Me voy a referir y me estoy
refiriendo a nuestro querido, y nunca bien elogiado, Francisco --Paco-- Sánchez
de Puerta.
Lo conocí, aproximadamente, hace unos
treinta y cinco años en una complicada, en aquellos años, operación de
vesícula. Desde entonces, más que como médico, lo he visto como amigo, atento
siempre a los enfermos sin que los festivos siquiera sean para él días de paso
largo, cariñoso, atento, entregado totalmente a los enfermos de cualquier clase
y condición.
El gran médico canadiense William Osler,
dijo, entre sus muchas famosas frases: «Es mucho más importante saber qué tipo
de paciente tiene una enfermedad que saber qué clase de enfermedad tiene un
paciente, porque el buen médico trata la enfermedad y el gran médico trata al
paciente que tiene la enfermedad». Esto es algo que lo sabemos casi todos, y es
seguro que no lo ignora ningún profesional, pero de saberlo a practicarlo hay
un paso gigante para muchos que, sin mirarte siquiera, recetan y adiós muy
buenas.
No así para nuestro querido Paco Sánchez de
Puerta, que sabe escuchar, mirar, empatizar con el enfermo al que unos minutos
de atención, unas palabras de ánimo, de comprensión, pueden curar más que todas
las recetas del mundo. Felicidades, amigo Paco. Orgullosos debemos estar, y yo
lo estoy, los cordobeses de tenerte,
* Maestra y escritora
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