Que canten los niños
23/02/2011 ISABEL AG ERA
Al plantearme el tema de la semana para esta columna, el Día de Andalucía, se me impone, dada la proximidad de fechas, y con premura, que no puedo eludir el recuerdo de muchos años atrás, cuando no existía tal fecha y cuando la escuela estaba radicalmente dividida: escuela pública y escuela privada, lo que equivalía a escuela de pobres y a escuela de ricos o menos pobres, a la cual yo pertenecía, pero algo en mí se revelaba, a pesar de mis pocos años, y sentía así como pena, cuando, peinadas con brillantina y trenzas, las niñas, y pelados al rape, los niños, anónimos, con babis de lienzo moreno y un intenso olor a lejía y jabón verde, en rigurosas y disciplinadas filas se posponían a los otros niños y niñas de uniforme y banda, de velos blancos y zapatos de charol, de colonias y peinados de tirabuzones.
Muchos años también, andando el tiempo, en el que me convertí por auténtica vocación, en maestra de niños y niñas pobres . Hoy, cuando todo se torna crisis más crisis, quisiera escuchar el gran coro de niños y niñas de nuestra tierra, cantando el Himno de Andalucía porque, con el esfuerzo de todos, hemos logrado espléndidos centros escolares públicos con profesorado especializado para todo, con instalaciones para deporte, música, bibliotecas, nuevas tecnologías, etc.
Que canten los niños porque se acortaron distancias sociales y en lugar de maltrechas carteras de cartón, los alumnos hoy, sin distinción alguna, portan ordenador, caminan erguidos y "calzan" el mismo número de zapatos, y todos despiden el perfume de una mejor vida.
Es mucho lo que falta, de ello soy consciente, porque la educación es una maratón sin meta. Cada día, nuevas expectativas, nuevos problemas, nuevas carencias, nuevas ilusiones, etc.
Lo importante es saberlo y poner en boca de los niños la palabra esperanza, que los transformará en hombres y mujeres de luz.
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