DIARIO CÓDOBA/OPINIÓNAgüera
22/05/2012
¡Si es que soy una empedernida sentimental! ¡Pues no que voy y siento pena de mis maestros! Yo creo que es por eso de que "alma sola ni canta ni llora", y al magisterio, bendito cuerpo al que amo, respeto, valoro y al que pertenezco, ¡ni hablar de dejarlo solo! Bien merece, al menos un dúo que le permita cantar o llorar.
Y la verdad es que más que llorar, lloriquean ante su actual situación, tras largos años en los que no solo han opositado, luchado, soportado y, al fin, con mucho esfuerzo, conquistado, un sueldo, como mínimo, digno, y que hoy por hoy, recorte va y recorte viene. Este amanecer fresquito de feria, mi cabeza es como noria gigante que repite a cada vuelta: ¡Ya está bien! --¡cómo se aprende en la tele!--. No soy experta en nada y me da igual fulanito menganito o zutanito, políticamente hablando, pero yo creo que no es igual pelar que trasquilar ni recortar que podar.
A lo que iba: Que sí, que que los árboles han crecido tanto que ya nos impiden ver el bosque y no hay más remedio que echar mano a las tijeras, pero, ¡vaya si se precisa aprendizaje para su manejo! No basta con, tris-tras, tris-tras. Fue, exactamente lo que yo hice, metida a barbera: trasquilé a mis alumnos, allá en un pueblecito lejano.
Lo suyo, y es mi modesta opinión, sería podar, palabra que según la RAE significa cortar o quitar las ramas superfluas que las hay ¡así, así! ¡Madre mía cómo han proliferado! Todos las conocemos y todos a regañadientes las hemos abonado. Podarlas nos permitiría ver, al menos, un rayo de sol por dónde retomar el camino perdido y continuar creando, produciendo con esperanza porque las cosas dejan de existir cuando se deja de creer en ellas. Recortar es hacer algo más pequeño.
Al magisterio habría que ¡ni tocarlo! No se le puede disminuir un ápice la esperanza, porque, aunque el mundo se acabe mañana, hoy tiene que seguir sembrando.
* Maestra y escritora