lunes, 23 de diciembre de 2013

Feliz Navidad

Una noche, una vida de amor y paz os deseo a todos pero en especial 

a los que pasan por este blog y se detienen un instante.



lunes, 16 de diciembre de 2013

Dónde está la felicidad


DIARIO CÓDOBA/OPINIÓN
17/12/2013
ISABEL AGÜERA


 Mirad el fuego de una chimenea es motivo
de felicidad para un niño: también para mí

La felicidad humana --dice B. Franklin-- generalmente no se logra con grandes golpes de suerte que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.
Me ha sorprendido esta frase por la coincidencia con otras mías referentes también a la felicidad: la felicidad no se busca; se encuentra. La felicidad no es un bien que nos llega a la puerta empaquetado y con remitente de gran altura.Tampoco es ese nombramiento que tal vez esperamos, ese homenaje que creemos merecer, o ese cargo que deseamos nos sitúe a la altura del fuerte, poderoso, tenido en cuenta, respetado e incluso temido.
El hombre feliz de aquel antiguo cuento de Tolstoi resulta que no llevaba la deseada y buscada camisa de la felicidad que precisaba el zar. Pero hoy día no nos bastaría con buscar una inexistente camisa sino que buscamos torpemente camisas y más camisas de los más variopintos colores y procedencias.Y con ese equipaje a cuestas vivimos frustrados, victimizados, olvidados, desgraciados, desafortunados, infelices en una palabra. El néctar era una bebida maravillosa que alegraba el corazón de los dioses, pero que apenas los alimentaba. Y eso ocurre cuando buscamos esa felicidad que tan solo, si nos llega, es como una columna de humo que en unos instantes se desvanece.
Los golpes de suerte que esperamos se barajan y distribuyen entre conveniencias, regateos, estraperlos y lo que es más frecuente en estos tiempos: hacerse planta trepadora. Es decir, buscar un soporte por dónde encaramarnos, aunque sea a costa del mayor precio que podemos pagar: la pérdida de la dignidad.
El néctar que alimenta y colma de felicidad no hay que buscarlo sino saber encontrarlo en las pequeñas cosas que nos suceden cada día y nos pasan desapercibidas, obcecados por la inexistente camisa que llevamos puesta pero es tan sutil que la despreciamos. ¡Qué ciegos andamos!

viernes, 6 de diciembre de 2013

Carta de la Constitución a los niños/as

Queridos amigos/as: Aunque algunos ya la hayáis leído en facebook, os escribo el enlace 

por si acaso y por si os interesa.

Carta de la Constitución a niños y niñas

lunes, 2 de diciembre de 2013

Espacio de los mayores


Diario Córdoba / Opinión

3/12/2013

Cada año, cuando se aproximan estas fiestas, sin poderlo evitar me vienen a la memoria las palabras del anciano Andrés que con sus ojos azules apagados, sus labios secos y sus torpes palabras encontraba un día y otro en el jardín, camino de mi escuela. Me detenía unos minutos con él y sus repetidas palabras me llegaban al alma: ¿Y yo qué hago aquí ya, niña? Me tengo que acostar el último porque duermo en el salón y me tengo que levantar el primero porque los nenes madrugan para los colegios y me tengo que salir de la casa para que mi nuera limpie. 

De ninguna manera podemos creer que los mayores están atendidos con un plato y una cama.Los mayores tienen también privacidad, necesidades físicas y espirituales, preferencias, sus programas de la tele, etcétera. Ayer decía una anciana:estoy bien con mis hijos y nietos pero, no sé por qué, cuando estoy con ellos parece que me siento más vieja y más impedida. 

¡Y claro que es así! Precisamos concienciarnos de que tanto los excesos como las carencias les hacen sentirse diferentes. En el blog que dedico a mis nietos les daba algunas normas de conducta acerca de cómo tratar a los abuelos siempre, pero especialmente en estos días. Cuando vuestros abuelos --les digo-- vayan a vuestras casas, recibidlos con alegría y no os quedéis sentados, mirando la tele o el móvil como si no hubiese llegado nadie. Salidle al paso, cededle el sitio más cómodo, anticipaos a sus necesidades, preguntadle alguna cosilla que les dé oportunidad de hablar y se olviden de sus años y ausencias, que serán muchas y cuidad bien de que vuestras palabras no ratifiquen sus muchos achaques. 

Atendamos, pues, todos, a los mayores de forma que se sientan unos más, pero con la delicadeza que les haga a un tiempo sentirse, sobre todo, queridos, deseados, considerados y hasta celebrados. No es gratuito; se lo tienen ganado.