sábado, 16 de noviembre de 2013

Sonrisa en las gafas


Mini-cuento

La sonrisa de la buena conciencia no muere nunca

Ella, sin consuelo, seguía llorando la muerte de él. Habían pasado meses de aparente calma para todos, pero ella vivía a dúo cada hora, cada minuto de su existencia.
Él, único hombre de su vida, murió cuando ya los verdes de la primavera asomaban por los campos y las golondrinas volvían a revolotear por sus  nidos de siempre.
Ella, un día, abrió con reverencia aquel cajón de la mesita de noche, cofre de las pocas pertenencias de él, y allí, entre sus manos, aquellas gafas que le acompañaron en vida, cristales que conservaban huellas de sus últimas miradas.
Ella se las puso y entre borrosas imágenes, nítida, muy nítida, él y su sonrisa de vida que jamás se apeó de su rostro.




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