Por favor, sabe alguien cómorecuperar las entradas que se me
han quedado en blanco? Gracias.
domingo, 26 de junio de 2016
Quiénes son buenos amigos
Esta mañana, amigos, me sucedió algo. Estaba
sola. Alguien, que seguramente, me observaba lejos, alguien al que conocía de
saludarnos cada día, se me acercó: ¿qué te pasa, Isabel? -me preguntó-. Nada
-contesté, en principio, tratando de disimular y evitar preocupaciones-. ¿Algo
te pasa? -insistió-. He visto que te limpiabas los ojos. Y le conté qué me
pasaba. Me acompañó a mi casa, se sentó junto a mí, me trajo un vaso de agua,
me subió una tostada y café... Me dejó el número de su móvil. Después dos veces
me ha llamado. Como sé que no me va a llamar... por ver cómo estaba y si
necesitaba algo.
Y eran las seis de la mañana, y era alguien a quien saludaba
de mesa a mesa... Cuando le di las gracias, me dijo: después de tantos años
leyendo cómo debemos ayudarnos, querernos... Es un placer poder ayudarle...
Me dejó aquí sentada, delante del
ordenador, y yo escribí lo que sigue porque es lo que sentía:
A
veces uno se pregunta, quiénes son sus amigos.
Y a veces busca y hasta cree
encontrar un amigo. No obstante, ¡cuánto engaño en la palabra amistad! El
verdadero amigo es el que sabe llegar a nuestra alma con su alma. El verdadero
amigo, no exige, no reprocha, no juzga, y menos, condena.
El amigo que
compadece, que da consejos, y desentona a dúo, mejor olvidarse de él,
porque su corazón es como un almacén
vacío, presto a llenarse de dádivas hurtadas al que llama amigo.
Un buen amigo, un amigo fiel, dice Aristóteles, es
como un alma con dos cuerpos.
Y por lo general los mejores amigos suelen ser
gente humilde, sencilla porque los que se consideran a sí mismos grandes
de este mundo, sólo son oídos de los cuales huyeron las palabras, consumidas en
manjares envenenados por la pócima del egoísmo y vanagloria; jamás gozaron los
placeres de la amistad.
sábado, 25 de junio de 2016
Momentos únicos
Amigos: hoy,
durante un momento, quiero hablaros de MOMENTOS, obra que dedico a mis hijos y
nietos, y que en esta hora, muy especialmente, os dedico a vosotros, a los que
considero, aún sin conoceros, amigos, a todos, ya que, por el milagro de la
técnica, nos hemos aproximado aún
saltando el océano y llegando a esta mi pantalla del ordenador, nos decimos en silencio, “hola”, nos mandamos besos y nos deseamos felices días.
¡Ea, pues, hola, buenos y feliz
día Besos.
Tan
sólo disponemos de ese maravilloso momento que, en este mismo instante, tenemos
en nuestras manos. ¿Por qué no vivirlo con la exquisitez de lo efímero y no
obstante transcendente? Mi momento presente, un amanecer de soles, el perfume
de la hierbabuena en mi maceta, una hoja
que cae, un tren que pasa, un recuerdo, una palabra...
La
vida, mis queridos amigos es tan solo una sucesión de momentos que a veces
transcurren sin que seamos conscientes del significado que pueden
transmitirnos.
Sólo
se vive el tiempo que uno es capaz de recordar sin temor a la objeción de
nuestra conciencia, sólo se viven las horas que se recuerdan, teñidas con el agridulce de los acontecimientos, pero en la paz que emana
del interior de nuestra almas.
Aprendamos
a ser felices sin eso que llamamos grandes cosas. Las pequeñas, las cotidianas,
la de aparente insignificancia son momentos de felicidad que puede que se nos escapen y solo cuando
desaparecen caemos en la cuenta de lo necesarias e importantes que eran.
No
salgamos, pues, a buscar amigos, riquezas, glorias, primeras filas, cabeza de listas…, porque en
ese camino solo encontraremos pesadillas, insomnios, pisotones, humo en
definitiva que oscurecerá la luz del alma y nos robara la paz.
Salgamos,
sí, a encontrar y cada día y al caer la tarde, notaremos que nuestros bolsillos
están llenos.
Hasta
el suspiro postrero, nos queda un momento, para repartir, sonrisas, empañar
lágrimas, extender una mano, escribir
una palabra, mirar al cielo y entonad un aleluya.
miércoles, 22 de junio de 2016
LA LECTURA NO ES TAREA
Hoy, veintidós de
julio, un año más cerramos, cierro mis colaboraciones en este suplemento con la
satisfacción de haber contribuido en algo a la educación, tema que nació conmigo y conmigo seguirá el
resto de mi vida. Vacaciones, pues, para nuestros niños en tiempos en los que
el tema de las tareas es cuestión muy debatida por determinados sectores
de profesores y padres. Mi opinión al respecto está en línea con pensar
detenidamente qué pretenden unos y otros.
