lunes, 29 de septiembre de 2014

Acuerdos Universales


DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
 30/09/2014
Políticos y sabios se reunieron en una gran mansión para ver la forma de encontrar acuerdos con los que pudieran resolverse problemas mundiales. 
Cuando estaban en plena jornada, irrumpió en la sala una anciana con un ramo de rosas que, silenciosamente, colocó sobre una mesa. ¡Viejas chocheando! --exclamaron--. Más tarde, entró un niño cabalgando sobre un palo y alegremente exclamó: ¡Tengo un caballo! ¡Fuera! ¡Fuera, niño...! ¿Quién lo ha dejado entrar? Que lo castiguen, que lo eduquen. Cuando llegó la hora del refrigerio, lo sirvió un joven ataviado a estilo punki . Encolerizados aquellos hombres, gritaron: ¡Gamberro, delincuente! Una vez terminada la sesión de trabajo y con brillantes acuerdos debajo del brazo, se despedían. De repente, un pacífico perro se les acercó, husmeando sus zapatos. Uno de los hombres ilustres, de una patada lo espantó, al tiempo que exclamaba: ¡Chuchos callejeros! ¡Que los aten! ¡Que los maten! Y se despidieron satisfechos; los problemas del mundo, estaban en vías de resolverse. 
Hasta aquí mi relato. Asambleas Generales, Cumbres Internacionales, Reunión de Mandatarios aquí y allá, y una, yo por ejemplo, que tal vez sea una ignorante, se pregunta: ¿y que hay de las "cosas de comer"?, porque, claro, bien informados estamos del color de las lujosas indumentarias de las consortes, pero la verdad es que muchos jubilados, con la pensión que cobran, seguirán sin poder encender ni una mala bombilla, ni un mal brasero este invierno, ni podrán pagarse sus medicamentos. ¿Y qué hay de la educación?, porque la verdad es que siguen y aumentan los alumnos que no podrán costearse estudio alguno. ¿Y qué hay para los jóvenes que ni estudian ni trabajan. ¿Y para el maltrato animal?, porque aquí siguen en vigor prácticas primitivas y sanguinarias...Menos reuniones, menos comilonas, menos lujos y más mirar para abajo y saber cómo anda el personal. Por la boca muere el pez. ¡Ay, ay, cómo se lo lleva el río!



lunes, 22 de septiembre de 2014

Ya estamos en el otoño



Para vosotros, amigos/as

Ya  estamos en el otoño.  
Y hojas que caen, y pájaros que emigran,
y tormentas, chaparrones, recuerdos, nostalgia,
 música, sí, remanso de agua clara,
 latidos cálidos que se escapan de la lira que es mi alma.

Árboles amarillos sobre el verde pardo del jardín
Fresca brisa que enmudece y renace mi alma.

Llega el pardo de las hojas, ya.
Filigrana de nubes, ya.
Aquí, en este jardín de sol tras la lluvia,
nítidas voces de niños en juegos lejanos.
Huellas sobre el albero.
Paseos abandonados…

Un tren,  dos trenes...

Y en este mi solitario bosque de felicidad
un puñado de diáfanos paisajes,
nevada colmena que late por las celdillas,
mieles de mi corazón,
que se avientan y  tornan ecos. 

Ya estamos en el otoño,
Y mi alma anclada en plácida orilla de un mar
 que dejando atrás oscuridades
 sólo mueve brisas y entona himnos 
a la belleza oculta de las cosas
en esta hora de quietud,
en esta hora de visajes, interrogantes, contrastes,
en esta hora de profundas reflexiones.
                 En esta hora de vida y muerte.

