Generacion ni-ni
21/09/2010 ISABEL Agüera
Como todo un prodigio me lo contaba una madre: "Pues, nada que le doy al niño un catálogo de juguetes para que me diga qué quiere para su sexto cumpleaños y el niño, sin mirarlo, lo cierra y exclama: ´De aquí, nada. Quiero una PSP´" (Qué ricura de niño ). "Y claro --añadía la madre--, como sus amigos la tienen..."
Y yo punto en boca, pero ni-ni total; ¡ni idea, vaya! Así que en cuanto pude gugleé hasta dar con el invento. Sí, se trataba del último modelo de Play. ¡Un pastón! ¡Menudo tema el de los ni-ni!
Los sociólogos han hablado y han colocado rotunda etiqueta a nuestros adolescentes y jóvenes: ni estudian, ni trabajan, y ahí queda eso. Me confieso aprendiz de todo y, por consiguiente, respetuosa con las opiniones de los doctores. Pero estoy atenta, con los ojos bien abiertos, a cuanto se mueve a mi alrededor y oyendo, leyendo y viendo, me pregunto: ¿Qué va a pedir el niño de la PSP cuando se canse de ella? ¿Y que le van a poner en las manos sus padres? ¿Libros para estudiar? ¿Herramientas para trabajar?
¡Ni soñando! Carpetazo a tan molesto catálogo y a seguir viviendo del chollo de unos padres, de una escuela de una sociedad que de la noche a la mañana se han tornado críticos y exigentes.
Ya sé que los tiempos son otros, y en ellos estoy, porque, ¡ni recordar los NI de mi generación! Pero el progreso no equivale a permisividad y competitividad, ni antes, ni ahora, porque extremos tales dan como resultado traumas por todo aquello que no está al alcance de nuestros retoños.
Yo creo que nos hemos changado todos porque por mucho que conjuguemos el presente, el pasado y el futuro, la ley de la atracción nos dice, en todos los tiempos, que semejantes atrae a semejantes, lo que equivale a sembrar antes para recoger después. Los jóvenes nini no han surgido por generación espontánea; son el fruto de nuestro árbol particular.
* Maestra y escritora
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