Amigos: hoy,
durante un momento, quiero hablaros de MOMENTOS, obra que dedico a mis hijos y
nietos, y que en esta hora, muy especialmente, os dedico a vosotros, a los que
considero, aún sin conoceros, amigos, a todos, ya que, por el milagro de la
técnica, nos hemos aproximado aún
saltando el océano y llegando a esta mi pantalla del ordenador, nos decimos en silencio, “hola”, nos mandamos besos y nos deseamos felices días.
¡Ea, pues, hola, buenos y feliz
día Besos.
Tan
sólo disponemos de ese maravilloso momento que, en este mismo instante, tenemos
en nuestras manos. ¿Por qué no vivirlo con la exquisitez de lo efímero y no
obstante transcendente? Mi momento presente, un amanecer de soles, el perfume
de la hierbabuena en mi maceta, una hoja
que cae, un tren que pasa, un recuerdo, una palabra...
La
vida, mis queridos amigos es tan solo una sucesión de momentos que a veces
transcurren sin que seamos conscientes del significado que pueden
transmitirnos.
Sólo
se vive el tiempo que uno es capaz de recordar sin temor a la objeción de
nuestra conciencia, sólo se viven las horas que se recuerdan, teñidas con el agridulce de los acontecimientos, pero en la paz que emana
del interior de nuestra almas.
Aprendamos
a ser felices sin eso que llamamos grandes cosas. Las pequeñas, las cotidianas,
la de aparente insignificancia son momentos de felicidad que puede que se nos escapen y solo cuando
desaparecen caemos en la cuenta de lo necesarias e importantes que eran.
No
salgamos, pues, a buscar amigos, riquezas, glorias, primeras filas, cabeza de listas…, porque en
ese camino solo encontraremos pesadillas, insomnios, pisotones, humo en
definitiva que oscurecerá la luz del alma y nos robara la paz.
Salgamos,
sí, a encontrar y cada día y al caer la tarde, notaremos que nuestros bolsillos
están llenos.
Hasta
el suspiro postrero, nos queda un momento, para repartir, sonrisas, empañar
lágrimas, extender una mano, escribir
una palabra, mirar al cielo y entonad un aleluya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario