viernes, 2 de julio de 2010



Querido moises


29/06/2010 ISABEL Agüera



Hola, mi querido Moi: te escribo aquí, en la hoja grande, como llamabas tú al periódico, porque hoy la casualidad nos puso frente a frente, cuando, con lágrimas en los ojos y tus notas en la mano, salías del instituto. Aceleraste el paso al verme y dándome un beso susurraste: "Me han suspendido matemáticas, y no es justo porque las llevaba bien y notable y me salía aprobado". Al llegar aquí, la voz se te rompió en congoja por lo que, echándote mi brazo, te dije: ¿tú has hecho lo que debías? ¿Te has esforzado? ¡Claro! Si todo lo hice bien, pero me equivoqué en una cuenta del problema- ¿Y no puedes recuperar? ¡Qué va! --exclamaste con rabia--. Dice el profesor que no hay segundas oportunidades, que me espera en septiembre. Se me parte el alma recordando tus ojos de lágrimas y tu impotencia ante lo que considerabas, y creo que de ser como lo contabas, lo era, injusticia. Tú eres un todo terreno para muchas cosas, pero, como todos, no en el mismo grado para todas. Eres inquieto, curioso, observador, eres, y así te veo en el futuro, un gran investigador. Todo te interesa, todo te preocupa y todo te afecta hasta límites impropios de tus años. Siempre, a mano alzada, una pregunta que hacer, una injusticia que denunciar, una rabieta que contener. Tal vez sea todo eso lo que no te perdonamos muchos de tus educadores; lo que nos molesta: queremos alumnos sumisos, callados y no con la mano en alto, sino con la boca abierta para tragarse nuestras manías, para obedecer sin preguntar, para tragarse nuestros malos humos y hasta nuestras injusticias. ¡Claro que te mereces esa oportunidad que pides! ¡Y claro que llevas razón en lo de la evaluación continua! ¿Para qué si no sirve? Tu esfuerzo, cuenta, tus evaluaciones anteriores cuentan y cuenta ese deseo tuyo de una segunda oportunidad. Te la mereces, hasta ese maestro que olvida qué cosas cuentan al evaluar...



* Escritora y maestra

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