miércoles, 30 de noviembre de 2011

No a la violencia

DIARIO CÓRDOBA / EDUCACIÓN
  30/11/2011
En más de una ocasión he repetido anécdotas que han marcado un hito de alarma acerca de por dónde debe transcurrir en educación la cultura de la no violencia en cualquier ámbito de convivencia, pero que de forma imparable se tipifica en la violencia de género.

Un pequeño de siete años me comentaba un día en el aula: "Anoche mi padre le pegó a mi madre, y yo estaba escondido en la terraza, pero, cuando tenga fuerzas, le voy a pegar yo a él". No sé dónde andará aquel niño hoy, pero sí tengo por buen seguro que sus ansias agresivas, gestadas en el seno del hogar, habrán encontrado numerosas y variadas víctimas.

Otro pequeño, no solo testigo de malos tratos a la madre sino receptor de grandes palizas e incluso castigos que constituían auténticos delitos, no considerados tales en lejanos años, me consta que hoy por hoy es un consumado maltratador.
Y es que una vez más toca repetir: El que escribe en el alma de un niño escribe para siempre, porque si bien es verdad que a lo largo de la vida se aprende, no lo es menos que nadie cambia. De ahí, que si un niño soporta, presencia, convive en ambientes violentos, aprenderá a ser violento, y es sumamente necesario que los mayores seamos conscientes de cómo los pequeños son esponjas que se empapan hasta del sudor que transpiramos, alimentando tiernas raíces en árida tierra cuyos frutos serán el hacha de guerra del mañana.
Y eso quiere decir que también las voces entre padres, la faltas de respeto, los comentarios sexistas, racistas, los castigos injustificados, los excesos, los muchos caprichos que se les dan, el sin fín de horas que los dejamos solos ante la televisión y un larguísimo etcétera son violencia, al que se suman otros ámbitos como un excelente caldo de cultivo en el que se va formando la futura personalidad violenta de nuestros niños.
El violento no nace; se hace a nuestra justa medida.





lunes, 21 de noviembre de 2011

Oración a los Políticos




OPINIÓN/DIARIO CÓRDOBA
ISABEL Agüera 22/11/2011

(Dos días antes de las elecciones)

Políticos nuestros que estáis ya en el poder. Glorificados y bendecidos seáis. En este día queremos pediros el pan que más necesitamos como alimento que nos permita vivir años de paz y concordia entre todos los ciudadanos de nuestro país y del mundo.

No permitáis que el poder os haga insensibles, prepotentes, insolidarios e injustos con los más débiles, con los más necesitados... Que nada os importe el color de su piel, su nombre, su país...

Políticos nuestros: venga a nosotros vuestra mirada responsable y generosa y no se aparte de las necesidades que hacen grande a un pueblo, y vengan a nosotros vuestros oídos y no caigan en la sordera, ahogados e insensibles por el pedestal y escuchen, sí, sabias palabras, dichas por sabios hombres que deben guiar vuestra acción como gobernantes. Las escuelas de un país son su futuro en miniatura y nada mejor que la educación para alcanzar la libertad porque será el pasaporte que nos lleve por los senderos de la cultura, camino que hace nobles a los pueblos.

Gobernantes nuestros: que vuestra voluntad sea honradez para construir puentes sobre arroyos y ríos y no palabras tramposas que eleven acueductos en cauces secos donde vaya cayendo la corrupción y el olvido de promesas que un día fueron voz en calles y plazas.

Que vuestros pies se asienten en la tierra y se confundan con el trasiego de gente que sufre enfermedades, maltratos, desahucios, hambre, frío... Porque tuve hambre y me disteis de comer...

Que los ancianos reciban de vuestras manos la gota de felicidad que les permita seguir viviendo sin más privaciones y sobresaltos.

No olvidéis, gobernantes, cualesquiera que salgáis elegidos, que vuestro ideal político sea gobernar como personas y no como dioses y no olvidéis que todos los males de la democracia se curan con más democracia. Amén.



* Maestra y escritora





miércoles, 16 de noviembre de 2011

Semvbrar Valores

EDUCACIÍN / DAIRIO CÓRDOBA
  16/11/2011


                                                       

Cientos de veces, a lo largo de estos años, dos palabras he manejado como mantra liberador de los grandes conflictos sociales que nos aquejan: familia y valores. Y no hay pilares más consistentes en educación, ya que, en un mundo tan extraordinariamente cambiante, hoy, más que nunca, se precisa la concienciación de todos, pero en especial de la familia, como eje educador, acerca de los valores que priman, se imponen y dominan los ámbitos educativos.

