DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN
26/5/2015
26/5/2015
Atrás queda ya, sí, la maratón elecciones, atrás queda
rápidamente todo. No obstante, todo deja un rastro que bien merece recapacitar
si es que estamos decididos a arriar la bandera de la hipocresía y enfrentarnos
con la verdad de lo que somos y hacemos. Y mi reflexión emerge a toro pasado
que es cuando con algo de distancia de los acontecimientos la perspectiva es
más objetiva y exacta.
Alguien decía el pasado domingo: todos los años tendría
que haber elecciones por las cosas tan buenas que nos prometen los políticos.
No contesté porque hubiera sido abrir una peligrosa brecha como sucede siempre
que se tocan ciertos temas. Pero este pueblo, llamado España, y a las alturas
que andamos, sigue sin quitarse el pelo de la dehesa, porque solo somos oídos
para escuchar aquello que deseamos oír, mágicas promesas que son como música
celestial que acaricia nuestros oídos. Qué bien los definió Nikita Jr. cuando
dijo: Los políticos son siempre lo mismo. Prometen construir un puente aunque
no haya río.
Y , no queda la cosa en los puentes sino, ante todo, en
el grandioso espectáculo al ver cómo andan por los barrios, acarician niños,
besan a ancianos, sonríen, bailan, cantan, botan --de pelota--. ¡Qué ricura del
ramillete que son nuestros políticos, a los que habría que dar palillos de pasa
y buenos colirios porque seguramente han perdido memoria y vista y se olvidan
de que no hay ríos, ni cauces, ni agua, ni lluvia que mitiguen la sed de lo que
realmente, sucede en esta España mía, esta España nuestra!, ¡pero si hasta se
han acordado de mí! ¡Pues no van y me llaman para directamente pedirme el voto!
¡Ay, que subidón les da cuando se aproximan fechas tan decisivas para luego
clamar a los cuatro vientos: ¿si no hay ríos cómo nos pedís puentes?
Qué
difícil me ha resultado elegir, porque uno más todos me daban un inequívoco
signo del igual.
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