LA FAMILIA, ¿ESPECIE EN PELIGRO DE EXTINCIÓN?
Hoy por hoy asistimos a una vorágine de cambios para los cuales hay que reciclarse en el sentido de adquirir una especie de agilidad mental que nos permita a todos la pirueta exigida en cada ocasión.
Hoy por hoy asistimos a una vorágine de cambios para los cuales hay que reciclarse en el sentido de adquirir una especie de agilidad mental que nos permita a todos la pirueta exigida en cada ocasión.
Esto es así, y en cuanto al tema de la familia, habría que asumir, sin ningún tipo de dramatismo, que ya no es lo que era, en el sentido de que ya no se come en la gran mesa patriarcal, ni se cierra la puerta para todos a la misma hora, ni los hijos tienen dependencia absoluta de los padres, a la hora de vestir, estudiar, relacionarse...
Cuando el adolescente de hoy dice a su familia "corta el rollo", "no me coma el coco", etc., es verdad que está cerrando las vías de comunicación con unos padres que, realmente, no le interesan como fuente de transmisión de cosas pertinentes a su vivir.
Y es aquí dónde se produce el desconcierto generacional que tanto preocupa a los padres y que lleva a pensar que la familia es una especie en peligro de extinción.
Para mí que la familia, como institución, no sólo no puede desaparecer sino que ni tan siquiera está pasada de moda, como puede parecer, pero, eso sí, hay que replantearse cuestiones vitales para no sólo buscar su supervivencia, a consta de lo que sea, sino una total plenitud dinaminizadora de una sociedad progresista y cambiante, donde, haya una presencia de ética y valores que nos sitúen en el umbral de un mundo mejor.
Para mí que la familia, como institución, no sólo no puede desaparecer sino que ni tan siquiera está pasada de moda, como puede parecer, pero, eso sí, hay que replantearse cuestiones vitales para no sólo buscar su supervivencia, a consta de lo que sea, sino una total plenitud dinaminizadora de una sociedad progresista y cambiante, donde, haya una presencia de ética y valores que nos sitúen en el umbral de un mundo mejor.
Responsabilidad que debe asumir la familia como núcleo, donde, en cálido regazo, los hijos maduren, crezcan en esa difícil balanza que es la comprensión, tolerancia y amor mutuos.
Nuestros hijos, generacionalmente, no nos pertenecen. Ellos, si bien están echando sus raíces en este tiempo, sus ramas, sus frutos están abocados al futuro.
Lo que se vive en familia es lo que se aprende y recuerda toda la vida. Promovamos un constante diálogo que parta de la infancia misma.
Si esta etapa se nos va de las manos, muy difícil será la necesaria comunicación que acuñe el modelo de familia, hoy
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