jueves, 18 de abril de 2013

Ética y Tanatorios

OPINIÓN/ DIARIO CÓRDOBA
 16/04/2013
Ahora que ha pasado algún tiempo, no sé si reír o llorar, pero el yuyu no se me ha ido del cuerpo o más bien la impresión. Pues, nada que bajo un día tan flamenca a tomar un cafelito cuando al llegar  alprimero  y abrir el ascensor casi caigo encima de un ataúd, colocado en horizontal, literalmente, justo, delante de la puerta. ¡Madre mía qué susto! O mejor dicho, qué impresión, porque ni idea de que hubiera alguien en el bloque a punto de palmar y si había sucedido de repente, ¿quién podía ser?
Nos conocemos los vecinos desde hace tantos años- Llegué a la cafetería --unos veinte pasos-- con el corazón en la boca y el pulso golpeándome las sienes. Pregunté a diestra y siniestra y no solo eran más ignorantes que yo sino que seguían tan campantes con las tostadas a tope de mejunjes.
Medio me atraganté en un revuelto de ataúd y zumo de naranja con interrogantes que me atropellaban: ¿quién podía ser? ¿Qué le podría haber sucedido? ¡Ay, ay, qué mal lo pasé!
Y sí, era un vecino de poco tiempo y rápida enfermedad, lo cual no quita lo mucho que sentí su pérdida, pero a la que voy a referirme es a la poca ética, por no decir otra cosa, del Tanatorio, cuyo nombre omito.
¿Y si hubiera bajado o subido un niño, por ejemplo? ¿Acaso no hay formas de evitar tan desagradable incidente? ¡Claro que un ataúd no cabe en el ascensor!, pero el portal es grande, tiene recovecos y siempre se podría colocar de forma más disimulada o impidiendo el funcionamiento del ascensor.
Sucede que la profesionalidad de los operarios brilla por su ausencia, como está ausente de otros muchos trabajos en los que previamente habría que dar normas éticas de actuación porque la familiaridad del oficio no quita que a los demás nos resulte hasta macabro encontrarnos, sin previo aviso, que suben o bajan un cadáver cuyo ataúd, carretilla, etcétera, lo espera, nos espera, en la puerta del ascensor.





lunes, 1 de abril de 2013

Elixir de la eterna juventud

OPNIÓN/ DIARIO CÓRDOBA
02/04/2013


Cuanto antes empecemos a caminar "descalzos"
más endurecidos tendremos los pies para
sostenernos cuando nos fallen las fuerzas.
Ea, pues nada! Se pasó la Semana Santa, se acabaron los días de asueto, siguen las lluvias, los peques vuelven al cole y, como dice la canción, la vida sigue igual. Bueno, pues que cumpla muchos más.
Un poco de humor, que nunca viene mal, para este feliz regreso.
Un honorable anciano y muy querido por sus amigos, se encontró con un viejo conocido al que llevaba tiempo sin ver. El viejo conocido, de la misma edad pero vanidoso y pedante, al verlo exclamó: ¡Cuánto tiempo y que bien te conservas! ¡Si estás hecho el chaval que conocí en la universidad! Dime, ¿cuál es el elixir de tu eterna juventud? El anciano honorable, mirándolo de arriba abajo, y reconociéndole, exclamó: Perdone, señor; no entiendo nada. Me temo que me esté confundiendo con un loro. Y se alejó, repitiéndose: ¡Qué absurdos los seres humanos!
Minicuento que me nació al ser testigo de cómo se piropeaban dos ancianos que a dúo repetían: pues, tú, más. Más joven, más guapo, más listo... Sinceramente, sentí pena, porque los dos, apoyados en sendos bastones, con gorra hasta la boca y el rostro comido de manchas y arrugas, manoseaban un delirio de mentiras.
Hay una conocida frase de Bergman que dice Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
Y añado otra mía: Pintar la vida de primaveras no es eternizarse en años de juventud, sino buscar y saber encontrar el color de los momentos.
Y es que cada momento, cada edad, tiene su propio color ni más, ni menos bello, ni más alto ni más bajo: son, sencillamente, distintos.
Y no creo en más elixir que la dignidad de saber aceptar y convivir, incluso con goteras, bastones, etc. Dignidad y elegancia que no surgen por arte de magia. Tal vez tendríamos que echar mano al viejo Catón y aprender a dar los primeros pasos, cuanto antes, en el largo camino del envejecimiento.



* Profesora y escritora