martes, 31 de enero de 2012

Si la dignidad hablara...

OPINIÓN/DIARIO CÓRDOBA/ISABEL AGÜERA




Divertida viñeta de mi gran amigo Carmelo López de Arce

La dignidad es el respeto que una persona tiene de sí misma y quien la tiene no puede hacer nada que lo vuelva despreciable a sus propios ojos.
Proceder con honestidad en aras de la dignidad del hombre es el compromiso más trascendente en nuestro corto paso por este mundo.
No debe afligiros el que los hombres no os conozcan. Lo lamentable es que no seáis dignos de ser conocidos por los hombres.

¡Por Dios! ¿Quién dice todas estas cosas? Sí, ¡claro que lo sé!, pero la sabiduría que encierran es lo que importa, porque ¿qué diría la señora dignidad si hablara? Lo primero, creo yo, sería, contando que siga teniendo voz, que anda tan a de bajón que por cuatro regalillos, algún que otro servil manoseo, más halagos van y vienen, se va al garete, pisoteada como si, de ser reina que sentada en nuestro personal trono nos librara del chantaje, hipocresía, mentira, etc. pasara a ser la cenicienta, como mucho.

Ya sé que hoy día, tal vez más que nunca, se olvida que solo vive digna nobleza quien hecho a grandeza noble está, pero, ¿y la tentación y el gustito de lograr que nos hagan un agujerito (muchos itos, niña) para sacar siquiera la cabeza y exclamar: ¡para que veáis lo grande que soy!

Y digo yo: ¿acaso el gigante tiene que auparse para ser visto? No, ¡qué va! Son los chiquituelos (los de espíritu, claro) los que patean su dignidad por un vil plato de lentejas (con esto de la crisis, las lentejas...)

La dignidad no tiene sitio, ni colectivo, ni plural. La dignidad no es producto mercantil sino un valor intrínseco y supremo que tiene cada ser humano, independientemente de su situación económica, social y cultural y no se nace con él debajo del brazo; se gana en el transcurrir de la vida, con trabajo honrado y bien hecho y nadie nos la podrá robar jamás, ya que, aunque soplen malos vientos, la dignidad permanecerá y nos hará libres, poderosos, inmortales-









lunes, 16 de enero de 2012

Divisando la meta




OPINIÓN /DIARIO CÓRDOBA
ISABEL Agüera 17/01/2012


Me quiero referir, hoy, a la meta final, a la meta que se empieza a perfilar por el horizonte, como si fuese la última palmera del desierto (¡suéltalo de una vez!): la muerte. ¿Qué hago yo aquí ya? --me decía un anciano--. No espero nada, no tengo nada que hacer; se me acabó el tiempo.
Y yo lo entendía y me faltaban palabras para quitarle la razón, porque no se puede tachar de un plumazo lo que la sociedad, los seres queridos, los achaques, la vida, en definitiva, van tallando sobre la imagen del ser humano que, inevitablemente, con el paso de los años, va perdiendo facultades a lo que se suma la creencia de la validez en exclusiva de la juventud.
Recuerdo, ahora, a una señora mayor que, a cada cambio que se le proponía para mejorar su casa medio en ruinas, exclamaba: ¿Y ya para qué?
Por supuesto que entiendo esa recta final que, sin piedad, va apagando luces de futuro, dejando al mayor prácticamente sumido en el más oscuro túnel. Eso es: no hay futuro a la vista y de ahí el ¿ya para qué? y el ¿qué hago yo aquí ya?
Es cierto que esas interrogantes otean por las mentes de todos sin que a veces tengan relación con la edad, si bien es un fuerte agravante, y es que, las circunstancias, en general, pueden provocarnos cansancio de vida, desilusión, un arrastre por las rutinas de los días que se van tornando horas de televisión, algún que otro paseo y, ¡pare, pare usted de contar! En fin, electro encéfalo plano.
Y ahora voy yo y digo ¡Ya está bien, ya está bien! (¿He oído esto en la tele? Me suena mucho) Amigo mayor: no te dejes paralizar por los años. Camina al ritmo que puedas, trabaja en lo que te guste, habla con quién sea capaz de escucharte. Escucha a quien desee hablarte. No te sientas joven pero tampoco acabado. Sí, hay futuro, pero no lo midas en años sino en momentos, en minutos porque en cada uno de ellos, hay, sin duda, una razón para seguir viviendo. Descúbrela y en ella tendrás respuestas al ¿ya para qué?



martes, 10 de enero de 2012

Donde nacen los sueños

Cada instante nace y muere una ilusión, pero nuestros ojos deben estar abiertos,
tanto para recibirla como para despedirla


Hace unos días, y con su mijita de gracia, me decía textualmente una compañera: Que no, Isabel, que no tengo ilusión por volver a clase. Que los maestros somos siempre, y para todo, la percha de las guantás , y no hay derecho a soportar y callar todo lo que nos echen. ¡Que no, que ya no hay ilusión que valga! Y añadía: Y ahora vas y lo escribes, que te conozco.

