Hoy, veintidós de
julio, un año más cerramos, cierro mis colaboraciones en este suplemento con la
satisfacción de haber contribuido en algo a la educación, tema que nació conmigo y conmigo seguirá el
resto de mi vida. Vacaciones, pues, para nuestros niños en tiempos en los que
el tema de las tareas es cuestión muy debatida por determinados sectores
de profesores y padres. Mi opinión al respecto está en línea con pensar
detenidamente qué pretenden unos y otros.
Desde luego, imponer tareas que obliguen a los niños a pasar horas cada día en la cotidianidad escolar, mi más rotundo no. Son muchos los maestros que suelen exclamar: ¡no les pongo más tarea que lectura cada día! Sinceramente creo que la lectura no puede ser jamás una tarea, porque a la lectura se debe acceder voluntariamente y como placer.
También hay quién opina que las tareas son un medio de conservar hábitos y no olvidar lo aprendido, algo que a mí me parece un disparate, porque lo aprendido, cuando ha calado, es como si se depositara en un pozo y aflorara en el momento oportuno y, con respecto a los hábitos, más de lo mismo, porque, entre otras razones, los niños difícilmente tienen adquirido el hábito de hacer tareas o cualquier otra actividad relacionada con sus horas de clase, que la mayoría consideran aburridas y rutinarias. Se puede llegar a tener hábito de algo cuando nos gusta, porque el placer nos llevará a repetir hasta adquirir el hábito. ¿Qué hacer, pues, en vacaciones? Es turno de padres y eso quiere decir que deben ser ellos los que compartan lecturas, conversaciones, paseos, cine, visitas…
Un buen padre – Rousseau- vale por cien maestros. Desde esta misma columna, he repetido que todo lo mejor que pueda tener, me lo enseñó mi padre. Así que menos pensar en tareas y más compartir días únicos, tal vez, de ocio y de aprendizaje lúdico y creativo.
Desde luego, imponer tareas que obliguen a los niños a pasar horas cada día en la cotidianidad escolar, mi más rotundo no. Son muchos los maestros que suelen exclamar: ¡no les pongo más tarea que lectura cada día! Sinceramente creo que la lectura no puede ser jamás una tarea, porque a la lectura se debe acceder voluntariamente y como placer.
También hay quién opina que las tareas son un medio de conservar hábitos y no olvidar lo aprendido, algo que a mí me parece un disparate, porque lo aprendido, cuando ha calado, es como si se depositara en un pozo y aflorara en el momento oportuno y, con respecto a los hábitos, más de lo mismo, porque, entre otras razones, los niños difícilmente tienen adquirido el hábito de hacer tareas o cualquier otra actividad relacionada con sus horas de clase, que la mayoría consideran aburridas y rutinarias. Se puede llegar a tener hábito de algo cuando nos gusta, porque el placer nos llevará a repetir hasta adquirir el hábito. ¿Qué hacer, pues, en vacaciones? Es turno de padres y eso quiere decir que deben ser ellos los que compartan lecturas, conversaciones, paseos, cine, visitas…
Un buen padre – Rousseau- vale por cien maestros. Desde esta misma columna, he repetido que todo lo mejor que pueda tener, me lo enseñó mi padre. Así que menos pensar en tareas y más compartir días únicos, tal vez, de ocio y de aprendizaje lúdico y creativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario