martes, 20 de marzo de 2018

Dialogando con un Poeta

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
Un año más llega el gran Día de la Poesía. Me anticipo unas horas para rememorar cartas y versos de un gran poeta, Cristóbal Vega, de un gran amigo que se nos fue con la primavera.
¡Qué amargos resultan los adioses a tantas cosas que nunca supimos ver! --me decía-- Al sauce de viejas ramas donde al despuntar el día canta alegre la calandria. Al gorrioncillo audaz que llega a nuestra ventana a traernos el mensaje de su tosca serenata...
Querido amigo Vega: tú lo dijiste: «no lloradle. No se ha ido; está aquí: no mueren los poetas». Tus versos, tus cartas, tus escritos son hoy testigos de mis lágrimas. Yo sé que no te has ido porque el aliento vivo de tus versos palpita entre mis manos y es tapiz hoy de lujo en mi casa...
«¡Ay, Isabel, tu terraza! / Donde un canario canta sus bellos trinos al alba / para una elegante novia de lunas y estrellas blancas / que quiere ser luz y faro para los mares eternos / de eternas madrugadas».
¡Cuántos poemas, cuánta bondad, humildad y belleza oculta en una biografía de silencios y amores!
«Despedirse de la flor, del jardín, de la apacible lluvia que cae blandamente sobre el claro silencio de las noches nostálgicas... ¡Y no ver más las estrellas del alba!».
No, amigo, tan solo es un poema. A ti te quedan, al menos, mis primaveras, sonrisas, bellas tardes románticas, te quedan mis mariposas, lunas blancas y palomos trovadores que a la paloma cantan. No me dejes, por favor, sin tus versos, no me dejes sin tus cartas, porque puede que tus silencios me laceren por siempre el alma.
«¡Mira, mira, Isabel, cómo sigue vivo el sol! ¡Mira cómo sigue viva la mañana! No te mando un adiós, sino un, hasta mañana. Ahora ya ¡todo es nada! Un recuerdo perdido... Y un beso en la nostalgia».
Wilde dice: «Hay que elegir a los amigos por su elegancia y belleza». No sé qué viste en mí, pero nadie como tú valoró los sueños de esta mujer que recibía, cada día, tus versos y poesías.
* Maestra y escritora


PUBLI


miércoles, 7 de marzo de 2018

INTEGRACIÓN Y PROBLEMAS

DIARIO CÓDOBA / EDUCACIÓN

A estas alturas, y como si de un tema tabú se tratara, los maestros y maestras, con respecto al tema de la integración, optan por aceptar, y aparentemente de buen grado, a cuantos alumnos de especiales características les son asignados. Para mí el tema, ni es tabú, ni tan complejo y penoso como resulta en la práctica cotidiana, porque la cuestión es clara: ¿es posible o no es posible la deseada, aireada y, por qué no decirlo, hasta sufrida integración? Por mis aulas, en tantos años, cuando la palabra integración no formaba parte del vocabulario habitual en educación, pasaron niños sordos, ciegos, paralíticos, etc. Y mis estrategias y amor por ellos eran remedio infalible, pero eran alumnos que tenían facultades para entender y relacionarse.
Otra cosa bien distinta es el sueño de integrar a toda consta determinados alumnos con deficiencias tales que la imprescindible comunicación es por excelencia una utopía que, en la rutina de los días, se traduce en perjuicio para los demás alumnos, quejas de los padres y carga insufrible para los profesores en cuyas espaldas se carga toda la responsabilidad.
El elemento fundamental para desarrollar un buen aprendizaje es la creación de un clima adecuado en el aula. Dice Rogers: «debemos encontrar un modo de desarrollar un clima en el sistema que esté centrado en la facilitación del aprendizaje». Y esto consiste en contribuir para que las personas evolucionen según sus propios intereses, que estén interesados, abiertos a la investigación, al diálogo, opinión, etc.
La atención, el interés, la participación, etc, son, por tanto, factores imprescindibles, y de este modo, solo así, cuando el alumno se sitúe en algunos de estos niveles, será posible la integración. El forzar igualdad, cuando existen eficiencias que lo hacen imposible, no deja de ser una cruz para el profesorado.


martes, 6 de marzo de 2018

MUJERES A ESCENA

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN

Próximo el Día de la mujer trabajadora, me salta a la memoria una historia que me emocionó y no he olvidado. Hace años conocí a una buena mujer que, cada madrugada, camino del trabajo, se detenía a desayunar en mi cafetería habitual en aquel tiempo. De vez en cuando la invitaba a café y compartíamos un rato de charla. Me contaba que tenía tres hijos pero que los tres estaban lejos, y que ella todas las noche, por muy cansada que llegara del trabajo, antes de irse a la cama, se acostaba un rato en cada una de las tres camas de sus hijos con el fin de calentarlas y por la mañana encontrarlas deshechas, haciéndose así la idea de que dormían allí. Les cambiaba las sábanas, las volvía a hacer, etcétera. 
La verdad es que más amor y ternura, imposible. Hoy, aquella mujer ya no existe. El maldito alzhéimer la ha dejado perdida en un túnel de oscuridades y olvidos. Alguien ajeno a esta historia, me comentaba: le ha dado por hacer y deshacer camas. Y hoy, al recordarla, otras muchas mujeres, otras muchas historias he conocido a lo largo de ya tantos años… 
La ternura es la columna central que sostiene la vida --dice el literato Martínez Gil--, y yo digo que en el escenario de los días, en el hogar, en el trabajo, en los hospitales, etcétera. La mujer derrocha, cuando llega la ocasión este sentimiento que engrandece, que es la demostración más sublime del afecto, y es una fuerza prodigiosa capaz de transformar los más duros ambientes, y es un sentimiento que abarca como un fluir constante de comprensión, proximidad y amor hacia todos los seres humanos. El cantante belga Jacques Brel lo expresaba en sus canciones: «Somos como barcos partiendo todos juntos en la pesca de la ternura».
* Maestra y escritora