11/6/2013
USO DE RAZÓN AL DÍA
ISABEL AGÜERA
No sé si fue entonces, cuando comencé a vivir o a morir. Alguien, con gran solemnidad, me dijo un día: hoy cumples siete años. Ya tienes uso de razón. Y yo ni palabra de quién era aquella señora que me visitaba a los siete años y, pensando que se trataría de una luz que se encendía en el corazón, le eché un reojo al latido y, ¡nada... de luz!
Pero eso sí, con el dedo y sobre las nobles maderas de un noble aparador garabateé un siete y miré a mi alrededor. Descubrí un gran almanaque colgado de la pared, y un bodegón torcido. ¿Sería aquello cosa de la señora razón?
¡Cuántas veces a lo muy largo ya de mi vida he recordado aquel momento en que fue acreditado mi uso de razón! ¡Y cuántos "perigallos" hemos dicho y creído! Porque, ¿hay edad para que la luz de la razón se encienda en nuestro modo de vivir y actuar?
Con frecuencia decimos: sé esto o aquello desde que tengo uso de razón. Creo que eso quiere decir desde que fui consciente de mi primer pensamiento, pero si es así, yo comencé a funcionar con tal uso a los tres años porque, sí, algo recuerdo de aquella tierna infancia.
Kant diferencia entre el uso público de la razón, aquel que se manifiesta tras estudios, investigaciones, etcétera, y el uso privado que se ha aceptado como trabajador, funcionario... Y visto lo visto, al día de hoy, pues que al garete el uso de razón público que nos permite ilustrarnos, opinar, ser libres, etcétera. O sea que la señora razón se enciende o se apaga, privadamente, según conveniencias. Y nada de ser objetivos, lógicos, inteligentes...
Por eso, mejor, la partícula de Dios que suena de maravilla, el tiempo loco que tenemos y cuatro tonterías... ¡Ah! Y apalabrados van y vienen y usar la razón para ver como salteamos al anónimo "truqueador" de turno que, cuando más desahogados andamos, nos mete una endemoniada palabreja de 80 puntos y ¡al garete el invento!
Es lo que hay y que mañana no sea peor, y fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario