martes, 28 de abril de 2015

La caída de Goliat

Amigos/as: buenos días.
Hoy hago paréntesis y os transcribo mi artículo de Diario Córdoba. Me gustaría opiniones objetivas, sin ningún tipo de agresividad, libres, por supuesto, pero sin ofender y con respeto como lo hacéis siempre.

DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
28/4/2015
Tras contar a los alumnos la historia de David y Goliat, una niña me preguntaba: ¿y por qué era gigante? ¿y por qué era malo? ¿y por qué lo mataron? ¿y por qué sus amigos no lo defendieron?
Hoy, cuando el escándalo Rato copa medios, corros y corrillos, las preguntas de aquella niña me crecen y se me multiplican. No creo que alguien pueda interpretar este artículo ni de político, ni mucho menos como justificación de un delito, pero dadas por descontadas estas obviedades, quiero hacer en voz alta una reflexión acerca de tan lógicas interrogantes: ¿quién le dio a este señor tanto poder y no lo vigiló? ¿Y por qué hoy lo abandonan sus amigos e incluso hacen leña, astillas de este Goliat caído?
Preguntas muchas que, por supuesto, casi todos podemos contestarnos e incluso condenar al fuego eterno, pero hay algo que sí me toca las fibras más sensibles: soy hombre, mujer y nada humano me es ajeno ni por bueno ni por malo. Hay una frase de un escritor mexicano que dice: Cada ser humano es un ritmo propio en el universo, frase que viene a decir otra que me resulta increíblemente bella: Cada uno de los átomos de carbono que componen el cuerpo de las personas y el nuestro se formó en el corazón de una estrella.
No puedo afirmar ni negar lo que puede haber de cierto o de poético en esto, pero realmente me siento hermanada con cada pequeña estrella que luce en el universo.

Y es por ello que no me alegro, ni brindo con champán con las desgracias de alguien y las súper repetidas imágenes de este señor, llamando en el portero de su casa, rodeado, acosado, insultado, humillado... me emocionan y sé qué difícil puede ser entenderme. 
Todo delincuente merece un juicio y una condena ejemplarizante, pero todo delincuente sigue siendo un ser humano, una tal vez muy pequeña estrella. que podemos apagar definitivamente en ese universo de todos, con nuestros impulsos ciegos de odio y deseo de venganza. 
Sí, yo también odio el delito pero compadezco al delincuente.

martes, 14 de abril de 2015

Me siento mal

DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
14/04/2015
Me siento mal, muy mal, cuando en algún medio de comunicación en el que supuestamente se premia la convivencia, como hemos visto en estos días, se aplaude, se vota, se laurea y se corona precisamente todo lo contrario de una buena convivencia: la falta de respeto, el vocabulario soez, los gritos, los gestos vulgares, el desprecio, las grandes faltas de educación, etcétera.
Me siento mal, digo, y siento pena de esta nuestra incultura colaboradora que sube al podium con todos los honores esta falta de valores tan poco ejemplarizante para los espectadores en general y para los pequeños en particular, ya que se emite, sin pudor, a todas horas.
Hay que aprender a vivir con los demás --decía mi padre--, siendo personas respetuosas, trabajadoras, responsables, educadas y consideradas, pero hay que educarse para tal fin, porque no vivimos solos en una isla sino en la gran casa del mundo. El ser personas aptas para la convivencia debería ser meta hacia la que sin tregua tomaran rumbo nuestros pasos que, sin duda, tendrán que ir abriéndose paso entre la hojarasca de los caminos de forma que nos penetre, sin interferencias la radiante luz del saber ser y el saber actuar y no el conseguir honores, dinero, fama a cualquier precio.
Siempre ha sido valor y objeto de educación el saber convivir pero hoy día, en un mundo, por un lado globalizado y por otro cada vez más autista, la convivencia tendría que ser potenciada a todo los niveles y por todos los medios. 
Convivencia es, ante todo, compartir, participar en la vida ajena y hacer participar al otro en la propia. Conocida es la frase de Luther King: Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.

Mucha dinámica de grupo se precisa tanto en familia como en escuelas como en el rodaje social. Vayamos a ello, ya.