miércoles, 24 de septiembre de 2008

LECTURAS PARA EL OTOÑO - I -

¡GORRIONCILLOS que revoloteáis a mi alrededor! Quisiera ser vuestra amiga, y quisiera cogeros, acariciaros, notar en mis manos el cálido palpitar de vuestro minúsculo corazón y, en un instante, devolveros a la libertad.

Pero me huís; lo entiendo. Para vosotros, ¡qué peligroso pajarraco debo parecer! ¡Qué monstruoso espantapájaros! ¿Verdad?

También yo me noto, a veces, rodeada de gigantes de feos espantapájaros los que huyo por muy dulces que sean sus canciones.

¡Ojalá que alguno deseara tan sólo acariciarme para después devolverme intacta a la libertad!

Pero no me fío. Al igual que vosotros, no, no me fío; levanto vuelo, huyo…

Y tú, pobre espantapájaros, ¡quítate la careta que veamos tu verdadero rostro de una vez! Mejor siempre el propio que el ajeno. ¿No ves que así tan sólo espantas a inocentes gorrioncillos?

¡Pobres! ¡Si lo único que quieren es bajar al huerto, y escuchar el sonido fresco de los canalillos de riego!

¡Si lo único que quieren es ver cómo el borriquillo de ojos tapados da vueltas a la noria! ¡Si ellos, eclipsados en el ayer, sueñan desde sus nidos con planteras y riegos, con crepúsculos y Ángelus, con primaveras de azahares, con veranos de jazmines…!

¡Déjalos, tonto espatanpájaros! Si ellos serán siempre el ayer, el hoy, el mañana… Isabel Agüera

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