DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
ISABEL AGÜERA
La misión del artista es echar luz
sobre las tinieblas del corazón humano», dice Shuman, compositor y crítico
musical alemán. Y así creo que ha sido siempre y de ahí los grandes museos,
bibliotecas, etc. y las grandes emociones que sentimos ante una obra de arte
que nos conmueve por su belleza y realismo. Pero el arte, hoy, es banal y
vacío, y no lo digo yo, es algo que leí en prensa digital, de igual forma leí
que los espejos sirven para verse la cara y el arte para verse el alma.
Sinceramente creo que han aparecido
Chirinos y Chanfalla de Cervantes para hacernos creer que cualquier cosa,
pintura, escritura, música..., es una maravilla, cuando la realidad es que ni
se ve, ni se oye, ni se entiende nada, pero nadie se atreve a decir lo
contrario por temor a resultar inculto y pobre persona. Pienso que,
efectivamente, hay que romper linealidades, hay que excavar aquellas brechas,
caminos por los que asome la novedad, hay, en definitiva, que propiciar el
surgimiento de un pensamiento rupturista y propositivo, pero los genios, los
artistas capaces de mostrarnos una realidad nueva, sin que por ello pierda su
condición de original creación, no abundan en estos tiempos.
No olvidemos que el concepto de arte
depende de cómo ve la sociedad el mundo en su época, y en esta sociedad
posmoderna, sin ídolos, sin tabúes, sin valores, sin pasado, sin tan siquiera
imagen gloriosa de sí misma, todo vale, se expande el concepto que anatematiza
como retrógrado, caduco, conservador, etc. a quien no ve maravillas en un arte
que no es nada.
Aplaudimos, premiamos,
promocionamos. pintura, literatura, música... Caja de barro vacía donde decimos
ver un nuevo Retablo de Maravillas.