos de luna verde / mi Dios con temblor de cirios / por la calle viene"
Y la sentencia cantada se cumple, y el cuerpo ensangrentado de Cristo, sobre la cruz clavado, a hombros de briosa juventud, recorre las calles del pueblo que se torna alfombras de luto, mantillas, saetas, tambores, trompetas... Lloran el jardín del Lirio y las aceñas del Guadalquivir;  lloran mujeres y hombres; llora el mundo; se oscurece el sol. Dios ha muerto y un toque de queda nos conjura a velar con fervor, con esperanza, con amor, porque al tercer día, Cristo resucitará.
Pero el Viernes Santo es noche, y es silencio y es tremenda Soledad.