A lo largo de la historia, escuela y familia venían a ser escenarios exclusivos en los que la vida de los pequeños encontraba el hábitat necesario para formarse. Ambitos inamovibles que transmitían conocimientos, sobre todo, e imponían experiencias y creencias sin resistencia alguna, ya que los hijos, los alumnos, eran sumisos receptores de cuánto creíamos necesario para ellos. Pero el mundo en su constante girar, y cada vez más deprisa, incesantemente incorpora, con fuerza imparable, ambientes que transgrediendo normas llegan, se imponen, dominan, etc. Televisión, amigos, calle y, sobre todo, Nuevas Tecnologías que han dislocado tanto el sistema educativo como la vida de familia. De ahí, que educar hoy es diferente a cómo se educaba ayer.

No obstante, ante el nuevo reto educativo, debe primar el esfuerzo de los padres por conocer todo aquello que pueda ayudar a los hijos de cara a su formación como ciudadanos del mundo que les ha tocado vivir.

Y nada más convincente y efectivo que la conveniencia de vivir en valores. Es decir, dando ejemplo de solidaridad, justicia, moralidad, etc. Educar es un arte porque no hay reglas fijas y cada caso es diferente, cada circunstancia única...

Pero a su vez, la educación es una ciencia y como tal es necesario conocerla, estudiarla y dedicarle tiempo de convivencia, reflexión y análisis. Sembrando valores, hoy, tendremos grandes y frondosos árboles mañana.





lunes, 14 de noviembre de 2011

Homenaje a un hombre normal


                                                           AMANECERES
 Diario Córdoba
14/11/ de 2011

Prácticamente nunca la normalidad es tema de los medios, tan dados a grandes titulares. Demasiados protagonistas baratos que a diario ocupan todos los espacios posibles con un electro encéfalo plano que resulta ser el objeto de su manido protagonismo.

De ahí que, personalmente, haya llegado a concluir que nada más anormal que encontrar un ser humano normal. Y he aquí que yo tenga, al menos, uno con nombre propio: Antonio López Albalá. Cuarenta y seis años. Profesión, trabajador desde los nueve   en bares y cafeterías, fregando más platos que un loco --dice él--. Talante, educado, servicial, amable, generoso... Practica, en una palabra, el difícil arte de saber estar. Es decir, cercano y distante, expresivo y silencioso, prudente y noble.

Lo conocí cuando era un chaval en una cafetería del barrio. Ya, desde entonces, me gustaba observar su actividad, su eficacia... Me repetía --como decía mi padre ante tales valores--: "¡Este sí gana la guerra!"

Hoy, tras más de treinta años transcurridos y como gobernante de su bar, desde la seis de cada día, al encontrarme con él pienso en el ejemplo que este hombre normal, al que jamás le he oído un mal comentario, una queja de algo, puede ser para tantos jóvenes que buscan, que quieren trabajo pero que no admiten empezar "fregando platos y cobrando una propina".

Tampoco yo desearía eso para nadie y menos para un niño, pero ahí está la ficha técnica de un hombre normal al que desde esta humilde carta quiero homenajear. También a tantos  que, como él, son los grandes anónimos de la sociedad pero que su normalidad, que jamás será noticia, para mí son lo que verdaderamente hacen patria. 









domingo, 6 de noviembre de 2011

Nobleza Obliga

OPINIÓN/ DIARIO CÓRDOBA  07/11/2011




Ni quito, ni pongo rey pero ayudo a mi señor, y en mi caso no hay más amo, ni más señor al que servir que la verdad y la justicia, sobre todo si estos valores están referidos a lo que ha constituido y lo sigue constituyendo, mi vida.
Me refiero al polémico tema de niños tirados por los suelos en aulas andaluzas. ¡Qué rancia queda esa historia! Esto era una vez un tiempo que los alumnos, en alguna escuela, asistían a clase cargados con una silla, pero hoy día, si algo falta son alumnos y si algo sobra son precisamente sillas y mesas.
Muchas veces, mis alumnos y yo nos hemos sentado en el suelo para leer cuentos. Es muy importante y hasta necesario, de vez en cuando, romper esquemas, dinamizar, en una palabra, las constantes rutinas que, día tras día, se suceden en las aulas de cara a lograr que la asistencia a clase deje de ser un deber insoportable para la mayoría de alumnos y pase a ser un auténtico placer.
La escuela en Andalucía, y lo padres lo saben bien, están en un nivel alto de todo aquello que precisan los alumnos para sentirse cómodos.
Por ello pienso que alguien se ha debido despistar en sus manifestaciones acerca de nuestros centros públicos.
Otra cosa, y por lo de nobleza obliga, hubiera sido reivindicar calefacción y aire acondicionado porque si en la más mínimo edificio público gozan de buenas temperaturas, los trabajadores más vulnerables, los niños, no deberían soportar los rigores que todos conocemos bien. Un ruego, pues, para todos: objetividad, verdad y justicia porque nobleza, si la hay, obliga.