Desde luego, imponer tareas que obliguen a los niños a pasar horas cada día en la cotidianidad escolar, mi más rotundo no. Son muchos los maestros que suelen exclamar: ¡no les pongo más tarea que lectura cada día! Sinceramente creo que la lectura no puede ser jamás una tarea, porque a la lectura se debe acceder voluntariamente y como placer.
También hay quién opina que las tareas son un medio de conservar hábitos y no olvidar lo aprendido, algo que a mí me parece un disparate, porque lo aprendido, cuando ha calado, es como si se depositara en un pozo y aflorara en el momento oportuno y, con respecto a los hábitos, más de lo mismo, porque, entre otras razones, los niños difícilmente tienen adquirido el hábito de hacer tareas o cualquier otra actividad relacionada con sus horas de clase, que la mayoría consideran aburridas y rutinarias. Se puede llegar a tener hábito de algo cuando nos gusta, porque el placer nos llevará a repetir hasta adquirir el hábito. ¿Qué hacer, pues, en vacaciones? Es turno de padres y eso quiere decir que deben ser ellos los que compartan lecturas, conversaciones, paseos, cine, visitas…
Un buen padre – Rousseau- vale por cien maestros. Desde esta misma columna, he repetido que todo lo mejor que pueda tener, me lo enseñó mi padre. Así que menos pensar en tareas y más compartir días únicos, tal vez, de ocio y de aprendizaje lúdico y creativo.
Desde luego, imponer tareas que obliguen a los niños a pasar horas cada día en la cotidianidad escolar, mi más rotundo no. Son muchos los maestros que suelen exclamar: ¡no les pongo más tarea que lectura cada día! Sinceramente creo que la lectura no puede ser jamás una tarea, porque a la lectura se debe acceder voluntariamente y como placer.
También hay quién opina que las tareas son un medio de conservar hábitos y no olvidar lo aprendido, algo que a mí me parece un disparate, porque lo aprendido, cuando ha calado, es como si se depositara en un pozo y aflorara en el momento oportuno y, con respecto a los hábitos, más de lo mismo, porque, entre otras razones, los niños difícilmente tienen adquirido el hábito de hacer tareas o cualquier otra actividad relacionada con sus horas de clase, que la mayoría consideran aburridas y rutinarias. Se puede llegar a tener hábito de algo cuando nos gusta, porque el placer nos llevará a repetir hasta adquirir el hábito. ¿Qué hacer, pues, en vacaciones? Es turno de padres y eso quiere decir que deben ser ellos los que compartan lecturas, conversaciones, paseos, cine, visitas…
Un buen padre – Rousseau- vale por cien maestros. Desde esta misma columna, he repetido que todo lo mejor que pueda tener, me lo enseñó mi padre. Así que menos pensar en tareas y más compartir días únicos, tal vez, de ocio y de aprendizaje lúdico y creativo.
lunes, 20 de junio de 2016
STOP AL EXTRES
Pues, no, no es sinónimo de energía
el trepidar de vida que llevamos en años jóvenes, cuando nos sentimos fuertes y
hasta guapos. No obstante, personalmente, he tenido que cumplir años para
entender que ese incansable trabajar no era precisamente lo que yo creía, sino un maldito estrés con memoria y todo,
estrés que se tornaría, con el paso de
los años, en una especie de cuerda loca
que se nos dispara a lo más mínimo sin que podamos controlarla y que nos
produce tal nerviosismo, ansiedad, etc. que la vida nos ahoga por momentos. Un
“saltaero” –me contaba una mujer- que no me deja vivir. Por
mi experiencia de persona estresada me
creo en disposición de entender este mal de nuestro tiempo y ante el cual el
individuo que lo padece se siente mal y, paradójicamente, a lo que pueda
parecer, sólo él sabe cuán penosa es su sensación de fatiga. El sistema
nervioso -y esto no lo digo yo, sino profesionales de la psicología- puede ser
considerado como un gobierno. Esto es, como un coordinador que regula la
excitación o el sueño con arreglo a las necesidades del momento. ¿Qué
ocurre en el agotamiento? Ese gobierno, envenenado por el cansancio, deja pasar
los mensajes sin dominio alguno y da lugar a la anarquía total. El buen
funcionamiento de la corteza cerebral depende evidentemente de que las células
nerviosas se hallen en buen estado, y también de la perfecta regulación
realizada por el centro nervioso. Hoy, más que nunca, las necesidades y la carrera de la competitividad nos obliga a
trabajos extra, prescindiendo, como es lógico, de las horas de descanso que
necesitamos para eliminar las toxinas que envenenan las células y nos conducen
al agotamiento que un día nos provocará el “saltaero” que nos pueda conducir al
infarto. Stop a los excesos e impongámonos
tiempo de descanso, sin inútiles
excusas.
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