lunes, 12 de septiembre de 2016

Un canario, por favor

DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
Isabel Agüera Espejo-Saavedra



Silencio y balbuceo de los mayores en las plazas, silencio y murmullo del agua en las fuentes, canto que embelesa en sonoros trinos, la paz de los pueblos. De mi pueblo, Villa del Río.

 Animada tertulia matinal en la radio. Bla, bla, pactos, independentismo, corrupción, agresiones verbales, voces, etc. Y claro, los asiduos radioyentes o televidentes, en este vaivén de opiniones encontradas y, sobre todo, tan repetitivas, tan exacerbadas un día y otro, oímos pero no escuchamos. Lo cierto es que estamos asfixiados de tanto más de lo mismo, y las tertulias se tornan ruido más con el que convivimos y en el que las palabras, en el mejor de los casos, se perciben como letanía sin más respuesta que «ora pronobis» o la indiferencia y apagón del aparato.
Pero he aquí que uno de estos días, cuando intervenía un oyente, los trinos de un canario irrumpieron arrolladores por las ondas. ¿Novedad, belleza, gracia, sorpresa? Tal vez un poco de todo enmudeció y hermanó en un escaso minuto a contertulios y oyentes.
El don precioso de la palabra –dice Barón de Holbarch-- debe servir a los hombres para comunicarse sus pensamientos, para socorrerse mutuamente, para transmitirse las verdades útiles, y no para destruirse y engañarse recíprocamente. Es cierto que vivimos en una época de evolución sorprendente en el área de los medios de comunicación, reduciéndose así las distancias, las ideas, los tiempos… A pesar de este avance prevalece un factor que ha sido siempre catalizador de las relaciones humanas: la palabra y el comunicarse a través de ella es la más primitiva pero la más efectiva forma de formar, informar socializar…
Pero la palabra hoy está devaluada, y ha dejado de ser camino que conduzca a la verdad, para transformarse en vehículo de radicalismos encontrados. Tal vez precisemos la voz de un simple canario para sorprender, aunar y embellecer nuestras trilladas rutinas.
No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras. L. Vives. H

* Maestra y escritora