miércoles, 25 de febrero de 2015

28 F: Día de Andalucía

DIARIO CÓRDOBA/ EDUCACIÓN



Hace años que todos nos quejamos del poco rendimiento de los alumnos, así como de la indisciplina que campa por sus respetos en los centros y ante la cual los profesores sufren de impotencia, desilusión y hasta depresión, en una sociedad enfrascada en un debate comparativo acerca de cómo los maestros han perdido autoridad y dignidad. 
No obstante, y a raíz del Día de Andalucía y el Día de la Educación, creo necesario hacer un breve recorrido por la legendaria historia de la educación en nuestra tierra, gran puente entre el ayer y el hoy. El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser desplazados y precisamente corren tiempos en los que ignoramos o se nos ha olvidado de dónde venimos. Dicen que los maestros antes teníamos dignidad, pero protagonizábamos el popular dicho de tener más hambre que un maestro escuela. Teníamos dignidad, dicen, pero nuestras aulas, en muchos casos, eran cuadras mal habilitadas para dar cabida a setenta alumnos. Teníamos dignidad, eso dicen, pero hasta los pozos ciegos que hacían de wáter teníamos que limpiar.
Hay una frase de J. Martí, con respecto a la dignidad, que siempre he hecho mía: "Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas". Peor que de rodillas caminábamos en tiempos pasados por los pueblos y aldeas de nuestra tierra. Era un subsistir en el caos tremendo que suponían los rigores de una vida sin nada.

De esa indignidad y "disciplina" pasamos hace ya en Andalucía a un caminar erguidos por tiempos nuevos, situándonos en un presente en el que al fin, y me emociona el pensar en ello, el magisterio es un cuerpo digno, al que no obstante, el tema de las crisis vuelve a golpear económicamente y profesionalmente y esta innegable realidad se traduce en pasos atrás, algo que jamás

jueves, 19 de febrero de 2015

Agradecimiento


CARTAS AL DIRECtTOR
Agradecimiento: Hospital San Juan de Dios




Hay una frase de Baltasar Gracián que me gusta especialmente y que he aplicado a personas en alguna ocasión: Por grande que sea el puesto --dice-- ha de mostrar que es mayor la persona que lo ocupa. Movida, en esta ocasión, por las circunstancias que he vivido en el último mes, vuelvo a la frase para ser agradecida y sobre todo justa con el personal, en general, del gran Hospital San Juan de Dios que tenemos en nuestra ciudad y sobre todo con los excelentes profesionales don Antonio Serrano y don Gaspar Sánchez Castillejo. Doctores que, efectivamente, como personas superan al gran cometido de constantes operaciones quirúrgicas exitosas que practican a diario. 
Hay otra frase que empiezo por aplicarme diariamente y que como nítido cristal he sentido, más que leído, en el aurea de estos grandes médicos: hay un Dios en cada hombre. Con frecuencia nos interrogamos sobre la existencia de Dios al que desearíamos ver colgado del cielo solucionando nuestras vidas para poder creer, pero mi fe, sencillamente, se queda en la tierra, cerca de nosotros en cada gesto de ternura, de cariño, de ánimo, en cada ser humano que nos sonríe, que nos escucha, que, como en este caso, nos salvan del dolor e incluso de la muerte. 
Gracias, pues, a todos, doctores y personal porque me habéis hecho fácil lo difícil, porque no habéis regateado, ni de día ni de noche, en atenciones y mucha humanidad. Excelente lección que os agradezco en el alma.


martes, 17 de febrero de 2015

Carta sorpresa



DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
17/2/2015
ISABEL AGÜERA
¡Y menuda sorpresa! Carta de la seguridad social aterriza en mi buzón entre un motón de papelotes de propaganda, pero, ¡cómo se hacía notar! Atropelladamente la abrí, mientras casi temblando deshojaba la margarita: bueno, malo, bueno.... ¡Tres folios por las dos caras! Sobrevolé por los renglones hasta que, como sí palpitará en  fuerte taquicardia, tropecé con la palabra subida y unas cifras astronómicas que al día de hoy  sigo sin saber qué interés tienen para los bolsillos. Un respiro, con la palabra subida, una gozosa parada, tomar aire y seguir leyendo. 
¡Ea, que sí, que 0'25 por ciento! ¿Y cuánto es eso? -me pregunté como un párvulo en matemáticas-. Folio, boli y cuentas y más cuentas a la antigua usanza con su mijita de inclinación y todo, pero nada, 0'25 por ciento me daba 25 céntimos por cada. 100 euros. O sea por cuatrocientos euros, un euro de subida. No, no podía ser -me decía-, y más cuentas, reglas de tres y hasta consultas a expertos por si acaso. Pero el dichoso 0'25 seguía inmutable en resultados. Euro por cada 400. Bueno -me dije-, me podré dar un caprichito, pagar luz, pagar medicamentos,  comunidad e impuestos y hasta podré subir mi donación al chico del semáforo. Un euro por cada 400 da para mucho. 
¡Qué pena de tantos jubilados que, a boca cerrada, aceptan y callan porque, ¿quién los va a escuchar? Acostumbrados a privaciones y trabajos en tiempo difíciles, esperaban una mejor vejez que se disipó en papales más caros que su retumbante subida. 
El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza pero cuesta mantener alguna ilusión con tan tristes expectativas. 

En fin, señores subidores de pensiones, una servidora como es solidaria, generosa y “mu”  requetebuena les regala sus 0'25 céntimos para que se tomen algo a mi salud y porque dice mi monedero que es pobre pero digno y que esos céntimos son un insulto.