sábado, 21 de noviembre de 2009

EDUCAR LA VOZ

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18/11/2009 VALORES.
Educar la voz
18/11/2009 ISABEL AG ERA
Preocupada siempre por cuanto concierne a la educación y atenta a este mundo que me rodea, hoy, citada con un amigo en una cafetería, reflexionaba acerca del griterío que nos rodeaba y nos hacía imposible el relax que se supone conlleva un paréntesis en las rutinas diarias para conversar y saborear sosegadamente una taza de café.
Platón dijo que "la voz es el fuego de nuestra alma". Y ante el panorama de gritos que nos rodea en el autobús, en los comercios, en cualquier lugar donde basta que haya dos personas hablando para que sintamos cómo atruenan nuestros oídos, cabe pensar que el fuego de nuestras almas no es ni mucho menos, el cálido y perenne rescoldo que acaricia los oídos y hace música de las palabras, sino fogonazos descontrolados que van incendiando allí a dónde alcanzan. De ahí que educar la voz sea también valor que fomentar tanto en familia como en la escuela.
Sucede que, como en todo, los niños y niñas aprenden por ósmosis de cuanto les rodea, y así, impregnados del tono que solemos usar los mayores para comunicarnos, nos es extraño escuchar cómo gritan, chillan, patalean- La voz es una maravillosa función, a través de la cual se expresan los pensamientos, la personalidad, los sentimientos y las emociones.
Esta función requiere también de educación que no debemos considerar y delegar como exclusiva de los logopedas, sino que, primero con el ejemplo, y segundo con técnicas sencillas y adecuadas, los niños aprenderán a saber que no tiene más razón el que más grita y que los tonos altos agreden al que los escucha y descalifican al que los emite.
Sería importante que grabáramos cómo hablamos en una reunión. El escucharnos sería un buen ejercicio de aprendizaje porque a gritos no se oye a la gente y, lo que es más importante, ni tan siquiera nos oímos nosotros mismos. Nos quemamos; eso sí.

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martes, 10 de noviembre de 2009

Hablar y Callar

Portada > Opinión
10/11/2009
Hablar y callar
10/11/2009 ISABEL Agüera
Me emocionan, sí, y puede parecer un pego, ver los autobuses pasar vacíos o casi, a primeras horas de la mañana o en la noche. Y a veces --seguimos con el "perigallo"-- subo en ellos por el mero gusto de dar un paseo por todo el recorrido. ¡No me veas los reojos del conductor por el espejo retrovisor!
Este gustazo me viene dado por la necesidad de rellenar huecos en los que hay que callar y no obstante vivir sin prisas y sin justificación el tiempo que podamos o nos venga en gana.
Y es que hoy día, metámonos todos, no sabemos cerrar la boca y estacionarnos en la contemplación de la vida como paisaje que se desliza ante nuestra vista con sus luces y sombras. No, si tenemos tiempo y estemos donde estemos, ¿acaso no disponemos del teléfono móvil para hablar con alguien?
Me decía un amigo -cito literalmente-: no hay para mí mayor placer que hablar por el móvil en el retrete. Digo yo que, como mínimo, es una falta de respeto al respetable y digo yo que más fino queda la palabra inodoro.
Saber estar callado y hablar cuando hay que hablar, hoy, más que nunca, es como un arte y, bueno, puede que cerremos la boca, pero abramos, nada más entrar en la casa, la bocaza del televisor y, ¡hala!, como música de fondo a no escuchar nada pero eso sí, a sentir el jaleíllo que se cuece tras la pantalla, que da igual lo que sea, pero hay quien dice que acompaña.
Hemingway tiene una famosa frase al respecto: se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta, para aprender a callar. Eso es lo que él dice pero yo creo que no hay edad para el maravilloso aprendizaje de estar con la boca cerradita y, sobre todo, para saber escuchar. ¡Hay que ver cómo más, mucho más que el otro tenemos de todo! ¡
Y hay que fijarse cómo le quitamos la palabra, nada más abrir la boca para desahogarse! La tontería del bus, sin más, pues, ¡el mejor parloteo para estar al día!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Qué son Competencias?

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04/11/2009 VALORES.
Que son las competencias
04/11/2009 ISABEL AGÜ ERA
El tema de las competencias es tan extenso que tengo que referirme a él gota a gota, tras haber dado unas pinceladas generales la semana pasada. Así que empecemos por la definición que acerca de la palabra competencia aparece en el documento elaborado por la OCDE y que dice así: Competencia es la capacidad de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada.
Supone una combinación de habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz.
Es decir la competencia, en nuestro lenguaje coloquial, la identificamos sencillamente como sinónima de idoneidad, capacidad, preparación, virtud, etc.
De ahí que, cuando nos referimos a alguien de cara, por ejemplo, a conseguirle un puesto de trabajo, solamos decir: Es muy competente. Y con ello expresamos que se trata de una persona muy capaz de realizar cualquier tarea con responsabilidad, eficacia, prudencia, buen talante etc.
En definitiva, un saber hacer que se materializa y concreta en acciones reales. ¿Y por qué hablamos de competencias en plural? Porque si los grandes esfuerzos de educadores y padres los hemos dirigido, casi exclusivamente, en la dirección de la adquisición por parte del alumnado de conocimientos meramente académicos, al hablar de competencias en plural nos vamos a referir a un conjunto de conocimientos, sí, pero en combinación con procedimientos, habilidades y comportamientos que forman la base de todos los procesos modernos de recursos humanos y que ampliarán el campo de posibles competencias de cara al futuro de nuestros alumnos/as.
Las competencias se manifiestan en saber, por un lado, hacer por otro y en ser personas con valores y actitudes positivas.