Pues, sí, ahora, vísperas ya de regresar a las aulas, voy y lo escribo y parafraseando a Gabriela Mistral, yo diría: En la vida hay muchas cosas que pueden esperar, pero no el niño. Para el niño, mañana significa ilusión o nada. La mejor palabra que comprende es hoy, ya, ahora.

De ahí que, tanto maestros como padres, tengamos el ineludible deber de hacerles caer en la cuenta de que el futuro no es algo a lo que se llega sin remedio, sino algo que se construye desde el presente, con voluntad decidida de cambio, con capacidad de adaptación a insospechadas situaciones, y lo que es más importante, con capacidad para inventarlas. Entiendo que en los tiempos actuales queda un mínimo espacio para la ilusión pero a mi memoria afloran recuerdos de años peores, cuando, solo y exclusivamente, una gota de ilusión era motor que nos hacía dar el siguiente paso cada día porque bastaba, y basta, mirar a los ojos de un niño/a, donde nacen los sueños, para entender que no hay guantás que puedan arrancarnos la responsabilidad, la vocación...

Un niño exclamó un día: ¡A lo mejor estamos ahora creando el octavo día! Sí, exactamente, se trata de eso: ¡Crear un nuevo día!, y crearlo con luz, con sol, con tierra, con agua, con ilusión porque, si el tiempo se detiene, la escuela enmudece ante el porvenir.

Una ilusión eterna, o que por lo menos renazca en el alma de vez en cuando, no solo está muy cerca de la realidad, sino que sin esa realidad no se puede vivir. Una pizca de amor a los niños y la ilusión renacerá.







jueves, 5 de enero de 2012

Regalo de Reyes

¡Ojala no dejemos nunca de dar cuerda al reloj de los sueños!, porque si lo detenemos, detendremos la vida. Y por ella caminamos todavía. Besos

lunes, 2 de enero de 2012

Cambiar el chip



                            QUE LA NUEVA LUZ DE CADA DÍA NOS LLEGUE PLENA



OPINIÓN/DIARIO CÓRDOBA
ISABEL Agüera 03/01/2012
¡Pues que ya estamos en el dos mil doce! Y parece que fue ayer cuando alguien, un buen día, fue y me dijo: Hoy cumples siete años. Ya tienes uso de razón. ¡Vaya con las barbaridades de entonces! (Y con las de ahora, chiquita, que a bien que no hay descerebrados más que adultos por el mundo-)

El caso es que los cumple-abriles corren más que el tío la lista y con el saco hasta arriba de nubarrones que se traducen, primero en goterillas de nada, que van cayendo sin que nos lleguen más allá de nuestra vestidura por fina que sea, pero, ¡ay, ay, que de la noche a la mañana el chirimiri se traduce en fuerte chaparrón que nos cala hasta los huesos! (Que digo, niña, que da gusto leerte tan animosa como empiezas el año.¡Cambia el chip, mujer, cambia el chip!)

Pues, bueno, sí, hay que cambiar el chip y he aquí que se me viene a la mano unos versos de Aleixandre que considero oportunos para la fecha: Siéntate. No mires hacia atrás. ¡Adelante! Es la vida. Es el camino. ¿Que llevas la frente cubierta de sudores, con espinas, con polvo, con amargura, sin amor, sin mañana?... Sigue, sigue subiendo. Falta poco. Qué joven, qué jovencísimo, qué recién nacido eres. (No te autoengañes, chiquita. La poesía es la poesía).  Coge tu palo de fresno (mmmm) blanco y apóyate. Un brazo a tu lado quisieras. Míralo, ¿no lo sientes? Yérguete y mira la raya azul del crepúsculo, la raya de la esperanza en el límite de la tierra. (Mal empiezas con demagogia y, por ende, copiada! ¡Corta, corta!)

En fin, amigos lectores, un año es solo un momento, un paso más que debemos ilustrar con las etiquetas amor, paz, esperanza, etc. (¡Vaya! No siempre quién mal empieza, mal acaba. Honradez, niña, que la corrupción os come).

¿Y esto? ¿Se me habrá colado el guapillo hacker morris300? ¡Ea!, pues, ¡que cumplamos muchos más! Y, ¡que viva, viva la marimorena-!



* Maestra y escritora