Conciencia social
DIARIO CÓRDOBA /
OPINIÓN
ISABEL Agüera
27/02/2014
No, no voy a referirme a propósito del tema de actualidad
tan traído y llevado por los medios: la tragedia de los emigrantes, y no porque
me resulte indiferente, ¡qué va! Me importa y mucho, pero creo que en estas
páginas también se ha hablado y se habla a diario del tema y es por eso que me
voy a referir a un valor que podría evitar cualquier drama y que está tan
arrinconado que casi ni los ordenadores reconocen la palabra: empatía.
Dice
Gandhi: "Las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el
mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios
y entendieran su punto de vista". Y así debería ser con el añadido, para
los católicos, del "amarás al prójimo como a ti mismo".
Y es lo que
decía mi nieto: "Cómo voy a querer al prójimo si no lo conozco". Y
llevaba razón el muchacho, pero yo le explicaba que de lo que se trata es, ante
todo, de esa disposición a querer para los demás lo que queremos para nosotros.
No obstante creo que hoy día ni a nosotros mismos nos queremos. Si nos faltan
horas, minutos para dedicarlos a nuestros hijos, amigos, si nos falta tiempo
para comer, dormir, pasear sosegadamente, ¿cómo vamos a escuchar, atender,
siquiera lo que nos cuentan o sucede a los demás?
La empatía, por consiguiente,
no es otra cosa que la habilidad para estar conscientes de, reconocer,
comprender y apreciar los sentimientos de los demás. En otras palabras, el ser
empáticos es el ser capaces de "leer" emocionalmente a las personas.
La empatía viene a ser algo así como nuestra conciencia social, pues a través
de ella se pueden apreciar los sentimientos y necesidades de los demás, que da
igual que sean pepeístas, socialistas, etc. porque no hablamos de políticas,
sino de seres humanos. ¿Dónde he leído yo aquello de "porque tuve hambre,
porque tuve sed, porque...?". Me suena mucho.
* Maestra y escritora
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