lunes, 10 de febrero de 2014

Subir como la espuma


DIARIO CÓDOBA / OPINÓN
ISABEL Agüera 11/02/2014

Estos días con tantas noticias sobre olas y espumas me han llevado al dicho popular "subir como la espuma", porque ¡hay que ver cómo trepaban las olas y se quedaban hasta pronto volver a su origen, a su normal posición de agua sin más! Pero, claro, tenían su momento de gloria, su momento de protagonismo. 
Y de las olas, las espumas y todo eso, me he extrapolado a la cotidianidad que hoy día nos deja perplejos: de la noche a la mañana, fulanito, menganito, como por arte de magia, del anonimato pasa a hacerse visible, actor de primera fila, presencia aquí y allá y más allá. 
Y ahora viene la pregunta: ¿y cómo se consigue eso? Cuentan que el Duque de Saboya usaba un jubón --chaqueta para entendernos-- de color rojo por un lado y blanco, del otro. Así el jubón alternaba color según conveniencias. ¿Y esto a dónde nos lleva? Pues, eso, que si con en esta marea de olas, espumas, famas repentinas y jubones bicolor, agitamos un poco la coctelera obtenemos el obsceno cóctel, con agrio sabor a cambio de chaqueta. 
O sea, hoy soy, ayer, fui, mañana, ya veremos. Tránsfuga se le llama en el argot político al que cambia de chaqueta y ¡hala a subir como la espuma! Pues de igual manera y para obtener mercedes, tanto culturales como profesionales, etcétera, hoy día lo tenemos fácil: nos colocamos una cazadora --queda mejor-- tecnicolor o montamos un tollo de mil demonios. 
Pero no todo vale a la hora de hacerse una persona conocida, porque hay que diferenciar entre ser "conocido" y famoso, y ser "querido" y famoso. 
Hay famosillos que los hemos oído miles de veces pronunciarse al revés, ayer, y hoy al derecho y viceversa. --¡madre mía qué mal queda esto!--, pero tan a gusto que viven en su momento de espuma y olvidan que la memoria de los amigos es tan larga que no solo recordarán al personajillo que quiso "bailar y pagó al músico", sino que perderán a los amigos
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