Hoy, amigos, tocaba prensa, pero por no interrumpir la novela,
recién empezada, lo he dejado para ahora- La novela,. Viento en popa. ¡Casi
sesenta lectores! ¡Qué bien! Gracias a todos. La novela de mi amiga Prostituta,
la he titulado, al fin, Mi Amiga Lucrecia y la estoy poniendo a punto para ver
quién nos la edita. Si alguien sabe de plataformas gratuitas, por favor, que
informe. Vamos al artículo-
DIARIOCÓRDOBA
/ OPINIÓN
LIBERTAD
DE EXPRESI
Sí, eso exactamente es lo
que está de moda en estos tiempos: soltar la lengua y decir todo lo que nos
venga en gana, porque para eso existe la libertad de expresión. ¡Ole y ole! Y
no sé si es curioso o vergonzante el que apelando a tal derecho se puedan vomitar
insultos, descalificaciones y se puedan escribir aberraciones..., y lo que es
peor, se puedan difundir por medios tan públicos y visionados como la tele, la
radio... ¡Madre mía, qué cosas se dicen y se oyen! Y a renglón seguido llamamos
irrespetuosos, sinvergüenzas y perlas de todo tipo a cualquier niño o joven que
se le ocurriera, o se le ocurra, faltar el respeto o soltar un palabro de esos
que rechinan los oídos. ¿No estamos vitoreando la libertad de expresión? ¿O es
que, acaso, mayores, sí, jóvenes, no? ¿Saben ustedes aquel que dice.... Habla
como yo te diga pero no como yo te hable?
Y no estoy en clave de humor y que me
da igual la procedencia de la lengua, sino en clave de valores, esa palabreja
con la que nos regodeamos para quejarnos de lo mal que anda esta generación. Y
se nos llena la boca, clamando por una sociedad de valores, pero que yo sepa
siempre se ha dicho que de tal palo tal astilla, y los palos seguimos siendo
los padres, maestros, políticos, propulsores de la cultura, medios, etcétera.
Soltar la lengua e insultar, ofender, mentir..., a mí no se me antoja que sea
un derecho sino más bien una tremenda falta de respeto, una facilona forma de
proclamar un derecho que no es tal: puedo decir lo que quiera.
El discrepar no
es sinónimo de perder la vergüenza y no puede servirnos de excusa para
referirnos al otro con palabras como descerebrado, sinvergüenza, ladrón, etc.
La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha (Michel de
Montaigne). De ahí que cada vez escuche más a los pájaros, al viento o al
silencio y menos el ruido que cunde a mi alrededor y me ensordece. Libertad de
expresión, sí, pero no libertad para soltar la lengua y dejar que salgan sapos
y culebras.
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Maestra y escritora