(De mi obra “ El Arte de
Envejecer”, editado por la Editorial Almuzara)
Queridos amigos/as mayores
y jóvenes: Ayer se celebró el Día Internacional de los mayores. Mi pequeña y
sencilla aportación, hoy, a este colectivo que por razones variopintas ha
pasado a ser tema de foros, programas, etc.
Un relato para empezar: “El hombre
de la eterna juventud”
Un hombre octogenario, petulante y animoso, gustaba
rodearse de otros hombres tan ancianos como él, pero de aspecto más decadente y
humilde. Entre ellos se sentía joven, docto, querido, deseado... Les hablaba,
les contaba historias e incluso les daba consejos para mantenerse en forma e
incesantemente les repetía: Miradme a mí –les decía-. Soy poseedor de la eterna
juventud. No cuentan los años, sino el hacerse adoquín, el pasar de lo que nos
pueda crear preocupaciones y problemas… Sucedió que un día se llegó hasta el
grupo un joven. Con desenfado, exclamó: ¡Dios los guarde, abuelos! ¿Podrían
decirme la hora? El hombre de la eterna juventud, diligente, fue a sacarse el
reloj del bolsillo, cuando éste se le cayó y rompió. El joven se apresuró a
recogerlo, al tiempo que decía: Lo siento, abuelo. Por mi culpa... ¡Lo siento
de verdad, abuelo! Cuando el joven se alejó, el hombre de la eterna juventud
exclamó malhumorado: ¡Poca educación! ¡Poca vergüenza la de estos jóvenes de
hoy! ¡Cualquiera se fía de ellos! No saben hablar, no saben vestir, no saben
distinguir.. ¿Qué se habrá creído el niñato? -comentaba a sus amigos- Esta
juventud no tiene respeto a nada, a nadie y se creen en el derecho de llamar
abuelo al que le saca la cabeza ¡No ven más allá de sus narices! Los demás
guardaron silencio. Tan sólo uno alzó su débil voz y dijo: ¡Cómo se nota,
amigo, que una vez fuiste joven y conservas buena memoria!
Y tras la lectura de este
relato, palabras que reconfortan de la Pastoral y de mis propios
convencimientos:
No son los pocos años
cumplidos los que determinan la juventud en la persona; hay jóvenes
prematuramente viejos. En cambio existen personas ya de edad, llenos de
entusiasmo y de alegría, todo les llama la atención, siempre se sienten
dispuestos a emprender nuevas actividades, les interesan las novedades, los
cambios, su personalidad inspira atracción y simpatía, porque siempre están de
buen humor.
SENTIRSE JOVEN consiste en
ver la vida con optimismo real, saber amar a la gente, descubrir bellezas que
hay en la naturaleza, gozar de la inocencia y risas de los niños.
SENTIRSE JOVEN significa
soñar con un porvenir, tener ideales, tener siempre algo que hacer, algo que
crear, algo que dar de sí mismo.
SENTIRSE JOVEN implica
también saber sufrir, pero nunca sentirse derrotado, saber levantarse cuantas
veces se fracasa.
SENTIRSE JOVEN es
desconocer la ociosidad, forjarse un ideal sublime, nuevo, por el cual valga la
pena de seguir luchando, hasta alcanzar la meta deseada.
SENTIRSE JOVEN es saber
enfrentarse con los problemas de la vida y resolverlos satisfactoriamente,
superar las decepciones, hasta lograr la victoria.
SENTIRSE JOVEN es
reconocer los equívocos, no desanimarse nunca a pesar de una derrota dura,
levantarse nuevamente para no volver a caer.
SENTIRSE JOVEN es ser
prudente, tomando como experiencia las vicisitudes ajenas y encontrar un camino
distinto hacia la propia felicidad.
SENTIRSE JOVEN es tener la
satisfacción de lograr un ideal por sí mismo y sin perjudicar a los demás,
lidiar para conseguir sus más caros anhelos.
SENTIRSE JOVEN es tener la
cabeza llena de ideas nuevas que expresar; el corazón lleno de amor, felicidad,
paz…
SENTIRSE JOVEN es saber
aceptar el paso del tiempo con elegancia, humildad, tolerancia…
En definitiva, para mí, no
hay paisaje más bello que el de un mayor de mirada profunda, serena que sabe
callar, aceptar y vivir el presente con la ilusión del primer día dejando el
futuro para mañana y el pasado para ayer.
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