Sí, plazas y
jardines es el escenario elegido por los ancianos para rastrear en el silencio
de árboles, pájaros, flores, fuentes…una vida silenciada por los años pero que,
como cálido rescoldo, avientan con el único soplo que les queda: el recuerdo de
lo que fue.
¡Cuánta soledad
cerca de nosotros! Rozando nuestros pasos, que caminan siempre en imparables
urgencias, están ellos…
Solos en
compañía, compartiendo plaza, jardín, poyete, ruidos, silencios, pero… sus ojos
buscan en distintas direcciones: pueblo, familia, amigos, historias… Allí donde
posan sus opacas miradas, se encuentran naciendo, luchando, sufriendo, gozando,
ayer, pero en esta soledad de hoy, llena, no obstante, de misterios, cuando
abren el micro del magnetófono, que es su alma, notan cómo ya sólo se van
grabando los sonidos largos, ¡muy largos! de las horas.
De sol a sol,
mientras la ciudad eclosiona en afanes, ¡qué solo y frío el escenario que
protagonizan nuestros ancianos!
Pasos que no van a ningún sitio.
Ojos que miran y no ven.
Labios sellados
de los que huyeron sonrisas y palabras.
Corazones que laten al pesado ritmo de los días sin nombre.
¡Recuerdos, sólo recuerdos que buscan y encuentran, chispas de felicidad, en el índice del pasado, en la memoria perdida de las cosas!
Corazones que laten al pesado ritmo de los días sin nombre.
¡Recuerdos, sólo recuerdos que buscan y encuentran, chispas de felicidad, en el índice del pasado, en la memoria perdida de las cosas!
¿Dónde vas abuelo? De sol a sol, transitas, peregrinas, buscas… pero, desde que decidimos que
eras mayor, ¡muy mayor!, no dejamos para ti más camino que la soledad, más
espacio que la negra pasarela de la indiferencia y el olvido.
No consintamos jamás que un mayor
se sienta inútil a nuestro lado. Démosle oportunidad de colaborar, de enseñar,
de echar la mano que pueda a las cosas que pueda porque de ello dependerá su
supervivencia.
Tiende una mano al mayor para que, sin miedo, se incorpore a los cambios elementales que todos experimentamos. Otra cosa equivaldría a dejarlos arrinconados sin remedio.
No hay mejor espejo para nuestras vanidades que contemplar el rostro de un mayor, cuando se siente de vuelta de todo.
Todos nos vamos haciendo mayores día a día y creo que sería necesario tener en cuenta la gran riqueza que pueden aportarnos las personas mayores y todo lo que pueden enriquecer nuestro crecimiento.