domingo, 18 de agosto de 2013

El canto del canario



Animada tertulia matinal en la radio. Los contertulios, blabla, política, blabla, más política...  Y claro, los asiduos radioyentes, en este vaivén de opiniones encontradas y, sobre todo, tan repetitivas, tan exacerbadas un día y otro también, oímos pero no escuchamos. Si acaso, acuciamos el oído cuando alguien pone en sus labios palabras que acarician nuestras ideas, mientras, con regodeo, nos decimos: ¡Este, sí; éste sí que vale! Pero lo cierto es que estamos asfixiados de tanto más de lo mismo, y las tertulias a veces se tornan en un ruido más con el que convivimos y en el que las palabras en el mejor de los casos se perciben como letanía sin más ora pro nobis que la indiferencia por respuesta.

Pero he aquí que uno de estos días, cuando intervenía un oyente, los trinos de un canario irrumpieron arrolladores por las ondas. ¿Novedad, belleza, gracia, sorpresa?

Tal vez un poco de todo enmudeció y hermanó, en un escaso minuto, a contertulios y oyentes. El don precioso de la palabra --dice Barón de Holbarch-- debe servir a los hombres para comunicarse sus pensamientos, para socorrerse mutuamente, para transmitirse las verdades útiles, y no para destruirse y engañarse. Es cierto que vivimos en una época de evolución sorprendente en el área de los medios de comunicación, reduciéndose así las distancias, las ideas, los tiempos...

Pero, a pesar de este avance, prevalece un factor que ha sido siempre catalizador de las relaciones humanas: la palabra y el comunicarse a través de ella es la más primitiva pero la más efectiva forma de formar, informar, socializar... No obstante, la palabra hoy está devaluada y ha dejado de ser camino que conduzca a la verdad, para transformarse en vehículo de radicalismos encontrados.

Tal vez precisemos la voz de un simple “canario” para sorprender, aunar y embellecer nuestras trilladas rutinas.





No hay comentarios: