martes, 25 de noviembre de 2008

NIÑOS Y VIOLENCIA

EDUCACIÓN DIARIO CÓRDOBA
ISABEL AGÜERA
Recordaba estos días de programas, mensajes, etcétera, acerca de la lucha contra la violencia de género, cómo a lo largo de mi vida, y creo que en la actualidad más que nunca, la violencia que un día se torna hacha de guerra, arma letal para todo, si bien de forma especial para la mujer, se forja y se crece en la gran cuna del hogar, en el regazo que, por excelencia, es para el niño la familia.
Un pequeño de siete años me comentaba un día en el aula: "Anoche mi padre le pegó a mi madre, y yo estaba escondido en la terraza. Cuando tenga más fuerzas que él, se va a enterar".
No sé dónde andará aquel niño, hoy, pero lo que sí tengo seguro es que no sólo se habrá enterado su padre sino que su contenida e indigesta agresión habrá encontrado otras muchas víctimas.
Pero no siempre la violencia se engendra por legado de padres maltratadores, asesinos. No, mis reflexiones transcurren por cauces mucho más cercanos y generales. Y es que, dando por descontado que si un niño vive con violencia, aprenderá a ser violento, es sumamente necesario que los mayores seamos conscientes de cómo los pequeños son esponjas que se empapan hasta del sudor que transpiramos, alimentando tiernas raíces en árida tierra cuyos frutos serán el hacha de guerra del mañana.
Y eso quiere decir que también es violencia las voces entre padres, la faltas de respeto, los comentarios sexistas, racistas, los castigos injustificados, los excesos, la poca atención que se les presta, los muchos caprichos que se les dan, el sin fin de horas que los dejamos solos ante la televisión, la permisividad excesiva y un larguísimo etcétera, en el que otros ámbitos se suman como un excelente caldo de cultivo en el que se va formando la futura personalidad violenta de nuestros niños.

El violento no nace; se hace a nuestra justa medida, con nuestra misma talla y con el abono que le propiciamos.

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