DIARIO CÓRDOBA/ EDUCACIÓN
Hace años que todos nos quejamos del poco rendimiento de
los alumnos, así como de la indisciplina que campa por sus respetos en los
centros y ante la cual los profesores sufren de impotencia, desilusión y hasta
depresión, en una sociedad enfrascada en un debate comparativo acerca de cómo
los maestros han perdido autoridad y dignidad.
No obstante, y a raíz del Día de
Andalucía y el Día de la Educación, creo necesario hacer un breve recorrido por
la legendaria historia de la educación en nuestra tierra, gran puente entre el
ayer y el hoy. El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser
desplazados y precisamente corren tiempos en los que ignoramos o se nos ha
olvidado de dónde venimos. Dicen que los maestros antes teníamos dignidad, pero
protagonizábamos el popular dicho de tener más hambre que un maestro escuela.
Teníamos dignidad, dicen, pero nuestras aulas, en muchos casos, eran cuadras
mal habilitadas para dar cabida a setenta alumnos. Teníamos dignidad, eso
dicen, pero hasta los pozos ciegos que hacían de wáter teníamos que limpiar.
Hay una frase de J. Martí, con respecto a la dignidad,
que siempre he hecho mía: "Vale más un minuto de pie que una vida de
rodillas". Peor que de rodillas caminábamos en tiempos pasados por los
pueblos y aldeas de nuestra tierra. Era un subsistir en el caos tremendo que
suponían los rigores de una vida sin nada.
De esa indignidad y
"disciplina" pasamos hace ya en Andalucía a un caminar erguidos por
tiempos nuevos, situándonos en un presente en el que al fin, y me emociona el
pensar en ello, el magisterio es un cuerpo digno, al que no obstante, el tema
de las crisis vuelve a golpear económicamente y profesionalmente y esta
innegable realidad se traduce en pasos atrás, algo que jamás