ISABEL AG ERA 11/04/2012
Ayudemos a que los niños encuentren en las aulas
respuestas a sus grandes o pequeñoas expectativas
¡Malos tiempos corren! Y hasta ahí entiendo ajustes, sacrificios, etc., aunque cueste que así sea. No obstante, cuando esta mañana escuchaba en la radio las incidencias que tendrán en educación, sinceramente, he sentido como que me dolía el alma.
A la memoria me llegaban tiempos pasados, y casi olvidados, en los que, alumnos carentes de toda clase de medios, eran tan solo número para llenar micro-escuelas en las que recibían micro-conocimientos y en las que, a duras penas, se lograba que memorizaran cuatro cantinelas rutinarias e inútiles.
Fui alumna de la posguerra y maestra de la posposguerra. En mis años de niña, adolescencia y juventud no hubo escuela que me enseñara a pensar, a opinar, a revelarme, no hubo escuela que me enseñara a ser yo y mis posibilidades de cara al futuro. En mis años de maestra, intuyendo más que sabiendo, creí en la necesidad de cambiar, despejando caminos y girando hacia nuevos horizontes en los que los alumnos se reconocieran como personas únicas, creativas, valiosas, pensantes, ante todo. Otros muchos maestros y maestras también fueron 'sastres' de tallas únicas, y así, pasito a pasito, llegamos a una escuela digna, innovadora, moderna y más que nada consciente de las muchas competencias que de cara al futuro hay que sembrar y desarrollar en los alumnos.
Hoy, por una maldita crisis, se dice que hay que gastar menos en educación, olvidando que en este campo la palabra gastar se queda fuera de todo significado, porque no se trata de consumir gasolina, ni de comerse el dibujo de una rueda, ni de vaciar los bolsillos en fiestas, se trata de invertir en futuro, de financiar y apostar por ese tiempo mejor que anhelamos y que serán nuestros niños y jóvenes de hoy los artífices que, con responsabilidad, preparación e ilusión lo hagan posible.
No los dejemos, pues, tirados en la cuneta.
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