Ya estamos en el otoño


lunes, 15 de septiembre de 2014

Stop, móviles


OPINIÓN / DIARIO CÓRDOBA
ISABEL AGÜERA
De siempre se ha dicho que los hijos al nacer traen un pan debajo del brazo, pero hoy, cuando en la puerta de una cafetería he visto a cuatro niños, de no más de ocho años, sentados en el escalón y embelesados con sus respectivos móviles, he concluido que lo que traen los niños hoy, y no debajo del brazo sino entre las manos, es un móvil.
Para nada me considero retrógrada, pero he sentido pena al ver a niños tan pequeños ausentes del entorno y sin el menor atisbo de movimiento y juego. 
Muchas veces he explicado el juego simbólico de Piaget por el cual el niño, y mediante el juego, va asimilando la realidad de los mayores e incorporándola de forma que la pueda dominar, revivir, asumir etc. ¿Quiénes de los mayores no hemos jugado a los médicos, a las casitas, a las tiendas, por ejemplo? Este tipo de juegos era muy importante, debido a que el lenguaje estaba muy presente en ellos, así como la capacidad imaginativa y creativa. 
El vivir de hoy tan ausente está contribuyendo a un estancamiento de facultades, sobre todo de la memoria. Me decía un joven no hace mucho cómo estaba preocupado por la pérdida de memoria que sufría. Y no es extraño que así sea. La memoria es una facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerdan las cosas, pero funciona como una grabadora. Es decir, por mucho que veamos, oigamos o leamos, si no le damos al clic de grabar, lo que equivale a interiorizar, nada nos queda.  
La imitación de la realidad, mediante el juego se fue al garete. No hay círculo mágico para los niños: los móviles lo han reventado sin piedad y las consecuencias no se harán esperar: perdida de memoria, de visión, capacidad de atención, concentración, fotofobia, columna, etc. Si los mayores apagáramos los móviles, y puesto que  juegan a imitarnos, nuestros niños nos copiarían, aunque, eso sí, nos darían más ruido, pero  serían, jóvenes, adultos, más sanos física y mentalmente.
Insufrible, angustioso e indignante es asistir al espectáculo de adultos que  les da igual estar con amigos, en una Conferencia o en el cine: móviles en mano se aíslan y punto. Stop a los móviles, por favor.

lunes, 1 de septiembre de 2014

El drama de los mayores


DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
ISABEL Agüera 02/09/2014
                  
                   De mis soledades vengo/ a mis soledades voy…


Ni estoy bien ni mal conmigo, más dice el entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo  (Lope de Vega). ¡Cuántas veces he leído este poema! Ayer mismo fue la última y tras escuchar a un anciano que me contaba su vida. Sí, porque, con resignación, se lamentaba de cómo llega un momento en el que el alma no cabe en el cuerpo --decía--, porque una cosa es querer y otra poder. 
Me pareció entenderlo bien porque los años, pasito a pasito, nos van segando, o al menos debilitando, facultades a todos, pero como dice Amiel, "saber envejecer es la obra maestra de la vida", y no digamos cuánto valor y voluntad hay que derrochar ante el tremendo drama del que se va aproximando a la vejez, sintiendo, no obstante, que su alma sigue siendo muy parecida a aquella con la que jugaba cuando era niño. Pero todo pasa a dar error: la vista, el oído, los dientes, las piernas, los dolores, el cansancio... Una mijita de pulmón, una mijita de corazón, la tensión, el azúcar, etc. etc. y como me decía este buen hombre, parece una total insurrección que te niega, prácticamente, la posibilidad de seguir mínimamente haciendo aquello que deseas. 
Y a todo esto habría que añadir una especie de constante justificación ante los demás por seguir existiendo, ya que las expresiones que te rodean suenan a reproches: "¡Pues yo firmaría por llegar a tu edad!" "¡Y vaya si te has cargado ya a gente!", etc. Y no digamos la incomprensión que conllevan frases como estas: "Es que no quieres moverte", "es que te has vuelto muy cómodo", etc. 
Y el anciano, con su alma de niño y con lágrimas en los ojos, sigue soñando con el mar, y con escapadas a la montaña y con sus horas de amigos y vivencias compartidas, y con amores, besos y palabras que fueron música en sus oídos y alegría en su caminar, pero, error, sobre error, sin haberlo leído ni tan siquiera una vez, repite o inventa los versos de Lope: "De mis soledades vengo, a mi soledades, voy".