Al abrir los
ojos cada mañana, deberíamos comenzar por
ser conscientes del nuevo día que
se nos otorga. ¡Seguimos vivos! Luego la tarea continua, y con ella nuestra
capacidad de vivir en paz los acontecimientos que las horas nos deparen. Pero
la vida diaria está repleta de eventos felices o desafortunados que vienen a
constituir la base misma de la
existencia.
Nuestro organismo -P. DACO- se orienta automáticamente en busca de sensaciones agradables, lo cual
conduce a sensaciones de alegría, bienestar, placer... Por otra parte, nuestro
organismo intenta también eliminar las situaciones desagradables que amenazan
turbar su equilibrio. ¿Cómo eliminar dichas situaciones? Eludiéndolas o
destruyéndolas en combate. La emoción es una de las grandes causas
perturbadoras ante una situación agradable o desagradable. En la vida diaria
las emociones son frecuentes, pero descargarlas es importante, porque de lo
contrario revierten sobre nosotros mismos y se tornan nocivas. Muchos de los
infartos y otras enfermedades pueden venir dadas por una continua suma de
emociones internas.
Pero nuestro tiempo se caracteriza por las emociones
fuertes, el miedo, la angustia... que aumentan
el porcentaje de adrenalina en la sangre. Los medios de comunicación
colaboran a crearnos constantes alertas: son como los fantasmas de nuestro
tiempo.
Creo que
habría que desintoxicarse un poco de radio y televisión y vivir con alegría y
esperanza el futuro que no va a ser mejor ni peor que nos lo quieran pintar.
Dependerá de nuestra disposición interior y de nuestra capacidad de análisis
para separar lo verdaderamente importante de lo que sólo resulta
sensacionalista, perturbador e impulsor de alarmas y emociones innecesarias.
Por consiguiente, debe hacerse todo lo posible porque el cerebro se desprenda
de todos los elementos que lo fatigan y perturban. Serenidad, relajación,
pensar en positivo y evitar tantas e
innecesarias emociones como sufrimos cada día.
El hombre cabal es armonía y
equilibrio. Si no lo creemos, así, será
porque jamás nos hemos detenido a
estudiarnos, a aceptarnos, a amarnos. Y somos lo mejor que tenemos,
luego cuidemos de que las emociones no vayan mermando nuestras capacidades y
mucho menos se vayan transformando en motor de irreparables desgracias
personales
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