miércoles, 13 de marzo de 2013

Querida Conchita



Cito textualmente palabras de alguien que refiriéndose a la amistad decía: "A veces necesitamos mucho tiempo, mucho esfuerzo para ir avanzando en el conocimiento de otro, para consolidar una amistad. Suele ser lo habitual, pero sin embargo hay otras ocasiones en las que el avance del conocimiento se produce a una velocidad tan insospechada que nos deja perplejos".
Y este fue mi caso contigo, querida Conchita, que te fuiste cuando no hace tanto me prometiste una visita.
Nos conocimos en los años setenta en aquel nuestro centro de trabajo, Joaquín Tena Artigas . Y bastaron unas palabras mías para que, haciendo tuyas mis inquietudes, me ayudaras y facilitaras la realización de tantos y tantos proyectos y trabajos...
No, no asistiré a tu funeral porque tú no estarás allí para preguntarme por qué lloro, ni para ofrecerte a traerme a esta mi casa que hoy, en soledad, nota cómo un halo de tristeza la invade por la noticia de tu muerte.
No obstante, un vaivén de recuerdos me devuelven a la amiga generosa, entregada, trabajadora, a mi amiga de siempre, a la maestra diez, a la mujer que valoraba y elogiaba mis pequeños éxitos, aceptando, sin reparo, sin envidia ni competitividades, mis divergencias, en muchas cosas, contigo, ante las cuales siempre tenías una salida divertida, comprensiva.
¡Cómo amaste a los niños! ¡Cómo querías a tus amigas, a tu familia! Wilde dice: "Hay que elegir a los amigos por su elegancia y belleza".
No sé qué viste en mí, querida amiga, pero tú eras la personificación de ambas cosas, y es por eso que toda la ternura que puede generar mi corazón a estas altas horas de la madrugada, cansada ya de muchas historias pasadas, tome vuelos mi fe y te diga: espérame, amiga, para que con el poeta te diga: ¡Mira, mira, Conchita, cómo sigue vivo el sol! ¡Mira cómo sigue viva la mañana! ¡Y como corren la snubes y llegan los pájaros emigrantes!
No, no puedo mandarte un adión, te mando, sí,   un ¡hasta mañana! Espérame, querida amiga para seguir hablando de nuestros alumnos, de nuestras inquietudes y también, ¡claro que sí! de nuestras limitaciones, hoy. Espérame.




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