DIARIO CÓRDOBA /OPINIÓN
23/11/2010 ISABEL Agüera
Cuenta la historia que en los tiempos de María Castaña (quién sería la señora) mandatarios del mundo se dieron cita para consensuar un idioma universal de forma que la lengua no fuera barrera entre pueblos. Sucedió que, cuando estaban en plena jornada, irrumpió en la sala una anciana con un ramo de rosas que, silenciosamente, colocó sobre una mesa. ¡Viejas chocheando! --exclamaron--. Más tarde, entró un niño cabalgando sobre un palo y repitiendo: ¡Arre, caballito! Los mandatarios, con despreció clamaron: ¡Niños mal educados! Cuando llegó la hora del refrigerio, lo sirvió un joven ataviado a lo punki. Encolerizados, gritaron: ¡Jóvenes delincuentes! Una vez terminada la sesión de trabajo y con brillantes conclusiones en la mano, se despedían en la explanada de un gran jardín. De repente, un pacífico perro se les acercó, husmeando sus zapatos. Uno de los ilustres con una patada lo espantó, al tiempo que exclamaba: ¡Chuchos callejeros! El idioma universal, sin duda, estaba inventado: La lengua, sí, era lo importante. Pero la María Castaña, esa, termina contando que los pueblos siguieron sin entenderse por los siglos de los siglos.
Y resulta que existe un idioma que, hablándolo todos, nos entenderíamos de maravilla. Sí, lo adivinaron: el idioma del amor, amor que se puede traducir en palabras, gestos, miradas, sonrisas, lágrimas... ¡
Qué belleza de idioma y qué universalidad! ¿Qué ser humano del mundo no entiende un beso, una caricia...? El idioma del corazón es universal, pero las palabras que precisa, hoy, para ser entendido con urgencia, deben ser revestidas de solidaridad, tolerancia, empatía... hacia la infancia, los ancianos, los jóvenes, los pobres, la naturaleza...
¡Eso sí que es idioma de una vez y no los zipizapes que nos traemos a cuenta de las lenguas! ¡Ah! Y que no se olvide el andaluz que también tiene lengua. Y colorín, colorado...
* Maestra y escritora
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