miércoles, 29 de marzo de 2017

Enseñar sin paredes

Miércoles 29 de marzo de 2017
Buen día, amigos: De nuevo, prensa y esta vez en el Suplemento de Educación en el que llevo colaborando más de treinta años, semana tras semana, siempre  reivindicando  una enseñanza más humanizada, creativa y acorde con los tiempos. El tema de hoy puede que os choque un poco, pero es sinceramente lo que pienso de cara a los alumnos mayores. Opinad cómo mejor osparezca.

DIARIO CÓRDOBA/EDUCACIÓN
Hace unos días me comentaba un compañero: cuando yo era chaval, si me descuidaba en la escuela, el maestro me pegaba, y ahora, si me descuido, son los alumnos los que me pegan a mí. Estas palabras, acerca de lo que pasaba antes y de lo que pasa ahora son clarísimo exponente de un cambio generacional en el que a padres y maestros se nos han ido de las manos los papeles, al no haber sido capaces de mantener en su justo término el equilibrio de una balanza, cuyo fiel se hizo añicos, cuando mal entendimos palabras como libertad, comprensión, respeto...
Hoy los padres han afinado tanto el oído que hasta han aprendido a protestar, denunciar cualquier ñoñez. Dadas estas circunstancias, y salvando las excepciones, que también las hay, la mayoría de los alumnos, rodeados por el hedonismo reinante, y amparados en derechos y libertades, acuden a las aulas por pura obligación, y lo hacen sin espíritu de superación, sin ánimo de trabajar, sin interés por aprender. Es por eso que, desde mi punto de vista y dadas las actuales circunstancias, imposibles de analizar en tan corto espacio, pero que vistas y vividas desde el día a día en las aulas, resultan un mal insoportable para los alumnos y auténtica tortura, a veces, para maestros, desprovistos, prácticamente de posible apoyo y defensa, y es por eso, digo, que habría que pensar, ya, en un profundo y revolucionario debate para cuestionarnos si, a partir de una determinada edad, ¿no sería más conveniente la supresión diaria y obligatoria de asistencia a las aulas?.

Hoy en día las nuevas tecnologías nos ponen al servicio de la educación, nuevas herramientas para constatar, preguntar, etc. Si bien haya días y horas presenciales, bibliotecas, centros de recursos a los que libremente tengan acceso los alumnos, atendidos siempre por el profesorado. Los cambios del sistema no son suficientes. Hay que, con valentía, afrontar cambios muy profundos para todas las etapas, que continuamos sin dar la vuelta completa a las urgencias de los tiempos.

sábado, 11 de marzo de 2017

Querida mamá





Y te miro y te veo en esa sonrisa teñida de un algo mágico 
entre sereno y nostálgico. 
¡Qué guapa te veo, mi querida mamá!

Vivir en el corazón de los que dejamos detrás de nosotros no es morir. Campbell.
Es por eso que al cumplirse  cuarente y dos  años de tu muerte, querida mamá, tú sigas viva en mí,  pero de forma especial en esta madrugada de marzo, que empieza a oler a azahar  y cuando a solas en este piso grande, casi reducido ahora  al espacio de mi escritorio, tengo que sacar mis mejores palabras, como siempre, para plasmarlas en este reducida área de mi ordenador.
Y mis palabras, hoy, no pueden ser otras que la expresión más fervorosa y cálida hacia aquella mujer que fuiste, nada convencional, culta, exquisita, caritativa... en tan difíciles años que te tocaron vivir. Te recuerdo cultivando violetas y jazmines. Te recuerdo celosa de tus pequeñas y bellísimas propiedades: cajita de música, rosario, pañuelos, libros... Te recuerdo, que todavía se conserva en tus ropas, en aquel perfume de rosas que era rastro de tu presencia y también de tus ausencias.
¡Cuánto te quise, mamá! ¡Cuánto lloraba en la soledad de mis noches de niña, imaginando tu muerte! ¡Cuánto gozaba sentada junto a ti, sin que tú, sumida siempre en un mundo de sueños imposibles, apenas me notaras! ¡Cuánto sufría con tu precaria salud! Quiero tener fe y pensar que  yo también sigo viva para ti, y es por eso que constantemente te sueño, te busco, te hablo... Quiero decirte que sigo siendo aquella niña buena para todos que recogía las plumas caídas de los pajarillos, que protegía a los niños pobres, que perdida en los rincones del jardín, escribía poesías y cuentos. No, no me he prostituido jamás porque mis causas siguen siendo la verdad, la justicia, el amor por todos los seres humanos.

A veces, como hoy, me eternizo en este rincón sin saber cómo seguir el camino donde tantas ausencias me han dejado huellas profundas. Te sigo necesitando, mamá, para que me recuerdes que tengo que comer, para que me des un precioso pañuelillo para secar mis lágrimas, para que me acompañes en el silencio de tus largos rezos… Tú no has muerto, mamá; sigues viva en mí y en todas las cosas bellas de este mundo. Sí, te oigo, te veo,, te siento; eres tú, mi querida mamá.