DIARIO CÓRDOBA/ ISABEL AGÜERA
No lo puedo evitar pero, cuando tocan al magisterio, se resiente mi fibra más sensible.
Y es que se suelta la lengua con una facilidad espantosa y con una total unanimidad de opiniones, cuando se desconoce un tema y solo se habla dando cuerda, aunque sea inconscientemente, al provecho propio, la envidia o el populismo.
Bueno, el caso es que por si fuera poco el mal ánimo, a causa de la tan deteriorada autoridad, la falta de colaboración, las muchas exigencias administrativas, etc. que cunde entre el profesorado, ahora, en estos días, ¡más leña al fuego!
Que trabajan menos que los demás, que si hay que suprimir plazas, que si patatín que si patatán, que el tema da para muchos votos de cualquier color.
Es decir, que gran parte del problema de la crisis se solucionará, con más horas de trabajo al magisterio, menos profesores y más alumnos.
Más que indignada por supuesto. Ya está bien la facilona y populachera muletilla de las horas de trabajo del magisterio. ¿Se cuentan las horas de claustros, de visitas de padres, cursos de reciclaje en horas extras, asistencia a Consejos Escolares, días de viajes, horas de preparación de fiestas, de salidas del Centro, etc.? ¿Se cuentan el tiempo de preparación de clases, corrección de exámenes, horas de Evaluación, búsqueda de materiales, etc.?
Y esto sin contar el estrés que conllevan las horas presenciales en el aula, atendiendo a veinticinco o treinta alumnos -eso ahora-, cada uno con su singular complejidad. ¿Acaso los padres soportan bien a uno o dos de sus hijos en tiempos de vacaciones?
El magisterio precisa motivación y no cargar sobre sus hombros, como ha sucedido siempre, más exigencias y responsabilidades, abusando así de su abnegación y amor a la educación, a los niños y a la enseñanza.
Y, bueno, que el chollo está ahí, que el que quiera estudie, haga oposiciones, tras largos años de estudio, intentos, aprobados sin plaza, paso por aldeas, pueblos, interinidades más interinidades y... ¡Tijeretazo, aumento de horas, recorte de sueldos y opinión pública al canto! ¡Qué pena me da al comprobar lo poco que esta sociedad avanza
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