lunes, 13 de julio de 2015

Vida diaria y emociones

  

Al abrir los ojos cada  mañana, deberíamos  comenzar por  ser conscientes del nuevo día  que se nos otorga. ¡Seguimos vivos! Luego la tarea continua, y con ella nuestra capacidad de vivir en paz los acontecimientos que las horas nos deparen. Pero la vida diaria está repleta de eventos felices o desafortunados que vienen a constituir la  base misma de la existencia. 
Nuestro organismo -P. DACO- se orienta automáticamente en busca de sensaciones agradables, lo cual conduce a sensaciones de alegría, bienestar, placer...  Por otra parte, nuestro organismo intenta también eliminar las situaciones desagradables que amenazan turbar su equilibrio. ¿Cómo eliminar dichas situaciones? Eludiéndolas o destruyéndolas en combate. La emoción es una de las grandes causas perturbadoras ante una situación agradable o desagradable. En la vida diaria las emociones son frecuentes, pero descargarlas es importante, porque de lo contrario revierten sobre nosotros mismos y se tornan nocivas. Muchos de los infartos y otras enfermedades pueden venir dadas por una continua suma de emociones internas.
Pero nuestro tiempo se caracteriza por las emociones fuertes, el miedo, la angustia... que aumentan  el porcentaje de adrenalina en la sangre. Los medios de comunicación colaboran a crearnos constantes alertas: son como los fantasmas de nuestro tiempo.
Creo que habría que desintoxicarse un poco de radio y televisión y vivir con alegría y esperanza el futuro que no va a ser mejor ni peor que nos lo quieran pintar. Dependerá de nuestra disposición interior y de nuestra capacidad de análisis para separar lo verdaderamente importante de lo que sólo resulta sensacionalista, perturbador e impulsor de alarmas y emociones innecesarias. 
Por consiguiente, debe hacerse todo lo posible porque el cerebro se desprenda de todos los elementos que lo fatigan y perturban. Serenidad, relajación, pensar en positivo y evitar  tantas e innecesarias emociones como sufrimos cada día. 
El hombre cabal es armonía y equilibrio. Si no lo creemos, así,   será porque jamás nos hemos detenido a  estudiarnos, a aceptarnos, a amarnos. Y somos lo mejor que tenemos, luego cuidemos de que las emociones no vayan mermando nuestras capacidades y mucho menos se vayan transformando en motor de irreparables desgracias personales


  

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