martes, 20 de octubre de 2015

Educar para la felicidad

DIARIO  CÓRDOBA/EDUCACIÓN
 21/10/2015

Niños felices, niños con futuro

Recuerdo que ni un sólo caramelo saboreé a gusto en los años de mi infancia.  Se suponía que ni un céntimo podía gastar en superficialidades entre las cuales, claro, estaba el prosaico caramelo. Cualquier perrilla que cayera en mis manos tendría que acabar en la hucha de los chinitos o negritos, Muchos sacrificios se nos imponían: renuncias, miedos que nos crearon una conciencia negativa con respecto a todo lo placentero. De ahí que hoy tanta gente mayor no sepa gozar de la vida como no se esté constantemente flagelando.
Pero de ahí también que haya tan poco respeto, tanta intransigencia, dureza y agresividad con respecto a los demás. Es como si quisiéramos transferir a cuantos nos rodean nuestras ancestrales frustraciones.
En educación hay que tener siempre muy presente el futuro. Es decir, el sembrador debe conocer la dimensión de su cosecha en cuanto a rentabilidad, utilidad, proyección, etc. Padres y maestros debemos ser conscientes de que no podemos transferir nuestras frustraciones, así como que  la felicidad no es un bien que pertenezca, expresamente, a los vaivenes de la vida, sino que, ante todo, es una actitud que hay que potenciar desde el convencimiento de que todo está preparado para la felicidad; sólo falta descubrirlo y no son precisamente grandes acontecimientos. Es evidente que los niños no son felices con las muchas y sofisticadas cosas que ponemos en sus manos y con el agobio que le propiciamos de tareas más clases de todo.  

Sería preciso dedicarles más tiempo, educarlos para saber gozar también de lo pequeño y cotidiano y, sobre todo, hacerles más espacio al ocio, al juego, a la convivencia familiar y dialogada. Entenderían así que la vida no es una estación de espera donde. acomodados y ausentes de cuanto nos rodea, mientras manejamos  el móvil o la Tablet, puede llegarnos empaquetada la felicidad, sino que, en paladear un simple paseo, puede haber mucho de felicidad. Falta que los mayores así lo entendamos, lo vivamos, lo compartamos... 
Falta que los educadores seamos felices, porque de lo contrario, ¿cómo sacar agua de un pozo seco? ¿Y qué  futuro estamos construyendo? Bastante deshumanizados, agresivos, infelices... somos ya. Y no olvidemos que niños felices, hombres y mujeres, seguro, con un futuro mejor.

martes, 6 de octubre de 2015

Reforma del Pensamiento

DIARIO CÓRDOBA / EDUCACIÓN
07/10/2015


A veces pienso que en tantos años de colaboración en este suplemento, todo o casi todo por mi parte está dicho. No obstante, pasan los años, pasan generaciones de maestros y alumnos y la escuela permanece inamovible y es que se precisa decisión y valor para dejar atrás aquellas certezas que durante nuestra vida han ido arraigando como imperecederas en nuestro cerebro y configurando nuestra manera de ser y pensar.
Cambiar de mentalidad viene a ser algo así como arrojarse al vacío con el paracaídas cerrado, pero vale la pena el salto porque nos sitúa en la realidad presente y nos hace progresar hacia mejor futuro. Quedarse estancados es negarse a las evidencias. Si queremos, y necesitamos, adultos que piensen por sí mismos, debemos educar a los alumnos para que piensen por sí mismos.
Es decir, tiene que surgir en el maestro el pensamiento rupturista que rompa linealidades y busque aquellos indicios por los que nuestra época se presenta creativa, crítica, competitiva, selectiva… Epoca multicolor en personas de distintos aires y años, paisajes y colores, lenguas y palabras, que entrelazadas en un mismo sueño y esfuerzo quieren que este mundo sea para los alumnos certeza de que su humano futuro existe.
Ese sueño y esfuerzo habita en el mundo de la filosofía y de la educación. De ahí el insistir, año tras año, a los educadores en general, la urgencia de poner en marcha la dinámica que favorezca esta comunidad de indagación que no se propone, precisamente, convertir a los niños en filósofos sino en conducirlos hacia el desarrollo de un pensamiento divergente, una actitud crítica, objetiva, constructiva, sabiendo evaluar el mundo y a sí mismos.

Los educadores de hoy tienen que ser conscientes de la necesidad de preparar al alumnado para no dejarse arrastrar por la inmensa corriente de los medios y saber estar informados objetivamente, para ser libres en sus elecciones y expresiones, para entender y dar la mano al que viene y al que va, para ser, en definitiva, ciudadanos universales de un mundo  nuevo donde brille el sol sin intereses, sin diferencias, sin injusticias, sin pobreza…