ISABEL AGÜERA
20/03/2013
El pasado día veinticuatro de febrero se celebró en Andalucía, y a bombo y platillo tan solo en los medios, creo, porque hubo maestros que ni tan siquiera se enteraron, el tradicional Día del Maestro o de la Educación. Hoy quiero unirme, a mi manera, a tan lejana fecha ya, con mis mejores palabras dedicadas al magisterio, más que mi modus vivendi, mi universi vitae.
Sí, mi universo de vida, y es que ser maestro es algo tan importante, trascendente y casi divino que me viene grande la palabra y hasta miedo he sentido siempre de asumirla como una forma más de ganarme la vida, porque entraña una inquietud constante por hacer correr la llama del saber, conscientes de que la cultura es uno de los mayores bienes que podemos legar a la humanidad.
Donde haya un hombre culto, habrá un germen, una fuerza viva capaz de fermentar, en sabores nuevos, nuestra sociedad tan corrompida de egoísmos que inevitablemente nos arrastran para defender, proteger y salir a flote con nuestras individualidades.
Donde haya un hombre culto, habrá un germen, una fuerza viva capaz de fermentar, en sabores nuevos, nuestra sociedad tan corrompida de egoísmos que inevitablemente nos arrastran para defender, proteger y salir a flote con nuestras individualidades.
Ser maestro de escuela es gozar del privilegio de poder conducir a los alumnos hasta el umbral de sus propias mentes, donde yacen adormecidas las auroras de sus entendimientos.
Ser maestro de escuela es respetar la individualidad y creatividad ilusionada y expectante, de cada uno de los alumnos, maestros olvidados de un tradicional y malsano paternalismo que engendraba individuos sumisos, impersonales, receptores de la escala de valores, implacable, patriarcal y dominadora, de sus maestros.
Jamás un maestro debe ser un conformista y pasivo burgués espectador que se limita a cumplir con su deber las horas diarias que dura su trabajo.
Un maestro es un luchador, un creador, un soñador, que, sin perder jamás su dignidad, sabe que su meta no la lleva en el bolsillo, sino que está en la mirada atenta e ilusionada de sus alumnos, su universo de vida.
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