* Maestra y escritora



miércoles, 2 de noviembre de 2011

El duro oficio de ser abuelos

DIARIO CÓRDOBA ROSA Luque 03/11/2011

(Con mi agradecimiento a una buena periodiste)

Lo hizo ya desde una vertiente lúdica Rosa Regás, al escribir un Diario de una abuela de verano tan exitoso que acabó convertido en serie televisiva. Y lo ha hecho ahora, con más enjundia pedagógica pero con igual amenidad, la escritora cordobesa Isabel Agüera, que por algo ha sido, es y será siempre maestra, uno de esos oficios que escapan al calendario laboral impuesto.

Esta villarrense inasequible al desaliento, que tras la jubilación ha multiplicado su ya antes imparable producción literaria, acaba de publicar una Guía práctica para abuelos con nietos (o sea, con nietos que se te meten en tu casa y en tu existencia fagocitándola enterita si te descuidas). En ella traza con valentía y sin morderse la lengua, genio y figura, estrategias para que los niños y sus padres no abusen de los mayores (demasiado).

La primera recomendación de la escritora, que se supone habrá puesto en práctica ella misma con sus tres hijos y ocho nietos, es marcar el propio espacio desde el principio y decir "no" llegado el caso sin remordimientos. Lo cual no quita para ayudar a la prole siempre que se pueda y atender solícitos a la chiquillería pero sin pasarse, nada de mimos excesivos y sí propuestas divertidas que empujen a los peques a entender el mundo y a ir asumiendo tareas con dulce disciplina.

Y todo ello, dejando claro a los progenitores de la criaturas que, aunque los abuelos les echen una mano en la medida de sus fuerzas, son ellos y nadie más los responsables de su educación. Sabios consejos los de Isabel Agüera, que no le impiden ser una gallina clueca con todos los suyos; como lo fue con las numerosas hornadas de alumnos a los que regaló sus conocimientos y preparó para afrontar la difícil asignatura de la vida. Pero cada uno en su sitio, sin invadir territorios ajenos.









Síndrome del NIño Emperador

 DIARIO CÓRDOBA/ EDUCACIÓN 02/11/2011
En estos tiempos, los síndromes de todo tipo se multiplican, llegando a constituir una lista increíble en la que todos, sin excepción, nos podemos encontrar con nuestro particular síndrome, posiblemente hasta ignorado.
Hoy se habla mucho, y puede que con ligereza no recomendable, del síndrome del niño emperador, consistente en un trastorno que en la mayoría de los casos lo sufren los niños cuando existe una carencia educativa.

Es decir, cuando la permisividad, el tratarlos con guante blanco para evitar rabietas o, sencillamente, para que nos dejen en paz, son pautas que, con toda naturalidad, practican los padres sobre todo en la primera infancia, rindiéndose así a exigencias y caprichos.

Es cierto que los padres, en una generalidad, no son conscientes de las consecuencias de dichos comportamientos, que van alimentando el ego de niños que, con pocos años, se convertirán en auténticos tiranos, y así uno se queda perplejo escuchando noticias acerca de padres que denuncian a sus propios hijos o piden ayuda ante su impotencia para una mínima convivencia.

Los expertos no acaban de ponerse de acuerdo acerca de las causas básicas del síndrome. Los hay que dan más peso a la cuestión genética, y los hay que otorgan más importancia a los factores ambientales o educativos. Desde mi punto de vista, sin más título que la experiencia, la genética, sin duda, puede ser un factor pero los niños, en general, si no se les ponen límites, si se les consiente en todo y por todo, si no se les exige, aunque sean pequeños, mínimas responsabilidades, etc. tienen muchas papeletas para convertirse en niños tiranos.
Pero en nuestras manos está el anticiparnos: educación, freno, vigilancia, etc. Y no permitir pisar la sutil raya que marca los límites entre lo natural en la infancia-caprichos, desobediencias, etc., con la fatal trayectoria que desembocará en niños tiranos.