martes, 5 de marzo de 2013

Homenaje a mi madre

OPINIÓN/DIARIO CÓRDOBA
5/3/2013

PARA TÍ, MAMÁ, POR LO MARAVILLOSA QUE ERAS

Fue un once de marzo, cuando una mujer, mi madre, moría en el Hospital Provincial de nuestra ciudad, cuando los ciruelos japoneses y los pájaros emigrantes eran ya preludio de eminente primavera. Hasta las puertas del quirófano, de donde no regresó, mis manos apretaban las suyas y mis ojos y los suyos, fundidos en palabra silenciadas, nos dijimos adiós.
Hoy, para celebrar el Día de la Mujer, quiero evocar su recuerdo y con él, rendir homenaje a una generación de mujeres que, como ella, no tuvieron más opciones que las marcadas por la tradición, predicadas por la Iglesia y asumidas sin más alternativa ni posibilidad de elección, vidas y muertes de electro encéfalo plano: casarse, tener un montón de hijos, administrar llaves --en el caso de mi madre--, trabajar sin descanso en el hogar y poco más.
Hay quien opina que se trataba de una deferencia heredada de los hombres hacia la mujer, al asumir ellos los trabajos duros del campo --algo que también competía, por cierto, a las mujeres-, el ir a la guerra, llegado el caso, como llegó, etcétera. Impensable, por una parte, preguntar a la mujer si tal privilegio era o no era de su elección, por otra, ¿acaso el hecho de parir hijos, criarlos, llevar a cabo los trabajos caseros eran "versos" de arte menor?
Me siento, no obstante, orgullosa de mi madre que, por católica --en palabras de ella misma--, tuvo nueve hijos a pesar de su pésima salud, administró el gran llavero de todas las estancias de la casa, etcétera, pero fue mujer adelantada a su tiempo: era solidaria con los marginados, tolerante,  leía novelas y cuentos, tan en boga en aquellos años, tocaba el piano, era soñadora, tenía sus exquisitos caprichos: pañuelitos de seda, esencia de rosas, cajita de música, etc. Le gustaban las violetas, la música clásica... Se cuidaba las manos, se vestía no al uso de los tiempos, no era aficionada a hacer primores... en el pueblo la llamaban, y la siguen recordando, como la señora doña Blanca.
La recuerdo en los últimos años de su vida con un rosario y un libro siempre entre las manos.
Para ella, y para todas las mujeres, mi más sentido homenaje en este más que merecido día.









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